La
escritora y activista Dolores Dorantes se ha refugiado en Los Ángeles y El Paso
después de que fue amenazada de muerte por hombres armados en Chihuahua. Esta
es la tercera parte de una serie de relatos de mujeres que huyeron de la
violencia en México y pidieron asilo político en EU.
Dolores
Dorante en El Paso. Foto: Cortesía
Isaias
Alvarado
Ciudad
de México, 1 de noviembre (SinEmbargo/La Opinión).– La activista y escritora
Dolores Dorantes colaboraba con tantos grupos feministas en Ciudad Juárez,
Chihuahua, y su pluma era tan crítica del gobierno en sus columnas publicadas
en un diario nacional, que aún desconoce el motivo preciso por el que sujetos
armados entraron a su casa para amenazarla el 10 de marzo de 2011.
Dorantes
lo tomó muy en serio porque algunos de sus compañeros de lucha habían sido
asesinados y su amiga Norma Andrade, dirigente de la organización Nuestras
Hijas de Regreso a Casa, fue el blanco de distintos atentados. Después de huir
de la ciudad, la casa de Andrade fue incendiada.
Dolores
Dorantes es una de las miles de mexicanos que han solicitado asilo en EU ante
la violencia en su país. Foto: Cortesía
Aunque
no le avisó a nadie que se iría a El Paso, Texas, Dorantes no llegó sola a la
garita. Unos tipos la esperaron en el cruce fronterizo para advertirle que
alguien la quería ver muerta. “Me dijeron que ya les habían pagado para
desaparecerme”, dice. “Conocían toda mi información personal”.
Lo
más difícil no fue despegarse de sus lazos afectivos y materiales con Ciudad
Juárez, afirma, sino sanar las secuelas de la persecución, que también incluyó
cateos ilegales y robo de documentos, la constante presencia de militares y
policías frente a su casa, y el aparente espionaje telefónico.
Fueron
tres meses de exorcismo en El Paso. “No soportaba tener a alguien atrás de mí”,
contó.
SU ARRIBO A LOS ÁNGELES
Su
segunda escala fue Los Ángeles, donde la arropó un grupo de artistas locales.
En esta ciudad ella realizó lecturas de su poesía y compartió fragmentos de sus
libros a través de expresiones artísticas. Aún estaba nostálgica del lugar
donde pasó 25 de sus 42 años, cuando supo que no podía regresar.
Su
amiga, la activista Andrade, fue atacada otra vez en Chihuahua, en diciembre de
2011, como lo detallaron varios medios. “Esa vez le dieron cinco balazos, no
murió afortunadamente pero fue una alerta para mí”, dice.
A
mediados de 2012, con el respaldo del grupo Public Counsel, Dorantes obtuvo el
asilo político de Estados Unidos.
Ese
año 10,714 mexicanos pidieron refugio pero sólo 113 casos fueron aprobados.
“Varios
compañeros fueron asesinados”, señala la escritora. “Si regreso a Juárez me
matan”.
La
escritora y activista Dolores Dorantes tuvo que buscar refugio en Estados
Unidos ante la amenaza de muerte. Foto: Cortesía
CIELO PORTÁTIL
Dorantes,
quien ahora se ha establecido en El Paso y desde ahí coordina su organización
Cielo Portátil, no cree ser una víctima de la guerra contra las mafias, sino
del “cártel de las corporaciones”.
“Es
una guerra que tiene intereses más profundos y se está utilizando al narco como
una excusa para desplazar a cientos de personas y despojarlos de sus tierras y
crear un nuevo orden en México”, dice.
Este
mes saldría su último libro, “Estilo”, que escribió en su autoexilio, en El
Paso.
“Habla
precisamente de la guerra y de la persecución en general, porque parte de lo
que yo sostenía en mis columnas es que hay una guerra mundial, no me parece que
la guerra contra el narco sea una ‘verdad’”, reflexiona.
A
Dorantes le preocupa que cuatro años después de su salida la situación aún sea
complicada para todo aquel que cuestione al gobierno en Ciudad Juárez. “Los
activistas de derechos humanos y los periodistas siguen siendo asesinados,
perseguidos, intimidados”, dice. “Ese plan sigue en marcha”.
(SIN
EMBARGO.MX/ Redacción / noviembre 1, 2015 - 15:53h)
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