Pese a sus malos antecedentes
durante la gestión de Nelson Vargas al frente de la Conade, Mario Ramírez
Barajas se enquistó de nuevo en el organismo ahora dirigido por Jesús Mena.
Este profesor de educación física es un operador de perfil medio de Elba Esther
Gordillo, quien se encuentra presa bajo proceso penal por el uso de recursos de
procedencia ilícita. Durante una presentación realizada por Mena se le preguntó
por qué contrató a Ramírez Barajas, señalado como corrupto; el funcionario
respondió que si había pruebas en su contra procedería en consecuencia. Al día
siguiente el asesor entregó su renuncia para “defender su nombre y prestigio”.
Raúl Ochoa y Beatriz Pereyra
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- Una de las piezas que Elba Esther Gordillo incrustó en el deporte
nacional es Mario Ramírez Barajas. Maestro de educación física de profesión,
durante un mes fungió como asesor de Jesús Mena, director de la Comisión
Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), dependencia a la que regresó
nueve años después de que salió por la puerta de atrás, cuando en la
administración de Nelson Vargas fue señalado por su comportamiento indebido
como servidor público.
En su
periplo por la administración pública, Ramírez Barajas siempre ha contado con la
protección de Benjamín González Roaro, uno de los colaboradores más importantes
de Gordillo.
Cuando
González Roaro fue designado subsecretario de Servicios Educativos para el
Distrito Federal de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en 1994, nombró a
Ramírez Barajas como director general de Educación Física del Distrito Federal,
cargos en los que ambos se mantuvieron hasta 2000.
Ese mismo
año se incorporó a la Conade como subdirector general de Cultura Física, donde
entre otras responsabilidades debía operar la Olimpiada Nacional. En esta época
Ramírez Barajas se alejó temporalmente del grupo de Gordillo, en un intento por
obtener la dirección de la Conade.
En
entrevista con Proceso, Nelson Vargas, director de la Conade de 2000 a 2006,
comenta que contrató a Mario Ramírez Barajas por recomendación de Juan José
Palacios, a quien designó como subdirector general de Deporte.
Palacios es
otro profesor de educación física –igual que Vargas y Ramírez Barajas– que
trabajó durante años en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) al lado
de quien es hoy un próspero empresario de la natación. La amistad de años que
privaba en ese tiempo entre Vargas y Palacios llevó al entonces titular del
deporte a designar a Ramírez Barajas, a pesar de que ni siquiera lo conocía.
Unos meses
después, varios directores de institutos del deporte estatales le dijeron a
Vargas que Ramírez Barajas les estaba pidiendo un porcentaje de los recursos
federales que recibían. Aunque Vargas reconoce que la información le llegaba por
todos lados, afirma que le costaba mucho trabajo aceptar que uno de sus
colaboradores actuara así.
“Él era
responsable de la organización de la Olimpiada Nacional en la parte
administrativa y técnica, los recursos federales que asignaba a los institutos
del deporte pasaban por su subdirección. Hubo quejas de muchos directores
acerca de que les pedía recursos para operar la Olimpiada, recursos que iban a
dar a todas partes, menos a la organización del evento.
“Era un
secreto a voces que esa subdirección operaba de esa manera. La gente de
Aguascalientes, así como de otros estados, me lo comentó. Por esa razón decidí
pedirle su renuncia. Ya tenía la decisión tomada, pero él se imaginaba que le
iba a pedir la renuncia porque me la adelantó. Me dijo: ‘Ya no quiero
problemas, sé que no está conforme con mi trabajo, usted ya me perdió la
confianza’, y se fue”, revela Vargas.
Alfredo
Morales Shaadi encabezó el Instituto del Deporte del Estado de Aguascalientes
(IDDA) de 1998 a 2010. Conoció a Ramírez Barajas cuando éste era subdirector de
Cultura Física de la Conade. El aguascalentense no guarda los mejores recuerdos
del protegido de Gordillo, y dice que alertó a Nelson Vargas acerca de las
prácticas irregulares de su colaborador.
En
entrevista, Morales acepta que a través de sus colaboradores más cercanos Mario
Ramírez Barajas hizo “insinuaciones claras y concretas para hacer manejos
discrecionales de los recursos que se le asignaban al estado, que eran para los
eventos nacionales de los que Aguascalientes fue sede. No era una cosa clara o
concreta. Era como ‘ponte a modo’ o ‘sube el recado a ver si prende la mecha’”,
dice.
Refiere que
la primera vez que habló personalmente con Vargas no obtuvo la respuesta que
esperaba de quien dirigía el deporte nacional. Simplemente no le creyó.
“(Mario
Ramírez) Nunca habló de un porcentaje económico, porque mi gente estaba muy
bien elegida, muy advertida. Pretendíamos hacer un cambio en la forma de hacer
gobierno y de conducir las dependencias de tal suerte que inmediatamente cuando
ellos sentían que algo podía ir contra esa idea, ese espíritu, me lo
notificaban. No entraban al juego ni se prestaban a más información. Sin
embargo llegó el momento en que les preocupaba porque había un grado de
insistencia tal (de parte de Ramírez Barajas) que ellos pensaban que esa
insistencia podía afectar.”
–¿Alguna vez
Ramírez Barajas le insinuó a usted que debía entregarle un porcentaje de los
recursos que recibía?
–A mí no.
Todo fue a través de mis colaboradores. Tenía mala reputación. Siempre hubo
mucho malestar cuando las personas se enteraban de que estaba en tal o cual
posición. No sé qué haya hecho para ganarse esa fama y ese repudio”, asegura.
Desde la
primera vez que Morales alertó a Nelson Vargas acerca de la conducta de Ramírez
Barajas transcurrió casi un año.
–¿Por qué no
actuó de inmediato? –se le pregunta a Vargas.
–Tenía mis
dudas. Recuerdo que cuando me enteré se lo quise decir a Mario, pero no lo hice
porque no eran denuncias por escrito. El principal problema de este país es que
para poder señalar todos los ilícitos de los funcionarios públicos se requiere
de una denuncia por escrito y nadie tiene el valor de hacerlo. Esa es la
realidad. Por esta razón en México 95% de todo lo que implica corrupción y
criminalidad no se resuelve porque no hay denuncias públicas por temor a que la
propia autoridad ni siquiera haga un seguimiento formal.
“La
Secretaría de la Función Pública es la institución que sanciona e inhabilita a
la gente, pero muchas personas que están inhabilitadas se encuentran libres.
Los inhabilitados que cometieron los ilícitos ya se llevaron los recursos. Los
multan, pagan las multas y ya, pero no hay un cargo penal de que los detengan o
los metan a la cárcel.”
–Morales le
dijo a usted: “Yo le estoy contando, pero que esto no sea un problema mío, no
diga que yo le dije”.
–Por lo
general así son las denuncias. Nada más es cosa de hacer un recuento de los 22
mil millones de pesos que se dieron en el sexenio pasado y con un poquito de
labor profesional de la autoridad y de los legisladores nos daremos cuenta cómo
se gastó ese dinero. Lo que pasa es que en la administración pública al
funcionario del que se tiene la duda (que está cometiendo algún ilícito) se le
exhorta a que diga qué está pasando. Por eso para no meterse en problemas mejor
entregan su renuncia.
–Lo sacan
por la puerta de atrás. ¿Eso fue lo que pasó con Ramírez Barajas?
–Sí. De
tener pruebas hubiera actuado conforme a la ley; es decir, no tenía documentos.
Aunque había señalamientos de distintos directores de institutos, eso no basta
para que prospere una denuncia pública.
–¿No hubiera
sido suficiente que usted se presentara junto con los directores de institutos
del deporte ante la Función Pública a señalar directamente a Ramírez Barajas
como una persona que les estaba pidiendo dinero para darles lo que por ley les
correspondía? ¿Eso no servía de nada?
–Quizá
hubiera servido, pero no todos los directores querían denunciarlo.
Desafortunadamente muchos fueron parte de esa corrupción para que les
entregaran sus recursos. Es la realidad.
–¿Varios de
los directores a quienes les pidió dinero sí se lo dieron y también se llevaron
su mochada?
–De seguro
negociaron. Como exservidor público tengo la obligación de contestarte. Lo hago
porque ya me están implicando en ese acto por no ponerle remedio. Sin embargo,
te diría que tan lo puse que los últimos dos años de mi administración ya no
trabajó en la Conade.
ENCUBRIMIENTO
El 29 de
noviembre de 2004, la oficina de prensa de la Conade despachó un boletín en el
que disfrazó la salida de Mario Ramírez Barajas. Oficialmente se informó que
presentó su renuncia con carácter de irrevocable “para incorporarse a un nuevo
proyecto profesional”. Incluso se informó a los medios de comunicación que
Vargas reunió a su equipo de trabajo para despedir a Ramírez Barajas “por la
responsabilidad y compromiso que demostró los últimos cuatro años”.
En cuanto
salió de la Conade su padrino Benjamín González Roaro, a la sazón director del
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado
(ISSSTE), lo nombró delegado regional en la Zona Oriente del Distrito Federal
de ese organismo. En ese puesto permaneció hasta marzo de 2006.
En ese
periodo coincidió con el hoy presidente del COM, Carlos Padilla Becerra, quien
fungía como secretario técnico de la Comisión de Vigilancia del ISSSTE, y con
otro yerno de Gordillo, René Fujiwara Apodaca, quien se desempeñaba como
subdirector de Atención al Derechohabiente.
Ramírez
Barajas no se quedó a terminar el sexenio. Gordillo le asignó la tarea de
coordinar la campaña de Alberto Cinta Martínez, candidato del recién creado
Partido Nueva Alianza (Panal) a jefe de Gobierno del Distrito Federal, hoy
empresario y uno de los socios del club Piso 51 en la Torre Mayor, uno de los
más exclusivos de la ciudad donde suele asistir la clase política mexicana.
Felipe
Calderón, quien recibió la ayuda de Elba Esther Gordillo y del millón 200 mil
maestros que integran el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE) para ganar las elecciones federales de 2006, tuvo que pagarle varias
facturas.
Su yerno,
Fernando González Sánchez, fue nombrado subsecretario de Educación Básica de la
SEP; Francisco Yáñez, director de la Lotería Nacional; Roberto Campa Cifrián,
secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y otro miembro
del círculo cercano de Gordillo, el expriista Miguel Ángel Yunes, director del
ISSSTE, dependencia en la que Ramírez Barajas nuevamente se enquistó a partir
de marzo de 2007, con el cargo de subdirector general de Prestaciones
Económicas, Sociales y Culturales.
Tuvo que
conformarse con ese puesto. Posteriormente, intentó dirigir la Conade con la
ayuda de sus amigos Elba Esther Gordillo y Mario Vázquez Raña, pero Carlos
Hermosillo le comió el mandado. El espaldarazo que Ana Guevara le dio al
exfutbolista fue decisivo.
En julio de
2008, Mario Ramírez Barajas terminó su gestión en el ISSSTE. Durante 10 meses
se mantuvo inactivo como funcionario público. En septiembre de 2009 fue
promovido por González Roaro como subdirector general de Comercialización y
Servicios de la Lotería Nacional (Lotenal), cargo del cual el profesor de
educación física se separó apenas en marzo pasado, según indica su declaración
patrimonial que presentó con motivo del fin de su gestión.
BONANZA INEXPLICABLE
De acuerdo
con información de la Conade, Ramírez Barajas se integró oficialmente como
asesor de la dirección general (plaza que según el portal de Transparencia
recibe como compensación económica 26 mil 382 pesos netos) el 15 de febrero
pasado, aunque en los hechos comenzó a operar desde finales de enero, fecha en
la que ya daba instrucciones a los mandos altos y medios de la dependencia.
En sus 19
años como funcionario, Ramírez Barajas ha realizado nueve modificaciones a sus
declaraciones patrimoniales, con base en la Ley de Responsabilidad de los
Servidores Públicos que los obliga a transparentar al menos una parte de sus
bienes y les deja abierta la posibilidad de que difundan la totalidad de sus
propiedades e ingresos.
En 11 años,
sólo en una ocasión, en enero de 2005, Ramírez Barajas aceptó hacer públicas
sus propiedades. Declaró que poseía una casa con superficie de 280 metros
cuadrados y 300 metros cuadrados de construcción con un valor de 2.5 millones
de pesos que obtuvo a crédito. También reportó una cabaña de 52 metros cuadrados
con un valor de 250 mil pesos, así como un automóvil marca Volkswagen tipo
Cabrio y una camioneta Chevrolet Silverado, ambos modelo 1999 con valor de 16
mil 500 pesos y 12 mil 500, respectivamente.
Siete años
después, ya no estuvo dispuesto a hacer públicos sus datos patrimoniales. No
aceptó declarar públicamente que vive en un penthouse de 600 metros cuadrados
en la avenida Jesús del Monte, en Interlomas, Huixquilucan, Estado de México,
donde el metro cuadrado cuesta en promedio 25 mil pesos.
La suma de los
sueldos que entre 2005 y 2012 ha devengado, en el hipotético caso de que
hubiera ahorrado cada peso que ganó, no alcanzaría para costear su estilo de
vida.
Fragmento
del reportaje que se publica en la edición 1899 de la revista Proceso, ya en
circulación.
(PROCESO/ Raúl Ochoa y Beatriz Pereyra/ 27 de marzo de
2013)
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