Afectadas
como nunca antes en su imagen a raíz de los graves y frecuentes excesos
en que incurrieron durante el sexenio calderonista, además de la
presunta cooptación de altos mandos por parte del narcotráfico, las
Fuerzas Armadas de Enrique Peña Nieto preparan el maquillaje… Por
principio de cuentas, narcotráfico y delincuencia organizada fueron
palabras que no pronunciaron Enrique Peña Nieto y sus secretarios de la
Defensa, Salvador Cienfuegos, y de Marina, Vidal Francisco Soberón, en
sus discursos del 1 de diciembre. Nadie habló tampoco de mantener a las
Fuerzas Armadas en las calles o de regresarlas a sus cuarteles. Pero
resaltó el propósito de proyectar una nueva imagen de esas dependencias
cuando se insistió en términos como transparencia, garantías
individuales y derechos humanos…
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El
gobierno de Enrique Peña Nieto buscará recomponer la imagen de las
Fuerzas Armadas, afectada por las violaciones a los derechos humanos
cometidas por elementos del Ejército y la Marina-Armada de México
durante el sexenio pasado.
El nuevo gobierno y sus mandos
militares pusieron distancia de la “guerra al narcotráfico” que hace
seis años declaró Felipe Calderón y que dejó más de 60 mil muertos y
casi 9 mil quejas contra el Ejército y la Marina ante la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En ninguno de los actos
oficiales de su primer día como presidente, Peña Nieto se refirió al
narcotráfico o a la delincuencia organizada. Tampoco lo hicieron los
nuevos titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena),
general de división Salvador Cienfuegos Zepeda, y de la Secretaría de
Marina-Armada de México (Semar), Vidal Francisco Soberón Sanz.
Aunque
nadie mencionó el posible regreso de los militares a sus cuarteles,
luego de que hace seis años Calderón los sacó para enfrentarlos a los
narcotraficantes. Peña Nieto sólo pidió a los soldados y a los marinos
que “actúen invariablemente con integridad, orden y estricto respeto a
los derechos humanos”.
En su primer acto protocolario como
comandante supremo de las Fuerzas Armadas, realizado en el Campo Militar
Marte, el nuevo presidente aludió a la afectación nacional e
internacional de la imagen de los institutos armados como consecuencia
de su actuación durante los últimos seis años.
A su vez, el
general Cienfuegos Zepeda reivindicó las acciones del Ejército, “que
realizamos con fundamento en la Carta Magna”, dijo. Agregó que, bajo su
mando, la Sedena las ejecutará con transparencia, como mecanismo de
rendición de cuentas, y habló de ser “más abiertos” para tener más
aprecio social.
Enfatizó que los soldados tienen claro que “los
derechos humanos son prerrogativas inherentes a la naturaleza de las
personas”, y se comprometió a que habrá una “observancia absoluta” de
los mismos. “Me comprometo a velar –subrayó– porque el diario actuar de
las tropas sea garante de este marco normativo”.
En alusión a la
CNDH, que durante el sexenio de Calderón abrió cerca de 8 mil
expedientes contra el Ejército, dijo que tendrá “profunda deferencia y
respeto hacia los organismos encargados de preservar la dignidad
humana”. Más aún, habló de acrecentar la relación cívico-militar, como
forma de acercamiento con la sociedad.
El almirante Vidal
Francisco Soberón Sanz manifestó por su parte que la Semar empleará
todas sus capacidades ante cualquier amenaza, y, más escueto que el
general Cienfuegos, habló también de transparencia y de un “estricto
apego” a los derechos humanos.
La pretensión de construir una
nueva imagen de las Fuerzas Armadas en el nuevo gobierno se hizo
evidente desde las primeras horas del 1 de diciembre. Por primera vez,
el Ejército y la Marina-Armada de México hicieron públicas sus
respectivas ceremonias de transmisión del mando. Hasta ahora privados,
tales actos fueron televisados en la madrugada del sábado luego de que
Peña Nieto tomó protesta a su gabinete de seguridad en el Palacio
Nacional.
En la despedida de su antecesor –el ahora general
retirado Guillermo Galván–, realizada en las instalaciones de la Sedena,
Cienfuegos Zepeda expresó: “Acataremos cabalmente las directivas que
emita (Peña Nieto) para que la población pueda desarrollar sus
actividades productivas a plenitud, en un ambiente de seguridad y
confianza. Ello demandará un irrestricto respeto al estado de derecho y a
las garantías individuales”.
Para la designación de los nuevos
secretarios de la Sedena y la Semar, Peña Nieto terminó por ser
pragmático, aunque en la Defensa Nacional se desató una intensa pugna
para suceder a Galván Galván.
En el caso de la Sedena, tomó la
decisión con un criterio de antigüedad. Cienfuegos Zepeda era general de
más años con el grado de divisionario, al que ascendió en 2004 a
propuesta del entonces titular de la Sedena, general Clemente Vega
García.
Esa designación resultó del proceso sucesorio más difícil y
desgastante para el Ejército en su historia reciente. Generales
procesados penalmente bajo la acusación de brindar protección al
narcotráfico, amenazas, amagos de retiros anticipados, filtraciones
periodísticas sobre el equipo de seguridad nacional utilizado por la
Sedena, llamadas de atención del Alto Mando y hasta la muerte del
general Mario Arturo Acosta Chaparro, marcaron dicho periodo (Proceso
1864).
Jefes militares dijeron a este semanario que el entonces
titular de la Sedena no sólo reunió a los generales que peleaban por
sucederlo para reconvenirlos, sino que ordenó una investigación sobre
las filtraciones periodísticas, que dentro del Ejército fueron
consideradas como un delito de traición.
Pero Galván Galván no
pudo hacer más para calmar los desbordados ánimos sucesorios. Había
perdido liderazgo. Su falta de control, incluso, lo llevó a hacerse a un
lado, y a diferencia de lo hecho por otros titulares salientes de la
Sedena, evitó presentar a Peña Nieto sugerencias para reemplazarlo,
según dijeron esas fuentes.
El general Galván sólo presentó al
equipo de transición los expedientes de todos los divisionarios, sin
proponer nombres, añadieron. Pero en junio pasado dejó ver su interés
por el general Augusto Moisés García Ochoa, su cercano director general
de Administración de la Sedena.
Lo designó para encabezar el
desfile militar del pasado 16 de septiembre. Y en no pocas ocasiones
quien ha encabezado el último desfile militar de un gobierno se ha
convertido en un serio aspirante a ser el secretario de la Defensa.
García
Ochoa tuvo una abierta confrontación con el subsecretario de la Sedena
designado por Calderón, Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, quien en los dos
años a cargo de esa subsecretaría creó una estructura de apoyo a su
candidatura.
Ahora ambos tienen un futuro incierto, pues en una
regla no escrita dentro del Ejército los candidatos perdedores son
removidos de las posiciones desde las que compitieron hasta pasar a su
retiro. Al general Gaytán Ochoa sólo le queda un año más de servicio,
pues en diciembre del próximo año alcanza la edad reglamentaria de
retiro, los 65 años. Pero al general García Ochoa aún le faltan cuatro
años.
A su vez, el general de división Salvador Cienfuegos Zepeda
era colaborador inmediato de Galván Galván y estaba a cargo de la
relación con las dependencias federales y los gobiernos estatales.
Presidió los comités de adquisiciones, servicios, obras públicas e
información, además del fideicomiso de apoyo a los deudos de los
militares, y participaba en la elaboración del presupuesto para la
Sedena.
Su experiencia administrativa incluye haber sido inspector y contralor general del Ejército, función que tuvo durante 2011.
Sus
años previos, prácticamente durante la primera década del siglo, fueron
de mando en distintas regiones militares. A su paso por la I Región
Militar, entre 2007 y 2009, coincidió y convivió con el entonces
gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y con el actual
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien fue
mandatario de Hidalgo entre 2005 y 2011. Peña y Osorio eran gobernadores
cuando el general Cienfuegos comandaba la I Región Militar, que
comprende al Estado de México, Hidalgo, Morelos y el Distrito Federal.
Como
encargado durante la transición gubernamental del área de seguridad,
Osorio Chong tendrá que operar en el Congreso de la Unión las reformas
constitucionales para la actuación de las Fuerzas Armadas en el combate a
la delincuencia organizada.
En el caso de la Marina-Armada de
México, el mensaje de continuidad de Peña Nieto fue muy claro con la
designación del almirante Soberón Sanz, quien fue jefe de ayudantes y
secretario particular de Sáynez Mendoza.
Ascendido a almirante por
Calderón apenas en la promoción del pasado 20 de noviembre, Soberón
Sanz conoció de primera mano las decisiones tomadas para el combate al
narcotráfico, incluidos los compromisos de la Iniciativa Mérida y el
acercamiento con el Pentágono, la DEA y la CIA.
Pero el nuevo
titular de la Semar, de 59 años, el más joven en alcanzar ese cargo,
carece de experiencia en el mando de tropa en alguna región, zona o
sector naval, además de que su nombramiento pasó por encima de
almirantes con más antigüedad y experiencia.
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