Los señores del dinero en México ya metieron las manos en un
negocio que hasta hace poco les era ajeno: las cárceles. Empresarios
como Carlos Slim, Olegario Vázquez Raña y las familias Hank y Quintana
ya construyen prisiones gracias a que en el sexenio pasado Genaro García
Luna, entonces secretario de Seguridad Pública, les abrió la puerta a
ese esquema copiado de Estados Unidos. Pero voces disidentes alertan:
Privatizar el sistema penitenciario es darle paso al crimen organizado
para que lo controle, ahora sí formalmente.
Rodrigo Vera
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con el respaldo del gobierno, la iniciativa
privada ya incursiona en la construcción y administración de cárceles en
México, pues descubrió que el sistema penitenciario nacional, con una
población de más de 238 mil reclusos, es un importantísimo “nicho de
negocios” del que puede sacar jugosas ganancias.
Pese a carecer de experiencia en un ramo tan delicado para la
seguridad, ya empiezan a invertir sumas multimillonarias en el rubro
algunos empresarios como Carlos Slim y Olegario Vázquez Raña y las
familias Hank Rhon y Quintana.
El actual promotor de las cárceles privadas es el titular de la
Comisión Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb, quien alaba así
las bondades de este tipo de prisiones: “En ningún caso hay
autogobierno ni manejo interno de estupefacientes ni violaciones a los
derechos humanos”.
Pero algunos analistas rechazan tajantemente este discurso idílico
del gobierno y advierten que ahora hasta el crimen organizado podrá
manejar formalmente las prisiones mediante este lucrativo esquema
privatizador que facilita el lavado de dinero.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1906 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
/ 16 de mayo de 2013)
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