lunes, 26 de agosto de 2013

SÍNTOMAS DEL SINALOA CERRIL

Como dos señales que alertan sobre un  retroceso  en  materia de garantías constitucionales, el gobierno de Mario López Valdez procedió, en cuestión de días, a rechazar groseramente las recomendaciones de derechos humanos e intentar la invasión a los datos biométricos que son intrínsecos a las personas, en una escalada típica del autoritarismo pero apartada—muy  distante—de la aspiración por un régimen que se ajuste al estado de derecho y por lo tanto esté en aptitud jurídica para ceñir a los ciudadanos al marco legal.

De marcada tentación por el absolutismo (“el Estado soy yo”) el gobernador ha dejado a la vista una y otra vez la propensión a eliminar cualquier atisbo de desavenencia. La crítica le cae como alcohol vertido en herida aún sangrante; las observaciones de los órganos de auditoría y fiscalización invariablemente las desecha prejuiciándolas con inquinas imaginarias e inclusive los distanciamientos que asumen organizaciones políticas que antes consideró aliadas las reduce a simples reyertas partidistas.

Es absurdo que en estos momentos, cuando los sinaloenses buscan quién los guíe en la senda de la legalidad y civilidad, el líder que debieran tener solo les muestra la ruta de los arrebatos y manotazos en frecuentes episodios de intolerancia que redundan en el imperio de la anarquía en que personajes y grupos delictivos han convertido a la tierra de los once ríos. Al frente de las instituciones, Malova opta por agudizar la  atmósfera de ingobernabilidad.

La postura obtusa que el procurador Marco Antonio Higuera Gómez asumió al calificar de incompetente a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, por la recomendación 37/2013 que le hizo  referente a irregularidades en el proceso pericial del caso Perla Lizeth Vega Medina, delata la inextinguible vocación arbitraria de gobiernos que quisieran el terreno liso para desplazar en él sus peores aficiones dictatoriales.

Enseguida vino la decisión de capturar datos biométricos de los solicitantes de licencias de conducir, situación que ha desencadenado una serie de críticas a Malova, fuera y dentro de Sinaloa, opositores a los cuales el gobernador optó por reducir a delincuentes al señalar que solo los que tienen cuentas pendientes de la ley se oponen a dicha medida. Adicto a los elogios, ve a los discordantes como malandrines.

Cada vez es más acertada la conjetura social del gobernante incompleto, aquel que prefirió ser uno más del montón en vez de erigirse como el estadista que requería Sinaloa para avanzar en democracia, transparencia, legalidad y desarrollo. A menos de la mitad de un sexenio que por anticipado se conoce como el de la esperanza fallida, ya se evalúa como un traspié, otro tropezón histórico, de esta entidad que durante décadas se trabó en el estilo gansteril de priistas que se llevaron todo y que por no dejar cargaron hasta con sus propias miserias.

Aunque pareciera una grotesca exageración, en gran parte de los sinaloenses que analizan y reflexionan sobre el ámbito político cobra forma una premisa: en la historia moderna de Sinaloa no se recuerda un gobernante que haya llevado la megalomanía, el autoritarismo y el desapego a la ley a los niveles a que los ha elevado Malova. ¿Ni siquiera Antonio Toledo Corro? Es el trágico desenlace de un mandato que todavía no acaba, pero también de una ilusión colectiva que ya terminó.

El menosprecio al ombudsman sinaloense y la impertinencia de vulnerar el derecho de habeas data en solicitantes de licencias de conducir constituyen el más reciente indicio de que las libertades y el respeto a las personas de bien están lejos de ser convicciones del gobierno de López Valdez. Hay una estela de atropellos que, infortunadamente, van en contrasentido de las luchas emprendidas por décadas para encarrilar a este solar bárbaro por la vía de la sociabilidad armónica y legal. No existe otra alternativa civil que aquella de seguir en la trinchera que los políticos han abandonado.

Por lo pronto, en el régimen de la alternancia frustrada ya no será posible el apego a las garantías constitucionales. Y menos el fortalecimiento de éstas.

Re-verso

En el Estado desastre, el de los roles invertidos, los de paz son un lastre y los pillos, bienvenidos.

Apuesta amarilla

Hay quienes creen que el Partido de la Revolución Democrática no está dispuesto a arriesgar nada en la relación con Mario López Valdez ahora que el PAN se ha deslindado del anteriormente llamado “gobierno del cambio”. La pálida posibilidad de que los perredistas sacrifiquen las pírricas posiciones que tienen en el Gabinete malovista lleva a otros a especular que las siglas del sol azteca hasta presumirán ser el poder en Sinaloa.  Sera el sereno, pero en caso de optar por traicionar el espíritu de la alianza opositora que en 2010 sacó al PRI de palacio de gobierno, el PRD difícilmente hallaría espacio en otra coalición que le deje tajadas como las que saborea hoy.

Apuesta al olvido

¿Cuál fue la aportación de Mario López Valdez en los seis meses que presidió la Conferencia Nacional de Gobernadores? ¿Que fue el primer sinaloense en presidir la Conago? Eso no lo registrará la memoria social que no está programada para recordar insignificancias.

(RIODOCE/ Columna Observatorio de Alejandro Sicairos/  

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