Distrito Federal— Les llaman “los abuelitos
comunitarios”. Son más de diez quienes tomaron las armas y se sumaron a la
autodefensa en el municipio de Coahuayana, Michoacán, uno de los últimos grupos
que se formaron contra 'Los Caballeros Templarios'.
“Estamos hasta la madre del crimen organizado, estamos
hartos de tanta injusticia, asesinatos, extorsiones, violaciones y robos”,
expresó Claudio Villa Gracia, de 65 años.
“En nuestro grupo hay gente de todas las edades:
adolescentes, hombres, señoras y personas de la tercera edad que no le tienen
miedo a los criminales y agarran las armas, como todos nosotros”, dijo Héctor
Cepeda Navarrete, líder de las autodefensas en Coahuayana.
Todos “los abuelitos comunitarios” fueron víctimas del
grupo, algunos perdieron a sus hijos y otros a sus nietos o sobrinos.
Acusan que los sicarios extorsionaron, golpearon,
mataron o desaparecieron a sus seres queridos.
“Los abuelitos del movimiento ya no tenemos miedo
porque de todos modos ya nos vamos a morir y más vale perder la vida luchando”,
afirmó Marcelino Martínez Mendoza, de 82 años.
Algunos portan chalecos antibalas y escopetas, otros
sólo cargan pistolas, pero todos aseguraron que a pesar de las críticas ellos
tienen la playera de la autodefensa bien puesta.
“Mis nietos me regañan, me dicen que no participe
porque ya estoy viejo, pero yo les respondo que lo estoy haciendo por ellos”,
narró Marcelino.
Desde que se creó la autodefensa en Coahuayana, los
habitantes se percataron de que son cada vez más los adultos mayores que se
suman a estos grupos, algunos con armas y otros sólo con apoyo económico y
moral.
“Los jóvenes nos tratan muy bien, nos ven como
personas de mucho respeto y a nosotros nos gusta acompañarlos en los operativos
porque sentimos que les damos valor”, confesó Claudio.
El movimiento civil armado nació el pasado 13 de enero
en Coahuayana. Ese día, el grupo asesinó
a Julio Cepeda, uno de los vecinos más queridos del pueblo, lo que provocó que
un grupo de más de 100 habitantes se armara y expulsara a los sicarios que
vivían en la plaza.
“El pueblo se armó cuando mataron a mi hermano, todos
fuimos a enfrentarlos y ellos salieron corriendo de la plaza; desde ese día
todos vivimos amenazados”, recordó Héctor.
Sin importar la edad, los “abuelitos” del movimiento
vigilan el campamento que instaló el grupo de autodefensa en la explanada de la
presidencia municipal, otros también participan en las distintas barricadas.
“Nos da mucho gusto que nos acompañen; los ‘abuelos’
duermen junto a nosotros en los colchones que colocamos en la explanada, otros
vigilan sentados, pero lo más importante es que ellos nos enseñan que tenemos
que esforzarnos todos los días para heredarles un mejor país a nuestros hijos”,
aseguró Héctor.
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ / Milenio | 2014-02-05 | 21:48)
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