lunes, 2 de diciembre de 2013

LOS DESAPARECIDOS DE “EL YEYO”



La PGJE reabre la investigación de la desaparición del ex agente del MP federal, Gómez Flores, y del empresario Saldaña, ocurrida el 14 de septiembre de 2008 en Comondú. Creen que Amadeo Zamudio Chávez pudiera ser el responsable

 Investigaciones ZETA
Ciudad Constitución, Baja California Sur. La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) ha reabierto la investigación de la desaparición del ex agente del Ministerio Público de la Federación de la PGR, César Alejandro Gómez Flores, y del empresario Rogelio Saldaña Cuevas, ocurridas el 14 de septiembre de 2008 en Comondú.

Después de que el narcomenudista Amadeo Zamudio Chávez “El Yeyo” recibiera auto de formal prisión el 12 de noviembre de 2013, como presunto responsable del homicidio del joven Azael Valtierra Loya, la PGJE retomó el caso bajo el número de averiguación previa CST/0242/TUR-2/2008, donde existen evidencias y testimonios que apuntan hacia el ex brazo armado de la organización delictiva de Los Zamudio, así como a otros tres cómplices.

La última vez que se vio a los desaparecidos, fue la noche del 14 de septiembre de 2008, después de una carrera de caballos en el taste del Rancho Huichapa, en el poblado de Villa Morelos. Circulaban a bordo de un vehículo pick-up Ford F 150, color blanco, línea Tritón, modelo 2001.

No obstante, el automóvil fue localizado abandonado la madrugada del 16 de septiembre de aquel año, en la colonia La Laguna de Ciudad Insurgentes. En el interior se encontraron restos de sangre.

Desde entonces, la investigación no avanzó y fue archivada el 13 de noviembre de 2008, en el oscuro sexenio de Narciso Agúndez Montaño.

Hoy por hoy, Amadeo Zamudio Chávez “El Yeyo” enfrentará el proceso penal del crimen de Jesús Azael Valtierra Loya desde la cárcel. Tiene un segundo proceso abierto por el asesinato de Fernando Armando Medrano Mata -ocurrido en 2007-, bajo la causa penal 244/2007.

Aunque el Juez de Primera Instancia del Partido Judicial de Comondú, Jaime Ernesto Zúñiga Ojeda, dictaminó que el crimen fue culposo y alcanza fianza, la PGJE apeló la resolución y busca la reclasificación del delito como homicidio doloso, derivado de que cuando “El Yeyo” baleó a la víctima, fue y tiró el cuerpo en un lote baldío a espaldas del supermercado Ley en Ciudad Constitución.

Los padres de Fernando Armando Medrano Tapia lamentaron que el juez se haya apresurado a dictaminar, además de negarse -como lo solicitaron en un escrito-  a “estudiar los hechos que dieron origen al caso y reclasificar el delito de culposo a doloso, por la mala integración de la averiguación previa en sexenio pasado”, donde lo único que se buscó fue favorecer la impunidad del brazo armado de la organización de Los Zamudio, que dicho sea de paso, el 13 de noviembre fue transferido al Centro de Readaptación Social de Los Cabos, por su peligrosidad.

 EL COMIENZO

Un disparo marcó el inicio de la carrera delictiva. Los dos caballos en competencia, arrancaron como rayo en medio de una tremenda polvareda. La expectación de la concurrencia, que durante semanas había estado al pendiente, terminó en júbilo, entre gorras y sombreros que volaron.

Los pobladores de Villa Morelos -y vecinos del taste del Rancho Huichapa- habían vivido días de emoción, porque como nunca antes, el pueblo de poco más de mil habitantes, localizado a escasos veinte minutos al sur de la cabecera municipal de Comondú, fue invadido el domingo 14 de septiembre de 2008 por decenas de automóviles y camionetas.

Había de todo en aquella carrera, pero lo que llamó la atención de propios y extraños -antes y después de la competencia-, fue el alarde de un hombre delgado, recargado sobre la barrera y aparentemente ebrio, quien se jactaba de ser muy rico.

“Nomás en la guantera de mi camioneta traigo 700 mil pesos”, arengaba.

El presuntuoso caballero era de sobra conocido entre los pobladores de esa comunidad: Rogelio Saldaña Cuevas, prominente ganadero y agricultor de la zona, quien vivía en Estados Unidos y viajaba constantemente a México.

El acaudalado empresario iba acompañado del abogado y ex agente del Ministerio Público de la Federación de la Procuraduría General de la República (PGR), César Alejandro Gómez Flores, y de la esposa de este último, Zuleika Espinoza Mora.

Los dos primeros habían llegado a bordo de una camioneta pick-up de color blanco, y la mujer arribó después, casi a la par de los hermanos Manolo y Pedro Enrique Rosales Ortiz.

A escasos tres metros de distancia, y de manera aislada, había gente armada, pese a la presencia de agentes de la Policía Municipal y Ministerial del Estado. Nadie lo decía, pero todo mundo lo sabía: eran pistoleros del brazo armado de la organización delictiva de Los Zamudio, Amadeo Zamudio Chávez “El Yeyo”, quien cien metros más adelante, convivía acompañado de su madre, Imelda Chávez Alanís, y un grupo de amigos.

La carrera terminó cerca de las ocho de la noche, los hermanos Manolo y Pedro Enrique Rosales Ortiz invitaron a Rogelio Saldaña Cuevas, César Alejandro Gómez Flores y Zuleika Espinoza Mora a seguir conviviendo en la casa de sus padres, localizada sobre el Bulevar Agustín Olachea y Corregidora, en pleno Centro de Ciudad Constitución.

Todos se fueron hacia el punto acordado, donde se encontraron con Margarita Rosales Ortiz y Norma Enríquez -esposa de Pedro y Raúl Ávila Camacho-. Convivieron hasta después de las diez de la noche y, concluido el encuentro, cada quien se retiró a su respectiva vivienda.

No obstante, Saldaña y Gómez salieron acompañados -cada quien en su vehículo- por Manolo Rosales Ortiz y Raúl Ávila Camacho rumbo a la taquería Yoly de esta ciudad, donde se sentaron a cenar burritos y tostadas, y estuvieron por casi 30 minutos.

El propietario de la taquería, Miguel Ramírez Pérez, conocido como “El Chupas”, recuerda que cuando se sentaron, los cuatro hablaban sobre carreras de caballos, retirándose primero Rosales y Ávila; después, Saldaña y Flores.

“Estaban contentos, porque se estaban riendo”, dijo el taquero.

Después de que pagaron la cuenta, se despidieron.

 LA DESAPARICIÓN

Desde esa noche, no volvieron a saber nada del ganadero Rogelio Saldaña Cuevas y el abogado César Alejandro Gómez Flores. Prácticamente desaparecieron.

Según la averiguación previa CST/0242/TUR-2/2008, la última persona que tuvo contacto con los desaparecidos fue la esposa de Gómez, Zuleika Espinoza Mora, cuando al notar que su marido no había llegado a dormir, le marcó a su celular -cerca de las dos de la madrugada del día 15 de septiembre de 2008-. Le aclaró que estaban en el rancho, “suponiendo yo que en el de Rogelio, y para ese entonces ya estaba molesta, porque no había llegado y le reclamé, por lo que lo noté tenso y me contestó en tono enojado que al rato iba. Y colgamos”, relató Espinoza.

“Me quedé dormida, pero alrededor de las cuatro de la madrugada, me volví a despertar y vi que (Gómez) no estaba, por lo que volví a llamar y me mando a buzón, por lo que supuse que a lo mejor se le había descargado (el teléfono). Cuando amaneció le estuve marcando, pero el celular estaba apagado, por lo que pensé que había agarrado la parranda”, detalló la mujer.

En su declaración preparatoria, la esposa del ex Ministerio Público de la Federación expuso que la noche que estuvieron conviviendo en casa de la familia Rosales Ortiz, ella se fue temprano porque tenía que ir a recoger a sus hijos y atenderlos, además, no quería desvelarse, porque habían planeado celebrar una fiesta mexicana en casa de la conocida familia de comerciantes de Comondú.

“Cuando llegué, de hecho me preguntaron por mi esposo, y yo les contesté que no había llegado a dormir y había agarrado la parranda, dándome carrilla. Me dijeron que no me preocupara, porque ya aparecería”.

Zuleika recordó que “terminó la fiesta y yo me fui a dormir, no llegando (su marido) en la noche ni en la madrugada, fue hasta la una de tarde del día 16 de septiembre, cuando me habla la mamá de Rogelio, de nombre Alicia Cuevas Lira, preguntándome si sabía algo de su hijo y de mi esposo, explicándome que había estado marcando y tampoco contestaban el teléfono, sugiriendo que fuéramos a reportarlos a la Policía”.

De acuerdo con el expediente, ambas mujeres levantaron un reporte de desaparición en la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Comondú, entregando las características del vehículo, rasgos físicos y vestimenta de las dos personas; posteriormente hicieron lo mismo en la Comandancia de la Policía Ministerial del Estado.

Entonces las féminas iniciaron la búsqueda, yendo primero al rancho de Rogelio Saldaña Cuevas, para después hacer recorridos por casas de familiares y amigos, sin resultados.

EL HALLAZGO

El dictamen de la PGJE confirmó la existencia de sangre en la parte trasera de la camioneta donde viajaban los desaparecidos

El dictamen de la PGJE confirmó la existencia de sangre en la parte trasera de la camioneta donde viajaban los desaparecidos

La PGJE  obtuvo los primeros rastros de los desaparecidos hasta el 16 de septiembre -aproximadamente a las 5:30 pm-, cuando la señora Adela González Hernández denunció el abandono de una camioneta pick-up de color blanco justo afuera de su domicilio, en las calles Álvaro Obregón y Juan Antonio Díaz de León, Colonia La Laguna, en el limite del poblado de Ciudad Insurgentes, a un costado de la Escuela de Educación Especial.

El ama de casa relató que estaba barriendo el patio de su vivienda entre seis y siete de la mañana -de ese día-, luego de que su hijo y esposo se habían ido a trabajar de jornaleros en un rancho, cuando de repente escuchó un ruido que provenía de un vehículo, como si estuviera ponchado y bajaba de la carretera, y se estacionara afuera de su casa, percatándose que detrás venía una camioneta tipo estaquitas de color café, marca Nissan.

La mujer no reportó el incidente de inmediato, porque pensó que a alguien se le había ponchado la camioneta y regresaría pronto, hasta que a las 10:10 am del mismo día, nadie había regresado. Por ello se comunicó a la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Comondú.

Los primeros en llegar fueron los policías Luis Valdés Orantes, Antonio González Méndez y Juan Luis Ambriz, mismos que -según el expediente- llegaron a la tienda de la esquina, donde eran esperados por la señora Adela González Hernández, quien los llevó a la camioneta, la cual estaba a una cuadra y media del negocio.

Los agentes notaron que el vehículo tenía ponchada la llanta trasera derecha y las llaves todavía puestas, por lo que tomaron el número de serie y de engomado de ONAPPAFA, porque no traía placas, y cruzaron información con el Comandante de la Policía Ministerial del Estado de Ciudad Insurgentes, Bernardo Ojeda Talamantes.

Fue hasta más tarde que se confirmó que la camioneta pick-up, era donde viajaban los desaparecidos, en cuyo interior -acorde con la diligencia de inspección encabezada por el agente del Ministerio Público del Fuero Común, Vicente Gorozave Car- encontraron:

- Siete botes de cerveza dentro de una hielera de color rojo.

- Publicidad comercial.

- Un block de recibos de dinero, con tres a favor de Alicia Cuevas Lira; dos por 30 mil pesos y uno más por 150 mil pesos, fechados el 10 de septiembre de 2008.

- Copia del pedimento de importación de la camioneta, color blanco, pick-up Ford  línea F 150 Triton V8,  a nombre de Manuel Alejandro Barraza.

- Ficha de retiro de dinero del banco BBVA Bancomer, a nombre de Jorge Armando Saldaña Cuevas, de fecha 7 de agosto de 2008, por 10 mil pesos.

- Un gafete a nombre de Perceval Martínez Aguilar, de la compañía Radgosa, S.A. de C.V.

- Una mancha de sangre en la vestidura de plástico del lado izquierdo o del chofer.
Los testigos

En el expediente, la PGJE recopiló más de  veinte testimonios. Los familiares de Saldaña y Gómez explicaron cómo iban vestidos el día de su desaparición:

- Rogelio Saldaña vestía camisa manga larga de color azul, a rayas blancas, pantalón color beige, cinto piteado con plateado, botas color negro.

- César Alejandro Gómez portaba playera color blanco, pantalón Levi’s color azul, tenis color hueso y una gorra de color blanco con el logotipo de la marca Nike.

Tanto la esposa de Gómez, Zuleika Espinoza Mora, como el propio hermano de Rogelio, Jorge Armando Saldaña Cuevas, testificaron que sus familiares, hasta donde sabían, “no tenían enemigos”.

Según el propietario del negocio de abarrotes La Flor de Mayo, Manuel Alejandro Barraza, la camioneta pick-up donde circulaban los desaparecidos era de su propiedad, la cual había prestado a Rogelio, porque estaban en tratos de una operación de compraventa y le pagaría 90 mil pesos por la unidad automotriz.

Hasta la fecha, ni el propietario del gafete, a nombre de Perceval Martínez Aguilar, encontrado dentro de la camioneta, se explica cómo llegó hasta ese lugar.

En su declaración, dijo desconocer quiénes eran Rogelio Saldaña Cuevas y César Alejandro Gómez Flores, porque “yo llegué apenas el 5 de mayo -de 2008-, proveniente de la Ciudad de México, y me enviaron a colocar cableado estructurado de voz y datos, primeramente en La Paz y después en Loreto. Posiblemente lo olvidé o se me cayó cuando andaba cambiándome de domicilio, y la persona que nos arrendaba pudo haberlo tomado, y no me di cuenta, porque no era estrictamente obligatorio portarlo, porque a varios compañeros se les había perdido”.

Pero el gafete llevó a los investigadores hasta el puerto de Loreto, donde  Perceval Martínez Aguilar había alquilado un departamento en compañía de su padre y otros familiares, quedando demostrado que nada tuvieron que ver con la desaparición, pero sí estuvieron en un bar donde habían extraviado el gafete y -se presumió- fue levantado por los dos desaparecidos.

Los investigadores de la PGJE, Martín Márquez Ruiz y Rodrigo Adrián Flores Lucero, interrogaron al propietario del bar El Rodeo, Ernesto Ibarra Soto “El Neto”, de 56 años, quien declaró que la última vez que vio a Rogelio Saldaña Cuevas, fue cuando entre el 5 y 6 de septiembre de 2008, protagonizó una riña en el interior del establecimiento, siendo detenido junto con seis personas más por la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Loreto.

El dueño del bar dijo haberse dado cuenta que Saldaña traía gran cantidad de dinero en efectivo en moneda nacional y dólares, y pagó la multa de todos los detenidos en la gresca.

En su declaración, expuso que tenía 12 años de conocer a Rogelio Saldaña Cuevas, porque desde ese tiempo era su cliente, e, incluso, tres o cuatro meses atrás había pretendido pagar una cuenta de 11 mil pesos con un cheque del Estado de Guanajuato, rechazándolo -al darse cuenta que era de otro estado-, por lo cual, entonces, le pagó en efectivo.

Ibarra agregó que las constantes visitas eran porque Saldaña sostenía una relación extramarital con la joven Karla Graciela Tapia Ontiveros “La Michel”, de entonces 20 años de edad, originaria de Culiacán, Sinaloa.

Dentro de la declaración, la prostituta expuso que su relación con Saldaña databa de seis meses atrás, y el 12 de septiembre -dos días antes de su desaparición-, él la llamó para informarle que iría a visitarla acompañado de un amigo.

Posteriormente, supo de su desaparición.


LA INVESTIGACIÓN

La última diligencia en torno a la desaparición de Rogelio Saldaña Cuevas y César Alejandro Gómez Flores, fue cuando la esposa de este último, Zuleika Espinoza Mora, envió un escrito al entonces subprocurador de Averiguaciones Previas, José Alfredo de la Rosa Escalante.

Con fecha 13 de noviembre, la mujer se quejó de la actuación de la Procuraduría General de Justicia del Estado, argumentando que no era posible que “a dos meses de la desaparición de mi esposo, no tengan hasta la fecha razón alguna de su paradero”.

“Yo y mis hijos necesitamos saber qué ocurrió, y no puedo constatar los avances de la investigación, porque no me han querido entregar una copia del expediente. Exijo inmediata respuesta y apoyo a una esposa afligida y desesperada”, citó en el escrito.

En ese entonces la PGJE -en manos del ex procurador Fernando González Rubio Cerecer- y la Policía Ministerial del Estado -a cargo de Irineo Martínez Ordaz-, prácticamente archivaron la investigación, luego de que algunos testigos -en base a declaraciones en el expediente- señalaron a Amadeo Zamudio Chávez “El Yeyo”, como responsable de haber levantado a los dos desparecidos y llevarlos en dirección a la comunidad de Palo Bola.

Una mujer testificó que la madrugada del 15 de septiembre de 2008, “muy cerca del amanecer, entre cinco y seis de la mañana, escuchó en medio del silencio gritos muy feos en la orilla del pueblo, cerca de un arroyo en el camino de Palo Bola, al arroyo Las Bramonas”.

Agentes de investigaciones encontraron tirada cerca del arroyo la playera blanca y un tenis de César Alejandro Gómez Flores, pero increíblemente no aparece ninguna diligencia en el expediente. De hecho, y según en el expediente de 191 hojas en poder de ZETA, carece de 34 páginas, justo donde los testigos señalan en sus testimonios al brazo armado de la organización delictiva de Los Zamudio.

Uno de los testigos de asistencia -el cual participó en la elaboración del expediente- refirió a este Semanario haber tomado la declaración de un hombre y una mujer que aseguraron haber visto cuando “El Yeyo” levantó a Saldaña y Gómez, y que un sujeto de sombrero se subió a la camioneta, mismo que -de acuerdo a otro testigo- abandonó la camioneta en la colonia La Laguna en Ciudad Insurgentes.

No obstante, el expediente, bajo el número de averiguación previa CST/0242/TUR-2/2008, carece de las páginas 122 a 154, donde tampoco aparece la diligencia de la entrega de la gorra ensangrentada de César Gómez, la cual fue entregada por su esposa al ex titular de la PGJE, Fernando González Rubio Cerecer.

Luego de la desaparición, tres días después, la compañía telefónica Movistar registró varias llamadas del celular de Rogelio Saldaña Cuevas desde la ciudad de Tijuana, concretamente, de los números (613)107-4123 y (613) 119-0436.

Los responsables de esta primera investigación fueron el ex subprocurador de Investigaciones Especiales, Luis Alberto López López; los agentes del Ministerio Público del Fuero Común, Raúl Ochoa Sánchez y Vicente Gorozave Car; así como los ex comandantes de la Policía Ministerial del Estado, Francisco Solís Magallanes y Martín Javier Martínez de los Santos.

(SEMANARIO ZETA/ Investigaciones ZETA / noviembre 26, 2013 12:01 PM )

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