viernes, 1 de noviembre de 2013

LA MUERTE TIENE PERMISO

Agueda Barojas Ontiveros

La muerte del trabajador agrícola de Chihuahua en las puertas del Hospital General es un hecho que indigna y preocupa, pero que tiene un origen y en ese sentido tendríamos que decir que hay más culpables.
Son culpables también aquellos que con sus políticas públicas han provocado el desplazamiento social de los más marginados, de los olvidados, de los de abajo.
También son culpables quienes permitieron por mucho tiempo que funcionarios indolentes e ineficientes permanecieran tanto tiempo frente a un hospital.
Alfredo Cervantes Alcaraz, era un protegido del sistema y caro pagaron quienes lo mantuvieron ahí por tanto tiempo.
Ahora ya es inútil discutir si lo atendieron o no lo atendieron, la realidad es que murió.
Tampoco debemos quedarnos solo con la indignación de la falta de atención, hay que ir más allá.
Son culpables de esa muerte y otras más que no han ocurrido en las puertas de un hospital,  los gobiernos estatales y municipales que no cuentan con políticas sociales para ese sector de la población, que los dejan a merced del cacique del pueblo, del explotador.
Son culpables también los funcionarios del IMSS porque a sabiendas lo que ocurre en esos lugares,  solapan y se corrompen.
La muerte del trabajador agrícola que le dio la vuelta al mundo, no será en vano siempre y cuando no nos quedemos solo en la falta de atención.
Sí trabajaba en un campo agrícola habrá que investigar cuál era, habrá que saber si tenía o no seguridad social.
Por qué este trabajador fue al Hospital General y no al IMSS?
La muerte de José Sánchez Carrasco no será en vano si sirve para mejorar las condiciones laborales de estos jornaleros.
Si se exige que el IMSS, la Secretaría del Trabajo y otras dependencias realicen una investigación sobre las condiciones en las que trabajan y viven.
Nada nuevo encontrarán, la historia ya la conocemos, que sirva pues la indignación para exigirle a quienes gobiernan Sonora, Guaymas y Empalme que volteen a ver a los trabajadores del campo, que aunque no votan, son seres humanos.
Cuántos casos más de desnutrición severa habrá en esos lugares?, Cuánta gente sin seguridad social?, Cuántos explotados? Cuántos mal comidos que quizá el día de mañana mueran.
Cuál es la diferencia? Que José Sánchez Carrasco murió en las puertas de un hospital?
Los que han muerto o morirán de desnutrición en la calle, en la choza donde viven o en el parque o en el campo donde trabajan no nos van a indignar?
En este contexto vale la pena reconocer a los franciscanos que todos los días sirven 800 comidas a indigentes, jornaleros y familias humildes de Guaymas.
El reconocimiento es también para el pastor Rodrigo, un hombre que da albergue a indigentes y personas que no tienen un techo y comida.
Fuera de ellos, nadie más lo merece y eso debe dar vergüenza
Guaymas: tan lejos de Dios y tan cerca de los escándalos
Aunque lamentables, más oportunos no pudieron ser para el actual gobierno, los escándalos que durante el mes de octubre colocaron a Guaymas en el escenario nacional e internacional.
Guaymas Puerto de Altura, es el slogan explotado por el gobierno que encabeza el alcalde Otto Claussen Iberri, pero a estas alturas ya deberíamos estar pensando en otro que nos defina mejor.
Llegamos hasta España! Somos conocidos en otros continentes y en honor a la verdad hay que decir que ni el mismisimo Estado de Sonora ha logrado tal posicionamiento en muchos años.
En medios del vecino país del norte no éramos noticia desde el huracán “Jimena”, en  España, creo que desde que Cristobal Colón conquistó América.
Primero el tema político y ahora el humano, el que tiene que ver con la indolencia, el vale madrismo, la indiferencia y el signo de pesos.
La muerte ronda Guaymas, primero La China y ahora un trabajador agrícola, dos temas que han servido de válvula de escape para un gobierno municipal inexistente, para un presidente municipal que nunca se para por Palacio Municipal, que ‘gobierna” desde el Hotel Playas de Cortés y que se puede dar el lujo de pasear en lancha cualquier día de la semana y a cualquier hora.
Mientras, Guaymas transita entre la indolencia y la indiferencia, entre la muerte y los escándalos, entre la basura y la corrupción, entre  fugitivos y advenedizos, entre las deudas con PASA y la CFE.
Y nadie se salva, panistas o priistas, gobierno municipal o gobierno estatal. Las culpas están repartidas.
Cada uno tiene un grado de responsabilidad por el enfrentamiento que mantienen desde hace tiempo,  lo tienen que asumir y lo tienen que  aceptar.
En el  enfrentamiento entre panistas y priistas no hay vencedores y sí muchos perdedores.
Ya no deberían perder el tiempo en sus luchas estériles, al fin que  los ciudadanos están conscientes de que la lucha no es entre buenos y malos, sino entre iguales.


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