El mecanismo de resolución de controversias pinta para
convertirse en la mayor disputa entre México y Estados Unidos en la
renegociación del acuerdo comercial, abriendo la puerta a que la administración
de Donald Trump presente su faceta más agresiva y proteccionista
“Está bien, pueden tener su maldito
mecanismo de resolución de controversias. Ahora, enviemos la propuesta al
Congreso”
James Baker
Exsecretario del Tesoro estadounidense
El académico Peter McKenna, señaló que
este tema debe ser el punto de partida para reforzar la cooperación en la
negociación del TLCAN
43 Apelaciones de 71, corresponden a
decisiones tomadas por las cortes de EU
El lunes, la Oficina del
Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés)
envió al Congreso los objetivos de la administración de Donald Trump de cara a
la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En su mayoría, los
lineamientos fueron recibidos con un optimismo moderado de parte del gobierno,
los analistas y las industrias de exportación de México y Canadá.
Sin embargo, hay un elemento
que tiene el potencial de liberar la verdadera naturaleza proteccionista del
presidente Trump y de su gabinete económico: la propuesta de desechar el
capítulo 19 del TLCAN, el apartado en el que se establecen los mecanismos de
resolución de controversias.
Esto quiere decir que tanto
México como Canadá tendrían que ceñirse a las decisiones de las cortes
estadounidenses en materia comercial, específicamente en la aplicación de
cuotas o tarifas compensatorias como medidas antidumping.
Bajo las reglas actuales, si
Estados Unidos considera que los bienes de exportación de México o Canadá están
recibiendo subsidios que distorsionan la competencia o que se venden a precios
por debajo de sus costos (dumping), puede acudir a una corte doméstica para
pedir que se apliquen impuestos adicionales las importaciones en cuestión.
Pero, ésta no es una
resolución final. El capítulo 19 del TLCAN estipula que México o Canadá pueden
apelar la decisión ante un panel de arbitraje que incluye a funcionarios de los
dos países en disputa.
De las 71 apelaciones que se
han presentado en los 23 años de vigencia del acuerdo trilateral, 43
corresponden a apelaciones de decisiones tomadas por las cortes
estadounidenses.
El mecanismo tiene la
finalidad de despolitizar las decisiones de las cortes domésticas en materia
comercial, así como de neutralizar la desproporcionada influencia de Estados
Unidos en el sistema comercial global.
Hasta ahora, ha funcionado
relativamente bien. De acuerdo a Chad Bown, investigador del Instituto Peterson
de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), apenas el 1.3 por
ciento de las importaciones estadounidenses que provienen de la región TLCAN
están sujetos a alguna medida compensatoria. Esto se compara con una proporción
de 9.2 por ciento de las importaciones de China y de 2.7 por ciento de las importaciones
del resto del mundo.
No es difícil ver por qué
Estados Unidos ha pedido la terminación del capítulo 19. Su balance en casos
que llegan al panel de arbitraje es negativo. Además, como lo exhiben los
recientes casos del conflicto azucarero y de la disputa de reglas de
etiquetación de origen en los productos cárnicos, el gobierno estadounidense ha
utilizado los argumentos antisubsidio y antidumping para privilegiar industrias
domésticas que cuentan con una fuerte influencia política para obtener subvenciones.
UN TEMA CRÍTICO
Pudiera pensarse que la idea
de la posible eliminación del mecanismo de resolución de controversias del
TLCAN es parte de la agenda de corte proteccionista de la administración de
Trump. Pero, el tema no es nuevo.
La prensa canadiense refiere
que Canadá estuvo a punto de renunciar a las negociaciones originales de un
tratado de libre comercio con Estados Unidos en 1987 porque la administración
de Ronald Reagan se rehusaba a aceptar el capítulo 19.
Eventualmente, los
estadounidenses cedieron en este punto. De acuerdo a Derek Burney, quien era
jefe de gabinete de Canadá en 1987, James Baker, el entonces secretario del
Tesoro de Estados Unidos, llamó a su oficina y le dijo: “Está bien, pueden
tener su maldito mecanismo de resolución de controversias. Ahora, enviemos la
propuesta al Congreso”.
Para cuando México se unió a
las negociaciones a principios de la década de los 90, el mecanismo ya estaba
integrado en el cuerpo base del acuerdo trilateral.
Treinta años después, el tema
vuelve a la mesa de las negociaciones.
Patrick Leblond, profesor de la Escuela de Asuntos Públicos e
Internacionales de la Universidad de Ottawa, argumenta que el riesgo de no
tener un mecanismo de resolución de controversias es altísimo. Explica que, de
otro modo, la única respuesta de México y Canadá ante la imposición de medidas
arbitrarias de las cortes estadounidenses sería a través de la aplicación de
aranceles a los productos de exportación de Estados Unidos. A su manera de ver
las cosas, se sustituiría la diplomacia comercial por mecanismos propios de una
guerra comercial. “Proteccionismo por la
puerta de atrás”, es el concepto que ha utilizado Leblond para definir el
posicionamiento de la administración de Donald Trump frente a la renegociación
del TLCAN.
El documento que el USTR
envió al Congreso fue diseñado en un momento en el que la administración de
Donald Trump comenzó a evaluar si se implementarán tarifas arancelarias a la
importación del acero por motivos de seguridad nacional. De acuerdo a
especialistas, esta acción marcaría un punto y aparte en las reglas del sistema
comercial global, además de que muy seguramente generará fuertes medidas
compensatorias de parte de China y la Unión Europea, dos de las tres mayores
economías del planeta.
Esta es la razón por la que
se argumenta que decisiones como la de la eliminación del capítulo 19 revelan
la verdadera naturaleza de la administración de Donald Trump en materia
comercial. Chad Bown, investigador del PIIE, explica que estas medidas son
parte del “proteccionismo invisible” del nuevo gobierno estadounidense, un
concepto que resume el espíritu de una nueva política comercial que no tiene
interés alguno en conservar el status quo de un sistema basado en reglas.
COOPERACIÓN MÉXICO-CANADÁ
El mecanismo de resolución de
controversias del TLCAN es un asunto de vida o muerte para Canadá. Los grupos
empresariales de ese país están presionando al primer ministro Justin Trudeau
para que defina los objetivos de su gobierno de cara a la renegociación del
TLCAN y que exprese que el tema del capítulo 19 representa una línea roja .
David MacNaughton, embajador
de Canadá en Estados Unidos, dijo que el mecanismo de resolución de
controversias es un asunto crítico para su país.
Hasta el momento, Chrystia
Freeland, ministra de Comercio de Canadá, se ha limitado a declarar que estos
lineamientos son parte de “un proceso interno”.
Sin embargo, la declaración
de Freeland deja entrever que la delegación canadiense enfatizará su capacidad
de respuesta dado que 40 de los 50 estados de la Unión Americana tienen a la
región TLCAN como principal destino de exportación.
El Congreso mexicano también
busca dejar en claro que el capítulo 19 no es un apartado negociable.
El martes, el senador Ernesto
Cordero, presidente de la Comisión Permanente, dijo que el punto de acuerdo en
el que se exhorta al gobierno a respetar el mecanismo de resolución de
controversias del TLCAN pasará al pleno de este órgano legislativo.
Este significaría el primer
pronunciamiento institucional del gobierno mexicano en este sentido. No
obstante, el tono de la respuesta de Ildefonso Guajardo, el secretario de
Economía, también transmite el sentir de México respecto al capítulo 19.
Guajardo dijo abiertamente que la visión del comercio internacional de Estados
Unidos es “mercantilista”.
Esta declaración rompe con el
estilo diplomático que ha caracterizado a las intervenciones públicas del
secretario Guajardo en temas bilaterales.
La divergencia entre las
posturas de Estados Unidos y sus socios comerciales amenaza con retrasar el
calendario de negociación, el cual pretende evitar que las conversaciones
comerciales se solapen con el proceso electoral mexicano de 2018.
Si algo ha quedado claro
desde la primera vez que el presidente Trump anunció su intención de renegociar
el TLCAN es que la incertidumbre no podría ser marginalizada. El capítulo 19 se
podría convertirse en el punto de partida de una administración estadounidense
que, necesitada de una victoria política, podría descubrir su faceta más
agresiva y más proteccionista.
(REPORTE INDIGO/ INDIGO
STAFF/ Jueves 20 de julio de 2017)
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