jueves, 16 de mayo de 2013

"MI MARIDO NO MEVA A CREER QUE QUIEN LE COLGÓ FUE EL PRESIDENTE"



El titular del Ejecutivo federal se paseó por las mesas de los docentes para hacer él mismo el cabildeo
Ciudad de México  • El presidente Enrique Peña Nieto decidió tomar el cabildeo de la reforma educativa de manera personal. No le bastó el discurso en tribuna, y una vez terminado el desayuno se acercó a las mesas y platicó con las maestras sobre las ventajas de lo que se aprobó en las legislaturas recientes.

“Quiero que a los maestros de sus estados les manden saludos. 

¡Pero se los mandan! No se los coman. Y quiero que les digan que la reforma es para ellos, les va a ayudar. Creo que no se los hemos dicho lo suficiente”, platicaba con una maestra veterana, de unos 75 años, de Sinaloa, mientras le tomaba la mano.

La mujer que desde hace 15 años dejó de dar clases para convertirse en directora de una primaria asintió con la cabeza.

Apenas minutos antes el mandatario había reconocido la trayectoria de los docentes y los exhortó a mantener una visión “progresista”.

Contrario a los recorridos de costumbre, además de tomar la cámara para posar en las fotografías, Peña Nieto hizo pausas para platicar con las maestras de estados como Coahuila, Nayarit y Colima que hacían fila y se empujaban en desorden para alcanzarlo.

En cada uno de los corrillos que se formaban para saludarlo, el Presidente hizo una pausa para conocer el nombre y el estado de donde provenían los docentes, después reiteraba, una vez más, las bondades de la reforma.

Este año la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo estuvo ausente por completo. Nadie mencionó su nombre y Juan Díaz, líder del SNTE, fue ovacionado como ella en antaño.

No hubo alusiones a ella en los mensajes ni una alusión informal con los maestros en las mesas del desayuno.

Díaz, en su discurso, garantizó la permanencia de los maestros en sus plazas, los llamó a un ejercicio de autocrítica y elogió la reforma que se aprobó hace unos meses.

Díaz caminaba justo detrás del mandatario, acompañando al secretario de Educación, Emilio Chuayffet, quien evitó a toda costa hacer cualquier comentario durante el acto.

Las preguntas las evadió con una sonrisa, un movimiento de cabeza y con acelerar solo un poco más el paso para confundirse en el desorden del Estado Mayor y las maestras que peleaban por un espacio.

También el director del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, intentó saludar al mandatario, y de buena gana iba a esperar hasta que llegara a su mesa; sin embargo, los empujones y la insistencia de los maestros para con Peña Nieto lo desalentó y terminó por desistir.

“Lo veré después, ahorita es casi imposible. Con más calma, quizá”, dijo, y caminó al fondo de la explanada donde se colocaron las mesas para el festejo de los maestros.

Mientras, el Presidente de la República batallaba con un teléfono para sacar una foto con una maestra entusiasta. Al momento que enfocó la cámara, el celular recibió una llamada.

—¡Por eso no podía! ¿Le cuelgo? —preguntó el Presidente a la maestra.

—Sí, sí —dijo ella nerviosa y sin poder mirar quién llamaba.

El mandatario colgó la llamada—“mal momento”, bromeó— y tomó la foto, después entregó el celular y siguió el recorrido.

“Era mi marido. No me va a creer en años que quien le colgó fue el Presidente”.

(MILENIO/   

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