
Hablar en esta ciudad impune, pedir un favor, reclamar, tocar el
claxon, mirar a una mujer, recoger botes en la calle o dormir en la
banca de un parque, pueden ser causas de muerte.
Una palabra, una mirada, un choque o accidente automovilístico, un
cambio de luces o el uso del claxon: todo esto y menos es suficiente
para que un sicario saque su arma y dispare hasta matar, en Culiacán.
Es la muerte gratis. La ejecución barata e impune. Así le pasó a
Jorge Alberto Castro Félix, de 24 años y con domicilio en la colonia Las
Cucas, el 30 de octubre. Reclamó a varios que hacían piruetas,
derrapaban llantas y realizaban “vueltas policiacas”. El patinar de las
llantas lanzó tierra y piedras sobre otros automóviles y jóvenes que
estaban cerca del lugar.
En respuesta, los protagonistas de esta agresión descendieron de sus
vehículos y lo golpearon. Luego sacaron sus armas y le dispararon a
corta distancia hasta darle muerte. Y no es el primero ni será,
lamentablemente, el último: en antros o afuera de ellos, en la calle,
una esquina, mientras se trabaja o frente al hijo menor de edad, la
historia se ha repetido con terquedad alimentando la impunidad en la
capital sinaloense y en toda la entidad.
Muchos delitos, ningún castigo
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi),
señalan que de alrededor de 27 mil 700 homicidios dolosos cometidos en
México durante el 2012, apenas 523 fueron esclarecidos y castigados, lo
que significó que el o los detenidos fueron condenados.
Esta cifra equivale al 1.8 por ciento del total de asesinatos
perpetrados el año pasado. Es decir, cerca del 98.2 por ciento de los
casos siguen sin resolverse ni tienen detenidos o castigados.
Ese año, las autoridades gubernamentales capturaron a 3 mil 677
presuntos responsables de 4 mil 492 asesinatos —incluido el
feminicidio—, que equivalen a 16 por ciento de los delitos de este tipo
que se cometieron, lo que significa que los responsables de 84 por
ciento de los asesinatos perpetrados permanece en libertad.
Y es Sinaloa uno de los estados con mayor incidencia de homicidios,
pero también de impunidad. En la lista de entidades con graves problemas
de impunidad están Tlaxcala e Hidalgo: ahí ninguna persona fue detenida
por los asesinados cometidos. También están San Luis Potosí, Morelos,
Zacatecas, Durango, Guerrero, Quintana Roo, Oaxaca, Veracruz y Sinaloa,
donde las sentencias condenatorias cubrieron menos de 1 por ciento de
los homicidios.
También está la lista de los diez estados con mayor incidencia de
homicidios y cuyo autor es desconocido o se mantiene prófugo: Zacatecas y
Durango tienen un 99.5 por ciento de los homicidios, sin detenido,
Guerrero alcanza cerca de 99.3 por ciento y Quintana Roo, Sinaloa y
Oaxaca suman alrededor de 99.2 por ciento.
Me cobro con tu hijo
No se ocupa una razón mayor para morir en una ciudad como Culiacán.
El conductor de un taxi chocó su vehículo contra otro automóvil cuando
ambos circulaban por el Paseo Niños Héroes, mejor conocido como Malecón Viejo,
en marzo de 2011. Fue alrededor de las 9:30 horas. El que iba en el
carro que fue impactado descendió, discutió con el taxista y luego le
disparó.
Los reportes de testigos indican que el desconocido sacó una pistola
calibre .380 y le disparó en al menos ocho ocasiones. El agredido, que
se llamaba Carlos de la Mora Parra, intentó salvarse y corrió. El
homicida dio vuelta en el siguiente retorno y disparó de nuevo en contra
del taxista, quien quedó muerto en el lugar.
Un año antes, el 4 de marzo de 2010, otro taxista Carlos Alberto
Zavala Muñoz, fue asesinado a balazos en condiciones similares: chocó
contra un automóvil en el bulevar Ciudades Hermanas, en la colonia
Antonio Rosales de esta ciudad capital. Ambos descendieron de los
automóviles para conversar pero aquello subió de tono y se convirtió en
discusión y luego insultos.
El que conducía el otro vehículo, uno tipo Bora o Jetta, sacó una
pistola calibre .38 y como el taxista le dijo que no tenía para pagarle,
que lo esperara unos días, amenazó con matar al hijo de Zavala, un
menor de cuatro años que lo acompañaba en el asiento trasero. El hoy
occiso, al ver que aquel desconocido le apuntaba al niño, se puso en
medio y recibió cuatro balazos.
“Me cobro con tu hijo”, cuentan testigos que gritó el homicida, antes
de disparar. La madre de Carlos Alberto, de nombre Felipa Muñoz y con
domicilio en la colonia Rosales, dijo que el menor fue llevado a su
domicilio, a pocos metros del lugar del asesinato, por estudiantes que
atestiguaron el crimen.
“Nomás vale para pura fregada el Gobierno, aquí andan armados los que
quieren”, gritó, impotente, Miguel Ángel, hermano menor del victimado.
El 14 de febrero del 2011, fue ultimado luego de un choque el joven
Ginger Alexis Urías Piña, en el Icatsin. El percance había sido momentos
antes en el fraccionamiento La Conquista.
La larga lista negra
El 30 de agosto de 2009, hombres armados ultimaron a José Luis
Arriaga Castro, de 20 años. El motivo: una aparente discusión con
hombres armados, dentro del antro Kuwa, ubicado en la Isla Musala. El
cadáver fue encontrado en el estacionamiento del lugar, alrededor de las
2:30 horas.
En el lugar había siete casquillos calibre .45. Los homicidas
lograron escapar, a pesar de que a pocos metros había un retén del
Ejército y la Policía.
El 28 de octubre de 2011, el joven Jacobo Uribe Rivas, de 23 años,
fue ejecutado a balazos luego de haberse liado a palabras también en el
interior del Kuwa. Los asesinos le dispararon a corta distancia y aunque
fue llevado al Hospital Civil, no pudieron salvarlo.
Testigos del hecho indicaron a policías que presuntamente el afectado
sostuvo una riña con sus agresores dentro del centro de diversión,
mismos que se salieron del lugar y esperaron que el joven estuviera solo
y en el exterior para atacarlo a balazos.
Otras versiones señalaron que el homicidio había sido dentro del
centro nocturno, luego de una discusión en el área de los baños. Ahí
mismo, frente a otros desconocidos, tres gatilleros lo ultimaron.
El 30 de junio de este año, José Luis Angulo López Portillo fue
muerto dentro del bar Clásico, ubicado por la avenida Rafael Buelna, en
el centro de esta ciudad capital. Los homicidas usaron fusiles AK-47,
conocidos como “cuernos de chivo”. Al parecer, el asesinato se derivó de
un malentendido al que le siguió una agresión verbal y luego un ataque a
balazos.
Testigos señalaron que la víctima había acudido con su esposa y unos amigos al lugar.
El 13 de octubre, también en Culiacán, fueron ejecutados a tiros
Diego Antonio Espinoza Leyva y José Irak Salazar Leyva, cuando ambos
salían del bar Malanoche, en la zona conocida como Tres Ríos.
Los hoy occisos salieron corriendo del antro y tras él los homicidas,
quienes les dispararon con armas de alto poder. En el lugar había 32
casquillos calibre 7.62, para fusil AK.47.
Recolectores e indigentes
La misma demencia han mostrado los sicarios contra indigentes y
recolectores de botes de aluminio, que comúnmente deambulan en las
madrugadas buscándose el sustento. El 9 de junio pasado, a las cinco de
la mañana, un hombre que recogía botes fue asesinado en la colonia
Hidalgo de Culiacán por malandrines que se encontraban bebiendo cerveza
en la calle Jesús Ureta, entre las avenidas Ejército Nacional y
Francisco Flores.
La Policía presumió, en este caso, que los jóvenes jugaron al “tiro
al blanco” con este hombre, que se movía en una bicicleta tipo montaña.
Aunque en las primeras pesquisas, los investigadores de homicidios
indicaron haber encontrado pistas sobre personas que se encontraban
bebiendo a pocos metros del escenario del crimen, nunca fueron detenidos
los culpables.
La madrugada del 15 de septiembre, otro recolector de latas de
aluminio fue asesinado a tiros por una de las calles de la zona
residencial Chapultepec. Sujetos no identificados abrieron fuego contra
la víctima desde un vehículo en movimiento. En el lugar hay cámaras de
seguridad pero a pesar de ello hasta ahora no se ha presentado ningún
avance de las investigaciones.
Antes, el 6 de mayo de 2013, fue localizado el cadáver de un
indigente contra el cual sujetos desconocidos abrieron fuego, por la
carretera Imala, a la altura de la colonia Agrarista Mexicana, ubicada
en la periferia de Culiacán.
Por las evidencias recogidas en el lugar de los hechos, varios
individuos armados dispararon balas de alto calibre sobre el indigente.
No era esta la primera vez que la delincuencia arremetía contra personas que vagan en la vía pública. En diciembre de 2006, Ríodoce
dio cuenta de tipo de ataques cometidos por parte de narcojúniors.
Entre agosto y septiembre de ese año, se habían registrado los casos de
seis quemados, uno acribillado y otros golpeados con bates.
Sobre esos hechos, que luego continuaron sin freno alguno, las
autoridades de seguridad del estado siempre dijeron no tener
conocimiento.
Uno de los indigentes que fuera quemado, de nombre Ignacio Franco, falleció en el Hospital Civil de Culiacán.
Por reclamar
Jorge Alberto Castro Félix salía del antro Nexus, ubicado junto al
restaurante Tomo, por el bulevar Diego Valadés. Había acudido con su
novia a la fiesta del Colegio de Bachilleres (Cobaes) 26, pero los del
local decidieron terminar el festejo más temprano de lo habitual: a las
12 de la noche.
Afuera, el patio frontal, la calle y los lotes baldíos ubicados
alrededor del antro, estaba llena de jóvenes que se disponía a retirarse
a sus casas, cuando escucharon unos gritos. Uno de ellos, Jorge
Alberto, les llamaba la atención a varios jóvenes que iban en tres
vehículos, porque estos jugaban, hacían piruetas en sus automóviles,
derrapaban y lanzaban tierra y piedras a otros vehículos estacionados y a
los jóvenes que salían del Nexus.
Rápido se hicieron de palabras y elevaron los tonos. Dos de los que
derrapaban descendieron de la camioneta en que iban, una Nissan, y
mostraron sus armas. Jorge Alberto les dijo que no quería pleito, que
eran “de los mismos” y estos amenazaron con llamar “al jefe”. Luego
sacaron sus armas cortas y empezaron a golpearlo. Después cortaron
cartucho y le dispararon a corta distancia.
Los agresores dispararon también contra los jóvenes que atestiguaron
el homicidio. Uno de ellos apuntó varias veces, incluso a los que se
habían tirado el suelo para protegerse, y lanzó miradas de reto y los
amenazó de muerte. Sin operativos de por medio, los homicidas huyeron
fácilmente.
El cadáver de Castro Félix, quien tenía su domicilio en la colonia
Las Cucas, quedó en un terreno contiguo al local para fiestas: para
confirmar que el festejo dura poco y que la muerte, esa práctica fácil,
barata, impune y automática, termina con todo, con muchos, y no deja
nada. Ni justicia ni castigo.
Y todo por un reclamo, una mirada, un choque. Palabras contra balas.
Tanta muerte y por tan poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario