martes, 20 de agosto de 2013

MALOVA Y LA UAS, DISTANTES Y DISTINTOS

Las autoridades federales y estatales han dejado sola a la Universidad Autónoma de Sinaloa en la solución del fuerte conflicto social que representan los estudiantes que no hallan cupo para cursar la preparatoria o una carrera profesional. A este problema, cíclico y de redundante complejidad, el gobierno de Mario López Valdez ha respondido con insistente oratoria evasiva dejando que la presión se acumule sobre una casa de estudios que apretuja la oferta educativa para darle cabida en sus aulas a un mayor número de alumnos.

El desdén gubernamental a la legítima exigencia de oportunidades de estudios medios o superiores no es otra cosa más que la hipocresía de los políticos que prometen crear para los jóvenes un mañana distinto, pero a la vez los condenan a un futuro que los pone en la encrucijada de la pobreza lacerante o la delincuencia mortífera. Negarle un espacio a alguien que quiere incorporarse a las filas del trabajo calificado y honesto equivale a dejarlo a merced de células criminales con enorme capacidad para reclutar a las vocaciones frustradas.

La realidad habla distinto al discurso que pronunció el secretario de Educación Pública y Cultura del Gobierno de Sinaloa, Francisco Frías Castro, durante la inauguración en la UAS del ciclo escolar en ciernes. Dijo que la Universidad “tiene en la figura del mandatario estatal el más amplio respaldo que puede entregar para que esta institución cumpla su misión… la presente administración estatal ha hecho esfuerzos, junto a los rectores para que nadie se quede sin estudiar”.

Los hechos van en contrasentido de la oratoria oficial. Sólo en el caso de la Facultad de Medicina a la UAS le costará alrededor de 20 millones de pesos al año atender a los más de 200 estudiantes a los cuales les abrió cupo una vez cubierta la capacidad que tiene para atenderlos. En el resto de las unidades académicas también se efectuaron ajustes para que ingresara una parte considerable de los 13 mil solicitantes que se habían quedado sin un lugar para estudiar.
Y el gobierno de Malova, aparte de atribuirse la distensión del reclamo de los rechazados, nada hizo para solucionarlo. No es un régimen que se haya distinguido por el gran apoyo a la UAS; una y otra vez ha regateado los recursos al grado que la comunidad universitaria ha salido a la calle para exigírselos. Sí, es verdad, ha encabezado algunas gestiones ante instancias federales para que mejore el presupuesto a la Universidad y paradójicamente le niega el respaldo del erario estatal.

Al cierre del ciclo escolar anterior el déficit presupuestal de la UAS andaba por alrededor de mil millones de pesos y calculado por cada estudiante ascendía a 16 mil pesos. Es decir la inversión media nacional por alumno es de 45 mil pesos y la institución sinaloense le invierte solo 29 mil pesos, rezago generado porque el Gobierno del Estado no aporta unos mil 600 millones de pesos que tendría que dar para compensar tal desequilibrio.

Por el contrario, el suministro de recursos financieros del Gobierno del Estado para la UAS va en descenso. Mientras que en 2010 el incremento de la aportación estatal fue del 23 por ciento, para el 2011, el primer año del sexenio de Malova, se redujo al 14 por ciento; en 2012 bajó al 13.6 por ciento y para 2013 se estima que descenderá al 7.25 por ciento.  En suma, se ve prácticamente imposible que Mario López Valdez atienda la orientación nacional para que la federación aporte el 50 por ciento del presupuesto a las universidades públicas y los gobiernos estatales pongan el 50 por ciento restante.

Al extender grupos, carga matricular, espacios e insumos para darles cabida a más alumnos, la UAS verá agravado el déficit presupuestal en aras de quitarle encima al gobierno un problema social de magnitudes insospechadas. Los rechazados, víctimas de un sistema político incapaz de orientar hacia una nueva generación del conocimiento, alejada de las tentaciones que oferta el inmenso espectro criminal, tienen todo el derecho a una posibilidad de estudios profesionales y el Estado está obligado a brindársela.

Sin embargo es la UAS la que ha dado la cara otra vez, para que el Gobierno del Estado—cínicamente insensible—vuelva a aconcharse en su perorata hueca.

Re-verso

A la academia del crimen, le vendría bien, en verdad, que el dinero le escatimen, y postren a la Universidad.

Amores perros

Muchos años y no menos agravios tuvieron que pasar para que el Partido Acción Nacional abandonara en Sinaloa el lenguaje fascinante con el que se refería al gobierno de Mario López Valdez. La alternancia fallida es un hecho desde el día que el priista asumió la gubernatura camuflado en las siglas panistas y perredistas, pero Francisco Solano y Edgardo Burgos resanaron con complicidades las fisuras en una relación a todas luces siniestra. Hoy, como en esos amores sellados con perfidia, la separación amenaza y las palabras de pasión se vuelven dagas que uno clava en la espalda del otro.

Demonios sueltos

En el postrauma de la derrota electoral, Alejandro el Diablo Higuera pide que ruede la “cabeza” de Edgardo Burgos Marentes. ¿Para qué pues, si cada cual ya tiene su propio “infiernito”?

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