domingo, 1 de noviembre de 2015

CONFESIONES SOBRE PROCESO


Rafael Rodríguez Castañeda y Jenaro Villamil en la FILO 2015. Foto: Ciudadanía Express

OAXACA, Oax. (apro).- El secreto de Proceso es que sigue siendo fiel a su origen: “La confrontación con los poderes, no sólo el presidencial sino los alternos, e incluso los disfrazados”.

La definición es del director del semanario, Rafael Rodríguez Castañeda, durante su participación en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) 2015, donde reveló que la única arma de la revista es la información cimentada en un periodismo cabal, independiente, crítico, revelador, de investigación.

En la edición 35 de la FILO, cuya temática se centró en “¡Expresiones de la libertad!”, Rodríguez Castañeda y el periodista Jenaro Villamil participaron en la charla “Rumbo a las cuatro décadas de la revista Proceso”.

En la conversación surgieron algunas confesiones ante las “provocadoras” preguntas de Villamil, quien formuló interrogantes desde el golpe presidencial al Excélsior de Julio Scherer García, hasta el zapatismo, la sobrevivencia, el control publicitario, el rezago en la era digital, su relación con Andrés Manuel López Obrador y la partida del ex director y fundador del semanario.

Rodríguez Castañeda anticipó: “Es el cumpleaños más adelantado que he celebrado en mi vida, falta un año para los 40 de Proceso, pero ya comenzamos a celebrarlo como los buenos cuarentones lo hacen: están cumpliendo 40 años desde que tienen 35”.

Luego explicó que el impreso “nació de un grito de rabia contra la pretensión del autoritarismo antidemocrático de silenciar a un grupo de periodistas encabezados por Julio Scherer, y por ello decidimos que el silencio no iba a permear en el país de ese entonces ni en el de ahora”.

La revista, recordó, “nace con esa figura marcada a fuego y que no hemos abandonado. Su historia es la de una publicación que podríamos pensar que es un ser humano permanentemente arriba del ring, con frecuencia estamos en el centro del ring intercambiando golpes, con frecuencia vamos adelante tratando de vencer al enemigo y con frecuencia, hay que decirlo, nos tienen contra las cuerdas, pero afortunadamente Proceso, en vísperas de sus 40 años, se mantiene vigoroso”.

Jenaro Villamil recordó que la historia de la revista es atípica en los medios de comunicación en México, debido a que nació de un golpe del poder presidencial contra Julio Scherer, el entonces director del periódico más importante del país, y desde entonces el semanario, más que tratar de agradar al presidente en turno, ha sido la “revista incómoda” para los presidentes, los políticos, los gobernadores y los poderes fácticos en general” para enseguida preguntar:

–La contraposición al poder presidencial sigue siendo la esencia de la revista ¿y por qué?”.

Rodríguez Castañeda respondió: “el secreto de Proceso es ser fiel a su origen, pues nace como producto de una agresión gubernamental que provino de la más alta cúspide del poder y del Estado mexicano de aquel entonces, representado por Luis Echeverría, que ejerció la mano brutal que le significaba todo ese poder de aquel entonces, el autoritarismo antidemocrático que él como pocos presidentes priistas ejerció en toda su plenitud para aplastar a Excélsior, uno de periódicos más importantes del mundo.

“Y para ello recurrió a lo que se da con frecuencia, que es la traición interna, utilizó los servicios aviesos estilo Judas de Regino Díaz Redondo para golpear el proyecto de Excélsior y acabar de un manotazo con una historia de independencia, de crítica, de fuerza investigativa periodística.

–¿Cómo le ha hecho Proceso para sobrevivir en un esquema donde los medios dependen de la publicidad gubernamental? Continuó el interrogatorio de Villamil.

–La palabra clave es libertad. Esa pequeña palabra es mágica, pues se convierte en una palabra verdaderamente estruendosa cuando no es retórica sino cuando se ejerce –puntualizó el director del semanario.

“Recuerdo cuando José López Portillo decidió retirar todo tipo de publicidad del gobierno federal en las páginas de Proceso. Teníamos un precario equilibrio financiero. En los ochenta todavía era muy joven la revista, eran los primeros cuatro años, sin duda fue un quebranto fuerte porque nuestra economía dependía de esa publicidad gubernamental.

“Tuvimos que recortar personal y reducir la paginación, suprimir la agencia de noticias, pero ocurrió que pocas semanas después de aquel boicot, con esa frase que marcó un hito en la historia de las relaciones entre el gobierno y los medios de comunicación, aquello de ‘no pago para que me peguen’, apenas unos meses después, Proceso publicó un amplio reportaje sobre las casas de López Portillo en la Ciudad de México, en la llamada ‘colina del Perro’.

“Ese reportaje junto con otros textos semejantes, como el de su jefe de seguridad Arturo Durazo, más la mansión que ostentaba su jefe del Distrito Federal, Carlos Hank González, cerca de Nueva York, ocasionó que Proceso multiplicará su venta de ejemplares de una manera geométrica, de tal manera que lo que nosotros creíamos que era el comienzo del declive de la revisa fue el comienzo de sustituir la publicidad con la venta del producto”.

Y detalló: “No recuerdo cifras, se vendían alrededor 30 o 35 mil ejemplares y, a partir de esos reportajes, sobrepasamos los 100 mil.

“Poco a poco las finanzas mejoraron y el ‘no pago para que me peguen’ a partir de entonces, virtualmente, nos tiene sin cuidado”, puntualizó.

Y siguió:

“Yo puedo decir que actualmente, en las relaciones con el gobierno, éste sigue ejerciendo la política de López Portillo, nada ha pasado en este país que cambie las cosa en lo esencial ni con los que creyeron en el gran golpe democrático del año 2000 ni con el regreso del PRI. En realidad se sigue ejerciendo la política de ‘no voy a pagar para que me pegues’, pero Proceso encontró la fórmula en algo importantísimo, nos convertimos en interlocutores, no del gobierno sino de ustedes, los lectores”.

Jenaro continuó puntilloso: “¿Vetar es una práctica priista, empeoró o sigue siendo lo mismo con el PAN o el PRD?”
Rodríguez Castañeda puntualizó:

“Hablaba yo del año 2000 y algunos optimistas pensaron que iba a ser la ‘primavera mexicana’, y en realidad fue un gobierno desastroso encarnado por Vicente Fox y Marta Sahagún –la llamada ‘pareja presidencial’–. La apertura del gobierno panista –así, entre comillas– fue durante los primeros años, hubo más publicidad hasta que Proceso decidió publicar el reportaje del divorcio religioso de Marta con su anterior marido con el título: ‘Hasta que la iglesia nos separe’… “Esa portada significó el retiro de la publicidad”.

Y en el caso del PRD, si algún día llega a Los Pinos, dijo Rodríguez Castañeda, sin duda no se comportará de manera distinta.

Para ilustrar su comentario citó el caso del gobernador con licencia Ángel Aguirre, a quien le tocaron dos huracanes que, de verdad, golpearon zonas muy pobres del estado de Guerrero.

“Proceso tenía una pauta de publicidad y recuerdo que se publicó en portada una cabeza así: Llovía y llovía y el gobernador bebía y bebía, pues estaba en una pachanga. Lo que hizo fue ordenar la suspensión de la publicidad”.

LÓPEZ OBRADOR Y EL 2018

Y Villamil soltó: “Si López Obrador gobernará en 2018, ¿cómo percibes esa relación con Proceso?”

“Es una pregunta digna de un reportero de Proceso, es provocadora. Tiene la jiribilla típica de Villamil”, comenzó Rodríguez Castañeda.

Y abundó:

“Alguna ocasión surgió esa misma cuestión en un evento de los 30 años de la revista Proceso en la Feria de Minería. Estábamos en el estrado Juan Ramón de la Fuente, don Julio Scherer y Denise Dresser, entre otros, y alguien preguntó eso y yo respondí. ‘Si llegara al poder presidencial, López Obrador sabría de qué se trata Proceso’.

“No pasó mucho tiempo, en plena campaña de López Obrador, cuando comenzaba el bombardeo contra él, Proceso publicó una portada que él consideró que fue definitiva para perder su primer intento por llegar a la Presidencia: La estrategia soy yo.

“No escuchaba ni a sus consejeros, ni a sus críticos ni a sus propios enemigos. Unos meses después, él me dijo en un desayuno muy áspero que esa portada ‘significó para mí el último golpe para no haber ganado las elecciones’”.

–¿Por qué Proceso decidió convertir el tema de la guerra contra el narcotráfico en uno de los ejes centrales de la denuncia aun a costa de muchas críticas, incluso de lectores, que decían era una apología a la violencia?–cuestionó Villamil.

–La revista, junto con la crítica al ejercicio del poder, ha tenido una cualidad: haber recogido en su trabajo periodístico toda la crudeza de lo que un país está viviendo. Busca reflejar la historia de un país.

“Si algún historiador se asoma a los últimos años del siglo XX y principios de siglo XXI, tendrá que tener como material de utilidad enorme las páginas de Proceso.

“Con frecuencia los medios de comunicación, cuando la realidad es cruda, áspera y sangrienta, buscan evadirla, pero Proceso ha sido fiel en tratar de reflejar, con un sinnúmero de errores, el pulso de un país.

“Poco antes del comienzo de Felipe Calderón hablé con una persona importante del propio gobierno y me dijo, ‘si Proceso no se baja del tema del narco y de la violencia que viene, Proceso habrá estado atinado’.

“Yo le creí y la revista comenzó a canalizar en torno a esto. Sin duda hubo decisiones no sólo como persona sino como grupo, lamentamos incluso agredir a los lectores con las imágenes que publicamos, pero eran las imágenes, los relatos, los textos que reflejaban con crudeza, sin concesiones, lo que estaba pasando en el país.

“Posiblemente nos hayamos excedido en algunos momentos, pero la exageración dentro de un marco contextual de realidad no sólo es perdonable, sino con frecuencia se vale para poner un grito de alerta y no creerle a un gobierno que ocultaba la verdad. Apenas está aflorando la cantidad de muertos que salen en fosas que se van descubriendo, la cantidad de gente enterrada sin registro, la cantidad de falacias que se cometieron por parte de la fuerzas federales, de ejecuciones sin juicio alguno”, argumentó Rodríguez Castañeda.

EL LEGADO DE SCHERER

Luego Jenaro tocó la muerte de Julio Scherer García , ocurrida el 7 de enero pasado, al cuestionar:

–¿Podrá sobrevivir Proceso sin Julio Scherer?

–Creo que un ser como don Julio es un golpe muy fuerte para su familia, sus seres queridos y la institución que condujo 20 años en calidad de líder de permanente presencia. Sin duda, esa pérdida fue fuerte.

“Pero una virtud que al principio se consideró un defecto, fue la de retirarse operativamente al cumplir 20 años y respetar al grupo de compañeros de la planta laboral de Proceso, echarnos adelante, no sólo porque estaba él pero sí dejarnos en plena libertad de acción, de imaginar sin el peso fuerte de una persona.

“Creo que eso fue lo que nos enseñó, pues no sólo fue un gran director, también un gran maestro. Me siento orgulloso de haber podido convivir con él muchos años. Yo llegué a la jefatura de la redacción de Proceso en 1979 y ejercí ese cargo 20 años, hasta que fui nombrado director.

“Conviví con él en el aprendizaje y él convivió conmigo en la enseñanza, en la técnica periodística, de investigación y editorial, pero sobre todo la enseñanza humana y de la independencia.

“Sin duda, él encontró algo en mí que fue una semilla que él supo trabajar, regar y le dio lo necesario para florecer: Hacer una revista de un valor periodístico tal que hiciera de su lectura algo imprescindible.

“Sus dos lemas son enseñanza de don Julio: ejercer un periodismo sin concesiones y convertir a Proceso en lectura imprescindible.

“A casi 40 años, el mayor reto es no ceder en ninguno de nuestros conceptos. Ahora, una de las metas es que Proceso se adapte a los nuevos tiempos sin perder un ápice de su esencia. Sin duda la revista sobrevivirá y seguirá siendo materia que, para desgracia de los gobernantes, tenga un público que nos esté esperando cada semana”.

El público también preguntó sobre el hostigamiento y amenazas que padece el semanario.

Rodríguez Castañeda reconoció que, efectivamente, Proceso dejó de publicar un reportaje ante la amenaza de la eventual desaparición del impreso.

Relató:

“No estuve solo, don Julio y Vicente Leñero decidimos que el reportaje por sí mismo valía menos de lo que valía Proceso.

“Era un reportaje de un incidente menor de unas sobrinas de Manuel Bartlett que habían sido secuestradas por religiosos ultras de Venezuela; publicarlo le hubiera hecho daño a Manuel y a su familia. Y se decidió no hacerlo.

“Fuera de eso, no hay nada que no se haya publicado y sigue habiendo amenazas que se pueden considerar normales.

“Pero lo que preocupa más a Proceso es el riesgo en el que viven muchos de sus reporteros, fotógrafos, corresponsales y enviados a los estados. Hemos tenido incidentes y, por desgracia, uno trágico (el asesinato de Regina Martínez, corresponsal en Veracruz), como repercusión del trabajo de nuestros compañeros, y es algo que la revista tiene como norma: intentar que los trabajadores de la información realicen su labor en la mayor certeza de seguridad posible.

“Por desgracia en este país no sabemos, con más de 100 periodistas muertos el periodismo se ha vuelto un ejercicio de alto riesgo, pero el semanario lo asume con cierta naturalidad. Tratamos de no rasgarnos las vestiduras, tratamos de no dramatizar demasiado y saber que todos los que trabajamos en Proceso sabemos que es una posibilidad, remota pero posibilidad, de que quizá no se regrese. Los que somos periodistas asumimos el riesgo.

El Caso Aristegui

En cuanto al caso de Carmen Aristegui, reconoció que hizo un trabajo espléndido con su equipo con el reportaje de la “Casa Blanca”.

“Ella ya tenía la prohibición en radio de difundir a través de MVS el material y sólo tenía su portal de noticias. Y decidió compartir su trabajo con medios afines. Al conocer el reportaje, Carmen fue muy generosa al darnos a conocer los puntos finos de su investigación para que no tuviésemos la menor duda de que era material valioso.

“Nos fuimos junto con ella pese a las consecuencias. En el caso de ella ya sabemos de las lamentables consecuencias y en el caso de Proceso no las hubo, pero lo que sí hubo es un enorme solidaridad con ella y su trabajo”.

El presidente de la fundación García Márquez, Jaime Abello, reconoció que Proceso ya tiene ganado muchísimo, pero la capacidad de potenciarlo, de sostenerlo, depende de que haga una apuesta de relanzamiento hacia lo digital, aunque con el acompañamiento de su público.

Rodríguez Castañeda reconoció que la revista está llegando, según juicios críticos, quizá un poco tarde al mundo digital.

“No sólo hacemos la revista, hacemos ediciones especiales, y por cierto creamos hace un par de años una editorial que aún edita libros en papel. Perece una contradicción, pero hace unos meses emprendimos un plan de desarrollo digital con una dosis de elementos en contra que son nuestra vocación por el papel.

“Por eso hacemos inversión humana y técnica, por acompasar el trabajo al desarrollo digital. Definitivamente es el reto del siglo XXI y Proceso no debe quedarse atrás. El papel nos gana, pero más temprano que tarde el portal noticioso, que tiene millones de visitas al mes, debe consolidarse”.

A la pregunta sobre la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del subcomandante Marcos, Rodríguez Castañeda comentó:

“Lo de Marcos es muy interesante. Fue un momento histórico del país, pero particularmente para los medios de comunicación, que con el levantamiento zapatista por lo menos degustaron de la libertad.

“De pronto muchos medios encontraron que teníamos una guerra en casa, ya no tenían que irse al Medio Oriente o a África, sino aquí de pronto teníamos un levantamiento zapatista.

“Creo que fue el momento en que Proceso comenzó a enfrentar una verdadera competencia. Antes de esa fecha, enero de 1994, el semanario prácticamente estaba solo como una revista que sólo ella abordaba ciertos temas, que se confrontaba con el poder, que vivía en riesgo. De pronto la prensa tomó el gusto por la libertad y el periodismo independiente.

Rafael Rodríguez recodó que Julio Scherer hizo una célebre entrevista con Marcos, en donde hasta Televisa se dejó cautivar por el subcomandante. Ese hito fue importante para el semanario y muchos medios.

“La edición de Marcos en la portada se publicó con una cabeza que decía: Podrán cuestionar las formas pero no las causas.

“Fue la revista de mayor circulación en la historia de la revista, con un tiro de 360 mil ejemplares. Marcos estuvo agradecido, y nosotros también”, finalizó el director del semanario entre risas y aplausos.


(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ PEDRO MATÍAS/ 30 DE OCTUBRE DE 2015)

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