Raymundo Riva Palacio
Los “broncos” y los
independientes no aparecieron por generación espontánea: son consecuencia del
repudio ciudadano a la partidocracia, la concentración y abuso del poder y los
gobiernos inmorales de todas las tendencias. Jaime Rodríguez, “El Bronco”,
catalizó ese sentimiento y se convirtió en el primer gobernador sin partido.
El mensaje es inobjetable:
cuando la sociedad se decide, pasa por encima de siglas partidistas,
maquinarias electorales, medios de comunicación afines al Gobierno y del propio
Estado. Nada la puede detener; su fuerza pacífica es al mismo tiempo
demoledora.
Rodríguez asumió el Gobierno
de Nuevo León el 3 de octubre, frente a un desencajado Rodrigo Medina, acusado
de corrupto, incompetente y pusilánime.
En un país de leyes, el
exgobernador priista ya estaría en prisión, pero en México la delincuencia
política se premia con nuevos cargos públicos.
Una manera de proteger a los
responsables de la ruina de los estados y del país propia de la mafia.
El triunfo de Rodríguez era
previsible con Medina en el poder, impuesto por José Natividad González para
cubrir sus tropelías; una selección del PRI equivocada y un Gobierno Federal en
crisis. Rodríguez obtuvo un millón 20 mil votos, 350 mil más que Peña Nieto en
2012. El entonces candidato presidencial rozó los 670 mil sufragios, sumados
los del PRI y los del Verde.
“El Bronco” dista mucho de
ser un político químicamente puro, pero en las elecciones del 7 de junio ganó a
los candidatos del PRI (Ivonne Álvarez) y el PAN (Felipe de Jesús Cantú) en una
proporción mayor de dos a uno; incluso los superó a ambos, pues juntos
recibieron 965 mil 187 votos. En los nuevoleoneses pesó más el deseo de un
cambio real y de castigo contra los partidos tradicionales y los gobiernos
–estatal y federal–, que las limitaciones, errores y el pasado priista de
Rodríguez. Antes de declararse independiente, “El Bronco” militó 33 años en el
PRI, por cuyas siglas fue diputado federal, local y alcalde de García.
Para restarle mérito a la
victoria de Rodríguez, se le acusa de haber sido financiado por los grupos
económicos de Monterrey. En campaña, después de ganar un debate con Álvarez y
Cantú, su exesposa lo denunció por “violencia familiar”. Nada lo detuvo ni alteró
la decisión ciudadana de echar al PRI del poder y de castigar también al PAN
por el pésimo desempeño de la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes,
quien perdió la nominación por descuidar sus obligaciones. Mientras estaba en
campaña, la ciudad se hundía en el caos.
La renuncia del expanista
Fernando Elizondo como aspirante de Movimiento Ciudadano al Gobierno, para
sumarse a la candidatura de Jaime Rodríguez, resultó crucial para lograr una
alternancia inédita en Nuevo León y en el país. Víctima de un par de atentados
del narcotráfico en su gestión como alcalde de García, “El Bronco” está
resuelto a atacar la corrupción, a desligar al Gobierno de las televisoras, a
las cuales Medina pagó 8 mil millones de pesos anuales, y a consultar con la
ciudadanía sus decisiones.
Su carta de renuncia al PRI,
el 14 de septiembre de 2014, es un llamado a la rebelión pacífica: “(…) he
decidido unirme a millones de mexicanos que han llegado al límite de la
paciencia. Y que hoy, encabronados, muy molestos, exigen cambiar los viejos modos
políticos del partido y del propio sistema. Coincido con ellos, porque pienso y
siento lo mismo que ellos”.
gerardo.espacio4@gmail.com / t: @espacio4mx
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL”
de Raymundo Riva Palacio/ 03 de noviembre)
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