domingo, 16 de febrero de 2014

MUERE INDIGENTE EN LA FRIALDAD DE LA INDIFERENCIA...




Joel Rentería Cota murió abrasado por el fuego en la frialdad de la indiferencia en el Día del Amor y la Amistad
  
CULIACÁN.-  Joel Rentería Cota murió abrasado por el fuego en la frialdad de la indiferencia en el Día del Amor y la Amistad. Siete días en agonía sin vida en el Hospital Civil de Culiacán. En coma inducido para enfrentar la muerte. Sedado para dejar la vida.

La Jorge Granados, entre Benito Juárez y Miguel Hidalgo, conserva la huella ya deleble de su muerte prematura. El piso rescoldado por el fuego que lo despertó para la muerte. "Aquí se llevaba", cuenta la propietaria de una menudería, "nunca me dijo una grosería. Yo le decía 'cuando te bañes, me caso contigo' nomás se reía...".

Los indigentes en el mercado Rafael Buelna son parcos. Ninguno de ellos conoció a Joel, al que el 6 de febrero dos personas en motocicleta lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego cuando dormía.

"A mí ni me pregunte", se amosca uno, "yo ni lo conocía". El Rafael Buelna como refugio de indigentes que buscan la vida en el taco que le dan los vendedores de comida. La intemperie despojada a Rentería Cota.

"Aquí le dábamos comida", agrega la propietaria de la menudería, "se desaparecía porque se internaba en un centro de rehabilitación. Pero a los días aparecía otra vez con la botellita de alcohol". En la frialdad de cuidados intensivos del Hospital Civil murió Joel Rentería Cota, con la única atención de médicos y enfermeras que lucharon por su vida.

"Unas hermanas vinieron", cuenta una trabajadora social, "fueron al banco de sangre de aquí mismo, pero ya no regresaron". Joel, de 44 años, originario de Nayarit, ingresó en enero de 2012 al Civil de Culiacán por convulsiones. En esa ocasión vivió para contarla.

Hoy no. Abrasado por el fuego murió un día en el que nadie debe morir y en las condiciones en las que nadie debe fallecer. En el Día del Amor y la Amistad y en la indiferencia de la sociedad. "A veces me traía un paquetito de galletas", recuerda la propietaria de la menudería, "pero una mala palabra nunca se la oí...".

(NOROESTE/ Martín González/ 16-02-2014)

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