viernes, 16 de agosto de 2013

"NARCO CULTURA", EL DOCUMENTAL

La banda Buknas de Culiacán
El fotorreportero israelita Shaul Schwarz y el sonidista hispano Juan Bertrán narran cómo durante tres años recogieron múltiples testimonios para su sorprendente largometraje Narco cultura, de próximo estreno nacional. En pos de hallar cómo y por qué la cultura del narcotráfico ha impuesto su ley en lugares como Culiacán, cuna del “movimiento alterado” de narcocorridos (cuyos discos se venden mucho incluso en Walmart de Estados Unidos), así como en Juárez y otras ciudades fronterizas, el diagnóstico que revela su investigación periodística en cuanto a que la violencia disminuya, es de tristeza y desaliento.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- En el largometraje documental Narco cultura, del israelí Shaul Schwarz, se ve al cantante Édgar Quintero, residente en Los Ángeles, California, quien en sus corridos exalta los crímenes de los narcotraficantes de México y son un éxito con el público de aquel país, y al perito Richi Soto, del Servicio Médico Forense (Semefo) de Ciudad Juárez, Chihuahua, quien por realizar bien su trabajo corre el peligro de ser asesinado como varios de sus compañeros.

Schwarz y su sonidista Juan Bertrán filmaron la película en tres años, tanto en esa ciudad como en Culiacán, Sinaloa (sobre todo en el narcocementerio Jardines de Humaya); El Paso, Texas, y Los Ángeles, California, y en una mansión de un narcotraficante.

El director comenta a este semanario que “desafortunadamente en el tema del narcotráfico no se puede decir qué sería lo mejor realizar para pararlo; pero estoy muy consciente, más allá de los muertos, de que esto va creciendo socialmente y justo lo que tratamos de demostrar con esta cinta es cómo todo eso está afectando a la cultura mexicana”.

Narco cultura ha causado asombro e impacto en los festivales internacionales de Sundance y Berlín. Fue proyectado en la 16 edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato hace dos semanas, y Gussi Cinema lo distribuirá en las salas de cine de México a partir de octubre.

La cinta aborda también la violencia y el miedo en Ciudad Juárez.

Y el “movimiento alterado”, una corriente musical nacida en Culiacán que rinde culto a la forma de vida y acciones violentas del crimen organizado, influyendo además para la producción de películas en video-home, ropa y otros productos.

El cantante Édgar Quintero, quien forma parte del grupo de banda Buknas de Culiacán, comenta al cineasta que por presentación cobran 45 mil dólares en Los Ángeles. Y para inspirarse a escribir más narcocorridos, visita el panteón Jardines de Humaya, donde es captado por los realizadores. Asimismo, sale a cuadro una adolescente que expresa su deseo de casarse con un narcotraficante.

En tanto, el perito Richi Soto narra el peligro que corre por sus investigaciones; por haber nacido en Ciudad Juárez, ve con tristeza y preocupación en lo que se ha convertido la metrópoli fronteriza; pero aun así, confiesa su amor por ella. Igual se aprecia una tocada del Rey del corrido, El Komander, quien interpreta “Los sanguinarios del M1”:

Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca
volando cabezas al que se atraviesa,
somos sanguinarios locos bien ondea-
( dos,
nos gusta matar…
Soy el número uno de clave M1,
respaldado por El Mayor y por El
( Chapo…
Seguiré creciendo y más gente cayendo,
por algo soy el ondeado respetado
Manuel Torres Félix, mi nombre,
y saludos para Culiacán.

“Movimiento alterado”

Shaul Schwarz, nacido en 1974, comenzó su carrera fotográfica en la Fuerza Aérea Israelita, después de terminar su servicio pasó a cubrir las noticias de Israel y de Jordania, antes de trasladarse a Nueva York en 1999, donde reside y trabaja como fotógrafo independiente (representado por Getty Images). Su trabajo ha sido publicado en Newsweek, Time, Life y New York Times Magazine, entre otros medios.

Con muchos reportajes cortos para televisión, su primer largometraje documental fue The Blonk. El dos veces ganador de los premios World Press cuenta a Proceso que ya había trabajado en México por más de 10 años y en 2008 empezó a tomar fotos en Ciudad Juárez:

“Después de dos años la situación me empezó a deprimir al ver la cara de la muerte tan cerca, entonces quise entender cómo es que México llegó a eso, y empecé a filmarlo, y así fue cómo surgió el documental Narco cultura.

“Es muy duro hacer un cine acerca de narcos, cárteles y todos esto; pero después de efectuar una investigación periodística, sabíamos que no queríamos conocer quién distribuía la droga ni quién la compraba, mucho menos quién mató a quién. No sólo quisimos centrarnos en un personaje, como el perito, o mostrar la frustración y su tristeza de ver toda esta violencia; por eso incluimos a Édgar, quien nació en Estados Unidos pero mantiene una conexión con sus raíces mexicanas a través de todo esto.”

–¿Cómo lograron convencer al perito Richi Soto de que narrara sus miedos, sus preocupaciones y el peligro que corre su vida?

–Soto tenía la necesidad de hablar sobre ello porque nació en Ciudad Juárez y quería externar toda esa frustración que siente por la situación del lugar. Estábamos con una persona que noche tras noche salía a la calle a recoger evidencia alrededor de los cuerpos de la gente asesinada.

–El cantante Édgar Quintero sorprende. ¿Cómo es que también lo convence para que platique de sus narcocorridos?

–Conviví con él como dos años. Siempre estuvo abierto y orgulloso de lo que hace. Nunca vio como algo malo su trabajo, ya que es una forma de vivir. Él confió en mí y me quiso mostrar su mundo. Justifica que si no se dedicara a eso estaría en las calles haciendo cosas malas, y a través de su música se ha convertido en alguien. Pero al mismo tiempo también me dejó retratar otra parte de su vida: la de ser padre y la cabeza de una familia.

–Los discos de este cantante se venden muy bien en Estados Unidos, incluso en los Walmart de allá. ¿Qué piensa de la exaltación de los narcotraficantes a través de la música, cine, ropa y otros objetos?

–Después de filmar en Ciudad Juárez y meterme de lleno en este mundo de la violencia y del narcotráfico, creo que era obvio que esta moda iba a estar ahí porque el problema es tan grande que refleja mucho de lo que somos. Estos narcotraficantes son como sus Robin Hood. Y puedo entender que los niños, al notar que sus madres trabajan por largas horas en una maquiladora por cinco dólares al día y conocer las películas y escuchar esa música, ven una oportunidad para cambiar su situación y convertirse en alguien. Deberíamos preguntarnos cómo fue que se llegó hasta ahí.

–¿Qué opina del “movimiento alterado”?

–El hecho de que haya una cultura como esa, que existan seguidores de los corridos y los productos de “movimiento alterado”, es algo natural. No culpo a Walmart de que venda esos productos porque es su negocio, tampoco culpo al movimiento por inventar esa música, ya que la crean porque tienen un público que la consume y la pide.

–¿Qué le ha dejado el documental Narco cultura?

–Fue un poco triste, porque yo estuve viviendo unas temporadas en México y me encanta… Es duro pasar mucho tiempo con gente con la que uno llega a conectarse y ver todo ese sufrimiento. No fue fácil. A veces es algo muy emotivo y especial.

Schwarz concretó la idea de Narco cultura una noche en un club de narcos en Riverside, en las afueras de Los Ángeles. Sobre la filmación que efectuó en la mansión de un narco, expresa que “fue una sorpresa que lográramos rodar allí y nos dio miedo, sólo mostramos una pequeña parte del material… por si acaso”.

En la película también aparece entrevistada la periodista Sandra Rodríguez Nieto, autora del libro La fábrica del crimen, quien denuncia que 97% de los asesinatos en Ciudad Juárez no se resuelven.

Juan Bertrán

Nacido en 1986, el madrileño Juan Bertrán fue el sonidista que todo el tiempo acompañó al director, arriesgándose al punto de que de algunos lugares deseaba huir corriendo. Confiesa el también productor de Narco cultura:

“Cuando conocí a Shaul me mostró unas imágenes que trabajaba para un proyecto de fotos sobre la guerra contra el narcotráfico en Ciudad Juárez, y me quedé muy impactado de lo que estaba pasando ahí. Entonces empecé a invertir mi tiempo en ayudarle con lo que pudiera hasta que financiaron el documental, desde 2010 empezamos a rodar.”

Para él resultó complicado convencer a las personas para que hablaran ante la cámara, “porque tienen miedo”.

–¿Cómo ve la situación de los peritos del Semefo en Ciudad Juárez?
–Es complicada, porque son ellos quienes recopilan toda la información, y la verdad es que se les ve tan capacitados, que me parece algo triste que después de todo el trabajo que realizan, no se enfoque su labor para resolver los crímenes. Me parece patético que 97% de los casos de homicidios en Ciudad Juárez no sean resueltos. Podrían solucionarlos con todas las pruebas que recogen estos peritos. La verdad, entiendo bastante su frustración.

–El narcotráfico ha producido un oleaje cultural que va desde modos de vida, cultos a la muerte, producción de discos, publicaciones, hasta la provocación del miedo en la gente, en fin.

–Es triste que todo esto que está pasando en México ahora se haya convertido en un movimiento cultural y se glorifique al narcotráfico, pero, ¡cómo no va a pasar esto si los jóvenes están viendo que el narco es lo que les da el bienestar económico y el poder! Es lo único que los saca adelante en lugares como Ciudad Juárez, donde su mamá trabaja por 300 dólares al mes en una maquiladora, con 10 horas al día de labor, y un narcotraficante está ganando muchísimo más. Es de esperar que eso pase.

Al final del documental Narco cultura, el perito Richi Soto lanza una pregunta entre sus compañeros de trabajo: “¿Cambiará esto?”

Uno de ellos confiaba que sí; pero se informa en el largometraje que fue asesinado.

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