miércoles, 4 de abril de 2012

LA EJECUCIÓN DE "EL PEÑITA" EN SAN JOSÉ DEL CABO

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Según la investigación de la PGJE, tres agentes municipales y cuatro narcomenudistas se coludieron para asesinar a Ismael de la Peña Lara. El homicidio fue planeado y organizado por un primo de la banda del también conocido como “El Javier”.


INVESTIGACIONES ZETA
San José del Cabo, Baja California Sur. Las primeras indagatorias en torno a la ejecución del agente de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Transito Municipal de Los Cabos, Ismael de la Peña Lara, apuntan hacia tres policías municipales y cuatro narcomenudistas de la organización delictiva de Javier López Rivera, Javier Acosta López o Javier Munguía “El Javier” o “El Javy”.

lapazpoliejecutadoloscabos2El responsable de haber planeado y ordenado el crimen del policía, según el resultado de la investigación que sigue la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), es primo del líder de la banda que actualmente opera como jefe de la plaza de narcomenudistas de San José del Cabo, después de que “El Javier” huyera del estado y se refugiara en Angostura, Sinaloa, cuando supo que células de la organización delictiva de Héctor Beltrán Leyva “El H” pretendían matarlo.

Los policías y narcomenudistas se coludieron para asesinar a “El Peñita”, como era conocido, entre los que se encuentra un primo que es comandante del Sector Uno de San José del Cabo, quien -de acuerdo a las investigaciones- habría pactado con los criminales y ofreció santo y seña de su familiar, facilitando que fuera asesinado sin ningún contratiempo, cuando se dirigía de su casa al trabajo en su camioneta particular.

Así, los asesinos lo esperaron pacientemente sobre la carretera de La Paz a San José del Cabo, a la altura de Mesa de Santa Anita, pues entre los datos que el familiar habría entregado a los matones, era que vivía en un poblado conocido como Agua Caliente de la delegación de Santiago, y que todos los días viajaba entre 7:30 y 8:00 de la mañana en una camioneta tipo pick-up de cabina y media, color verde, con vidrios polarizados.

Y es que el comandante del Sector Uno, quien era prácticamente vecino de “El Peñita”, viajaba todos los días de raite con su familiar; sin embargo, la mañana del 26 de marzo -día del asesinato-, casual y extrañamente dijo que no lo acompañaría, porque pasarían por él.

Las primeras deducciones de los agentes investigadores en el caso, es que el familiar de Ismael de la Peña Lara ya sabía que lo iban a matar, por eso no quiso acompañarlo.

Cuando el policía venía de su casa a su trabajo, y al pasar por Mesa de Santa Anita acompañado de otro policía de nombre Gilberto Felipe Ángeles Meza, fue atorado por los sicarios que viajaban en una camioneta color guinda, con vidrios polarizados.

Los asesinos dispararon de frente con un rifle AK-47, y, cuando el conductor perdió el control de la unidad y se salió de la cinta asfáltica hacia el lado izquierdo, rociaron la camioneta de balas, según la hipótesis de los peritos. En la escena del crimen se encontraron mas de 15 cartuchos percutidos, el cuerpo sin vida del oficial, y el también policía, acompañante de “El Peñita”, herido y escondido entre la maleza.

El origen
Los datos que hasta ahora tiene los investigadores del caso, es que el asesinato de Ismael de la Peña Lara es producto de una venganza del “López”, como le apodan al primo de “El Javier”, detenido junto con otros tres narcomenudistas la noche del 23 de marzo por agentes de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos.

Los datos que hasta ahora han podido recabar, basados en un parte informativo interno de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal, es que De la Peña Lara habría detenido al “López” con un cargamento de droga, consignándolo en la Procuraduría General de la República (PGR).

Sin embargo, el narcomenudista pretendió evitar la consignación y ofreció dinero, lo que no fue aceptado por “El Peñita” y un agente más de la Policía que lo acompañaba en ese momento.

El rechazo desató la molestia del delincuente, quien dijo que de todos modos saldría libre, porque estaba arreglado con los agentes del Ministerio Público de la Federación de la PGR en Cabo San Lucas, Baja California Sur.

En efecto, casi dos horas después de haber sido consignado, “López” salió libre y lo primero que hizo en horas de la madrugada del sábado 24 de marzo, fue llamar al teléfono celular del policía y amenazarlo de muerte.

Palabras más, palabras menos, le advirtió que “ya estaba envolatado”, que se atuviera a las  consecuencias.

Hoy se sabe, según las pistas que han seguido los investigadores de la PGJE, que el narcomenudista había sido detenido entre 15 y 30 minutos antes por el comandante del Sector Uno y familiar de “El Peñita”, quien lo había trasladado en calidad de detenido junto con sus acompañantes a los separos de la Dirección de Seguridad Publica, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos.

Sin embargo y de acuerdo a testimonios, el comandante lo dejó libre a cambio del pago de un soborno de 30 mil pesos en efectivo.

Para la mala suerte del “López”, minutos después de salir de barandilla se le detuvo, con la misma droga que sus anteriores captores le regresaron, y llegó -por segunda vez- a los separos. 

Esta vez ya no salió, ni siquiera porque el comandante del Sector Uno y familiar del oficial caído, abogó por el narcomenudista para que lo dejaran libre. Incluso ofreció 5 mil pesos de los 30 mil que anteriormente había desembolsado el delincuente.

La cacería
Una vez libre y después de haber negociado con el agente del Ministerio Publico de la Federal de la PGR en turno, el delincuente se dedicó a cazar al agente policiaco, porque ya traía la intención de matarlo.

Investigaciones de la PGJE arrojaron que justamente entre el 24 y 25 de marzo, el narcomenudista y encargado de la plaza de “El Javier” estuvo en la oficina de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos.

Hasta el lugar llegó acompañado de cuatro vehículos, de donde descendió un sujeto y habló directamente con el comandante del Sector Uno y familiar de “El Peñita”.

Los testigos recuerdan el encuentro porque, a decir de los agentes investigadores, eran narcomenudistas que llegaron a reunirse con uno de los policías, platicaron y se despidieron, como si nada.

Los vehículos fueron inmediatamente reconocidos por los testigos, y lo primero que comentaron fue que son pushistas, como les dicen coloquialmente a los vendedores de droga en Los Cabos.

De ahí, y un día después, sobrevino el ataque y ejecución de Ismael de la Peña Lara, el primero en su tipo que se registra en contra de un policía municipal de este destino de playa.

La investigación
Hasta el cierre de esta edición, la PGJE únicamente había encontrado abandonada la camioneta utilizada para el crimen, con algunos cartuchos percutidos de calibre 7.62 de rifle AK-47 de los llamados cuernos de chivo, en su interior.

La camioneta de color guinda, tipo Expedition, marca Ford y con placas de circulación 659-PMX9, fue localizada en las calles de Aguascalientes y Jalisco, Colonia San José Viejo.

La unidad es una de las pistas que sigue la PGJE, donde peritos y criminalistas lograron obtener las huellas dactilares de los autores materiales del crimen.

Durante el operativo de búsqueda de los asesinos, más de 15 distribuidores de droga fueron detenidos, empero, nadie reveló el paradero del “López” y los tres narcomenudistas que participaron, y que ya están plenamente identificados.

Los tres agentes de la Policía Municipal presuntamente implicados y encabezados por el comandante del Sector Uno, habían sido suspendidos de su cargo y sujetos a una investigación, no sólo de parte de la PGJE, sino también del órgano de control interno de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos.

El propio alcalde José Antonio Agúndez Montaño y el secretario general del Ayuntamiento, Guillermo Marrón Rosas, ya habían sido informados de la participación de policías y analizaban la situación de ese cuerpo policiaco, cuyo personal no ha sido sometido a exámenes de control y confianza. 

Algunos son señalados por los propios delincuentes de protegerlos, como sucedió cuando se capturó a Jaime Ariel Meza López “El Jimmy”, brazo derecho de “El Javier”.

“¡Hijito!”, exclama, para después preguntar: “¿Qué te hicieron, mi amor? ¡Nooo!”. Luego del grito desgarrador, dice: “No puedo, no puedo… ¡Déjenme con él!”.

Parada frente al féretro, colocado debajo de una carpa, por el cristal observa por última vez el rostro de su nieto, abatido a tiros el 26 de marzo por el crimen organizado.

“Yo lo vi crecer”, decía la anciana, a la vez de cuestionar reiteradamente: “¿Por qué él? ¿Por qué?”.

La tristeza invade el panteón de Santiago, Baja California Sur, donde familiares y amigos avanzan hacia el ataúd para tocarlo y acariciarlo, demostrando así el cariño que sentían por “El Peñita”, como solían decirle al policía caído.

Son las cuatro de la tarde del martes 27 de marzo en este poblado de Santiago, y los familiares y amigos del oficial asesinado están presentes en su último adiós.

Antes, todos se habían reunido en un pequeño poblado conocido como Agua Caliente, donde el agente de 29 años vivía junto con su esposa e hijos. 

Ahí esperaban el cortejo fúnebre procedente de San José del Cabo, resguardado por decenas de policías que fueron compañeros de “El Peñita”.

“No debió morir así. Era muy joven todavía”, decían los familiares y amigos, mientras comentaban el suceso que sacudió a Los Cabos.

Ya en el panteón, los sentimientos estuvieron a flor de piel. Niños, jóvenes, mujeres, hombres y ancianos, tenían el rostro desencajado. 

La mayoría evidenciaba un profundo dolor que se traducía en llanto.
Armados hasta los dientes, los propios compañeros del policía, algunos fornidos y otros grandotes, y quienes en apariencia física eran inquebrantables, de repente flaqueaban ante el desgarrador panorama.

Un par de músicos, guitarra en mano, entonaba melodías y corridos norteños, como “Puño de Tierra” y “Las Tres Tumbas”, de Los Cadetes de Linares. 
 “Así matan los cobardes, cuando les aflora el miedo”, refiere un párrafo de la canción,  lo que se traducía en coraje y rabia de los familiares y amigos, sobre todo en aquel momento, en que un grupo de mujeres entonaba el tema musical.

Casi dos horas después, cerca de las seis de la tarde, comenzó el pase de lista. Encabezados por el encargado del despacho de la Dirección de Seguridad Publica, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos, Román Martínez Marín, los policías gritaron “¡presente!” al pronunciar el nombre de Ismael de la Peña Lara.

 Los sonidos de las palas -justo cuando aventaban la tierra al ataúd- se confundían con el llanto y los gritos de los familiares y amigos, quienes al mismo tiempo exclamaban: “¡Justicia, justicia, justicia, justicia!”.

El redoble de los tambores y el sonido de las trompetas, daban el último adiós a un policía municipal más de los cinco que en los últimos tres años, han caído abatidos por las balas del crimen organizado, el que, según el secretario estatal de Seguridad Pública, Álvaro de la Peña Angulo, “no opera en el estado”; sin embargo, es el responsable de todas las muertes de policías registradas en los últimos tiempos.

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