martes, 14 de febrero de 2012

COMANDANTES INVESTIGADOS DE BCS



INVESTIGACIONES ZETA
Es oficial. Los comandantes de la Policía Ministerial del Estado que fueron exhibidos el 28 de enero en un narcovideo, donde se muestra cómo están vinculados con células del crimen organizado en Los Cabos, son investigados y sujetos a un proceso penal.

Sin embargo, los jefes policiacos todavía están laborando, y hasta el cierre de esta edición, no habían sido separados de sus cargos por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California Sur.
Durante una entrevista con ZETA, y en la víspera de tomar posesión, el gobernador del PAN, Marcos Covarrubias Villaseñor, dijo que limpiaría y pondría orden en la PGJE, cuando asumiera el poder estatal, porque era “evidente que el narcotráfico se había infiltrado en algunos cuerpos policiacos”.

Hoy, a punto de cumplir su primer año de gobierno –en marzo próximo— comenzó a actuar y con pruebas y elementos para rescatar del bochorno a la Procuraduría y tratar de eliminar el lastre que dejó el gobierno el PRD.

En el más reciente capítulo, la videograbación que circula en Youtube probó que jefes policiacos protegen a delincuentes, al ser exhibidos como una célula más del crimen organizado.

Desafortunadamente, para el gobierno de Marcos Covarrubias Villaseñor con esto se comprueba la corrupción sistemática y la participación criminal de policías vinculados al narcotráfico.

Los policías no se conformaron con servir de informantes o brindar protección al crimen organizado. De la incapacidad y colusión llegaron a la impunidad y el cinismo “de cobrar por trabajar, y atacar a su vez, a la sociedad que deberían estar obligados a cuidar y proteger de los delincuentes”.

En la PGJE no quieren hablar sobre el tema y en la Policía Ministerial dicen que si sale su nombre abriendo la boca, su trabajo estará en riesgo; extraoficialmente hay hasta personal amenazado.

Los policías ministeriales se muestran inconformes porque dicen que su integridad está bajo amenaza, mientras los comandantes vinculados con el narcotráfico sigan laborando y yendo a las oficinas de la Policía Ministerial del Estado.

“No todos estamos en el ajo, y tenemos miedo porque podemos pagar justos por pecadores y más, porque se han estado registrado amenazas en contra de nosotros, y los delincuentes, no se fijan si es mengano o perengano, es la Policía Ministerial y punto”, dice uno de los agentes.

Teniendo como escenario Los Cabos, los comandantes Enrique Willard Ramírez y Fernando Rojas Pérez fueron evidenciados al vender la plaza del narcomenudeo de Cabo San Lucas y San José del Cabo a dos cárteles de la droga al mismo tiempo: el de Joaquín “El Chapo” Guzmán y el de Héctor Beltrán Leyva alias “El H”.

Todo a través de sus células criminales representadas, por un lado, por Javier López Rivera, Javier Acosta López o Javier Munguía alias “El Javier” o “El Javi”, y por otro, por Héctor Antonio Salazar Monzón, alias “El Oaxaco”.

Todo esto desembocó en la apertura de la Averiguación Previa LPZ/011/SPB/2012, la cual ya está caminando en la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común Especializado en Delitos Cometidos por Servidores Públicos de la PGJE.

La limpia
La investigación que se está iniciando está sentando un precedente histórico en el estado, por tratarse del primer caso oficial, y porque la limpia de la PGJE no podía quedar sólo en promesas del gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor ni en “las buenas intenciones” del Procurador.

Y es que el caso de los jefes policiacos exhibe una parte de la lista de los malos elementos que se han detectado –y que según las propias palabras del gobernante panista– “desgraciadamente pusieron contra la pared a la ciudadanía”.

— ¿Qué va a suceder con todos estos malos elementos y con sus jefes?, se le preguntó hace casi un año al gobernador del PAN.

“Vamos a poner el mejor de nuestros esfuerzos. Me queda claro que si de algo podíamos presumir en Baja California Sur, era el tema de la seguridad. Si bien es cierto, no ha alcanzado los niveles de otros estados, también es cierto que no es para nada igual a lo que podíamos gozar todavía hace algunos años atrás”, respondió.

Hoy, y después de haber sido exhibido el narcovideo, la limpieza está comenzando a efectuarse y para bien de la ciudadanía.

Siempre se había sospechado que al menos en el caso del comandante Enrique Willard Ramírez, el agente tenía vínculos con el crimen organizado y había participado en dos casos más relacionados a actividades ilícitas.

Sin embargo, nunca se habían exhibido pruebas, más que testimonios donde sale “negociado” con mañosos, y menos que se hayan hecho públicas.

Los vínculos
De septiembre del 2011 a la fecha, ZETA documentó dos casos más de corrupción, donde aparece el nombre del Comandante Willard, el cual protegió a matones y hasta fue vinculado con el robo de un cargamento de droga.

El 5 de septiembre del 2011, el nombre de jefe policiaco salió a flote, cuando un grupo de agentes de la Policía Ministerial lo acusó y lo señaló de haber participado en la liberación de un sicario en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).

Los agentes policiacos expusieron que el comandante se encargó de negociar el pago de un soborno de 2.5 millones de pesos que se repartió de la siguiente manera: un millón de pesos fue entregado al ex titular de la PGJE, Francisco Karim Martínez Lizárraga; 500 mil pesos al ex titular de la SIE, Rafael Homero Arvizu Alvarado; 500 mil pesos entre dos Agentes del Ministerio Público del Fuero Común de la PGJE, uno de ellos, Ricardo Escopinichi Fernández y Fidencio Solano Reséndez; 500 mil pesos se le dieron al coordinador de la SIE y se repartieron entre el comandante de la Policía Ministerial del Estado, Enrique Willard Ramírez y ocho agentes de la SIE.

En la investigación de la SIEDO se describe que la tarde del 5 de septiembre, Rodrigo Ramírez Muñoz y su sobrino Oliverio Ramírez Hernández se encontraban disfrutando de la playa a la altura del Puente de El Tule, en Cabo San Lucas.

Casi al caer la noche, los dos familiares se dispusieron a retirarse, por lo que abordaron una unidad automotriz de color gris, cuatro puertas, marca Honda y placas de circulación 984-NNY, pero al tratar de encenderla, no prendió.

Los dos se bajaron del carro y abrieron el cofre. Hasta el lugar llegó una persona vestida de negro con aliento alcohólico y barba crecida, quien se ofreció a revisar el vehículo y así lograron echarlo a andar.

Una vez encendido el automóvil, Rodrigo Ramírez Muñoz se dispuso a subir del lado del copiloto, y su sobrino, Oliverio Ramírez Hernández, ocupó el asiento del chofer. 

El desconocido se quedó parado frente a la unidad, enseguida solicitó “un raite” y se lo dieron.

Justo cuando llegaba a la carretera Transpeninsular, el extraño sacó de entre sus ropas una pistola 9 mm y comenzó a disparar a quemarropa contra Rodrigo Ramírez Muñoz, y luego contra su sobrino Oliverio, quien herido condujo el carro hasta las puertas de la Cruz Roja.

El joven logró salvar la vida pero cuando los paramédicos fueron a brindarle atención a Ramírez Muñoz, éste ya había muerto, una anemia aguda, había complicado la herida de bala que atravesó un pulmón y su corazón.

El homicida material de nombre Leny Daniel Sánchez Becerra, quien fue detenido y encarcelado, dijo haber seguido órdenes de Enedino Marcos Cruceiño y Cinthia Marcela Ávalos, los cuales posteriormente fueron capturados y después, liberados sin explicación alguna.

Ninguno fue procesado, a pesar de que en su declaración ministerial –que no fue transcrita al expediente del caso– el presunto asesino dijo haber sido contratado en Tijuana por los dos liberados y que recibió 20 mil pesos por la ejecución de Rodrigo Ramírez Muñoz.

El pistolero incluso refirió que logísticamente estuvo todo el tiempo respaldado por Enedino y Marcela Ávalos, quienes lo llevaron hasta el lugar donde debía matar al supuesto enemigo de los michoacanos.

Una vez cometido el crimen, lo recogieron y lo dejaron en el Hotel Oasis de Cabo San Lucas donde el matón fue capturado por agentes de la Policía Ministerial del Estado, y trasladado hasta separos de la PGJE.

Ya confeso, el homicida Leny Daniel Sánchez Becerra llevó hasta manos de la PGJE a los autores intelectuales del crimen, quienes fueron capturados en las afueras del “Hotel Oasis” en medio de un intenso operativo y llevados a los separos policiacos, según explicaron los testigos.

Después de estar unas horas detenidos en la PGJE, Enedino Marcos Cruceiño y Cinthia Marcela Ávalos Enciso, recuperaron su libertad “tras entregar un soborno de 2 millones 500 mil pesos a sus captores”.

La PGJE nunca dio vista de manera oficial a la PGR ni a la SEDENA.

Otro hecho delictivo más, donde figuró el nombre del “Comandante Willard” fue en la desaparición de tres centenares de dosis de droga y una piedra de crystal en un cateo, registrado el 12 de octubre, donde se detuvo a los presuntos cómplices de la ejecución del narcomenudista Manuel Isaac Hernández Payén, alias “El Terry” o “El Ojos”, en Ciudad Constitución, Baja California Sur.

Lo anterior derivó de la declaración de los tres detenidos de nombre Martín Ponciano Álvarez Espinoza alias “El Güero”, Manuel Alexis Verdugo Peralta alias “El Alexis” y Luis José Ochoa Casares alias “El Chana”, quienes en uno de sus testimonios revelaron que el día en que fueron detenidos “les incautaron un cargamento de 300 dosis de droga y una piedra de crystal de aproximadamente medio kilo”.

Sin embargo, en el parte informativo de la captura de los presuntos responsables, presentado por el entonces comandante de la partida de Ciudad Constitución, Enrique Willard Ramírez, no apareció ningún dato al respecto, por lo que de inmediato, se abrió una línea de investigación, la cual por cierto, dicho sea de paso, no llegó a nada.

Las indagatorias arrojaron que el cargamento fue ofrecido en venta a algunos delincuentes de Ciudad Constitución en la cantidad de 150 mil pesos, sin embargo nadie quiso comprarlo, hasta que el comandante de la partida de Ciudad Insurgentes, Juan María Flores Álvarez, logró hacer contacto con un grupo de traficantes de Los Cabos. Fue entonces cuando se cerró el trato.

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