viernes, 2 de octubre de 2015

2 DE OCTUBRE DEL 68: RECUERDO DE LA BARBARIE ENTRE BENGALAS Y SANGRE



Saltillo, Coah.- Sus botas pisaron la tierra donde cayó la Gran Tenochtitlán. Escuchó los gritos de los abatidos por que su voz no fuera más que un eco. Vio un río de sangre en los canales de las banquetas. Escapó para proteger a su novia de las balas que surcaron la Plaza de las Tres Culturas. Aun así no emitió un solo disparo.

Era el 1 de octubre de 1968. Horacio Pérez Ocampo se encontraba acuartelado en el Centro Militar de Transmisiones en Los Leones Tacuba, en la Ciudad de México. A través de los radios se enteraron del plan del Gobierno un día antes.

Pasó una noche de angustiosa ansiedad. Necesitaba avisarle a su familia lo que estaba por suceder. Su novia Alejandra iría al anunciado mitin en la Plaza de las Tres Culturas. A tres cuadras de esa plaza vivía su familia en el onceavo piso de un edificio de departamentos.

“Nosotros lo sabíamos desde el día 1 que acuartelaron a todo mundo, nos enteramos que los iban a atacar, ya el Presidente estaba decidido a que el movimiento no creciera, iba a terminar con ellos de manera rápida”, recordó.

Quería ser ingeniero militar. En sus días libres subía a los balcones de los edificios del complejo habitacional Nonoalco-Tlatelolco acompañado por su novia. Ahí platicaban sobre su futuro. El terminaría sus estudios militares y se casarían. Esos eran los planes que tenía a los 18 años.

Un año y medio después se encontraba saltando la barda de la escuela militar. Eran las 2 de la tarde del 2 de octubre de 1968. Su ansiedad lo llevó a solicitar un permiso para salir horas antes.

“No hay forma, están prohibidas las salidas. ¿Sabes volar? ¡Pues vuélate la barda cabrón! a ver si puedes”, le dijo el capitán Montoya, encargado de la cuadrilla.

LUCES ROJAS EN EL CIELO

Aprovechó un descuido de sus compañeros y trepó el muro de tres metros. Una vez fuera se quitó el uniforme. Se fue directo a casa de sus padres. Pasó una hora y media para ver que su familia estuviese a salvo. .

Luego corrió al departamento 282-A de la calle Zaragoza. La madre de Alejandra le dijo que acababa de salir. Iba al mitin. Fue la primera vez que el miedo se apoderó de su ser.

“Me arranco hacia Tlatelolco, al llegar a la primer cuadra veo camiones del Ejército y luego entre los edificios veo grupos de militares, dije ‘aquí va a valer madre’. Me regreso a la casa, me pongo el uniforme y me voy de nuevo”, narró.

El paso a la Plaza estaba obstruido por un retén militar. Ya no dejaban pasar a la gente. Horacio tuvo acceso por su uniforme. Apenas dio unos pasos y en el cielo aparecieron tres luces rojas. Era la señal. Se escucharon los primeros disparos y comenzó el caos.

Abriéndose paso entre la multitud pudo llegar un puente que unía la Secretaría de Relaciones Exteriores con la Plaza. En la base se encontraba Alejandra con su hermana. Horacio llegó hasta ellas.

“Les digo ‘vámonos, vámonos’. Entonces cuando quiero salir con ellas ya no puedo. Ya había mucha gente a nuestro alrededor y les dije ‘aquí nos quedamos’. Pasaban soldados y no me agredieron, quizá el hecho de ir uniformado impidió que nos mataran. Los estudiantes pues lo único que querían era salvarse, corrían por
todos lados”, señaló.

SOBREVIVIR EN SILENCIO

Horacio bajó la vista. Por la orilla de la banqueta corría sangre. Alejandra sufrió una crisis nerviosa y gritó “¡los muchachos, los están matando!”. Horacio la calló “déjalos, piensa en ti, tenemos que salir de aquí, quédense calladas no se muevan, no digan nada, no hagan nada”. A donde volteaban veían cómo caía la gente, la sangre pintaba las banquetas de Tlatelolco.

Corrieron al estacionamiento de un edificio, donde se resguardaron de los disparos entre los automóviles. Lograron llegar de nuevo al retén. Solo había dos militares que lo dejaron pasar al verlo uniformado. Ya estaban a salvo.

El 3 de octubre Horacio regresó al cuartel. Fue arrestado y castigado por su insubordinación. No le importó porque logró salvar a la mujer con la que el próximo año cumplirá 50 años de matrimonio.

“Si me hubiera mandado al frente yo creo que no hubiera disparado y creo que ahí conmigo había compañeros que sí lo hubieran hecho. Porque hay unos que teníamos un poquito más de cultura”, señaló el hoy abogado, que en 1970 acabó su contrato con el Ejército.

“Terminé asqueado, muchos de los compañeros tenían amigos como los tenía yo, tenían familiares que fueron muertos, desaparecidos y no nos dejaron salir a verlos, a consolarlos. Fue uno de los factores que me obligó a dejar el Ejército”.

Después de la masacre su amigo Luis Ramírez estuvo desaparecido por tres días. Le recriminó pertenecer al sistema que mató, que torturó, que desapreció estudiantes y familias enteras.

“El sistema castrense es carente de sentimiento hacia los demás, te castra el pensamiento y te adoctrina a sólo recibir órdenes, en el ámbito militar te enseñan que las órdenes se cumplen, no se discuten, te dicen ‘aquí no hay madre, no hay padre, no hay Dios’. Todo se lo debes a esa bandera y a tu país. Es un adoctrinamiento no una enseñanza, la enseñanza es para que aprendas a pensar y el adoctrinamiento es la imposición de un pensamiento”, afirmó.

‘NI PERDÓN NI OLVIDO’

Cada que puede regresa a esa plaza. Recuerda la sangre, la gente cayendo por todos lados y las lágrimas brotan. “Perdí amigos ahí, mi esposa también. Era impresionante ver que iba gente con niños, madres de familia, padres que acompañaban a sus hijos porque los apoyaban. Fue triste, en verdad muy triste”.

Horacio estudió en la Facultad de Leyes de la UNAM. Durante su temporada como estudiante ocultó su pasado inmediato. Salvo su esposa y su familia, nadie más supo que fue militar.

Pasaron 56 años y Horacio se enteró de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, en Guerrero. Nuevamente el Gobierno es señalado como responsable.

“En Tlatelolco fueron más estudiantes, hubo más desapariciones, la diferencia es que en aquel entonces ya se sabía lo que podía pasar por los movimientos internacionales, en cambio, Ayotzinapa nos agarró de sorpresa. Hasta la fecha no hay una respuesta y también será una historia difícil de olvidar”, finalizó.

(ZOCALO / LUIS DURÓN/ 02/10/2015 - 04:02 AM)


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