Juan José Ríos, comunidad cercana a Los Mochis, vive nuevos momentos
de zozobra, al ser aniquilados sus residentes por grupos armados.
Hombres, hombres jóvenes, principalmente son los sacrificados.
En una semana, del 23 de octubre al 31 de octubre, cuatro muertes
violentas se han contabilizado. En ninguna de ellas se tienen pistas de
los asesinos, según información recopilada en diversas fuentes
policiales.
Los homicidios fueron calificados como absurdos por los deudos, pues,
al menos en el caso reciente, se trataba de estudiantes
preparatorianos.
La estela de sangre reinició en Juan José Ríos el 23 de octubre,
cuando un joven fue rematado en la casa en donde se ocultaba para
convalecer de un ataque anterior, en donde fue baleado.
Martín Alberto Beltrán Rodríguez, de 22 años de edad y quien vivía en
calle 16 y Nahuilla, murió en una casa que le prestaron como refugio.
Estaba en la alcoba de la residencia ubicada en calle 11 entre Japaraqui y Mayculi, en el sector estero de Juan José Ríos.
Hasta él llegaron los comandos que lo encontraron en la última
recámara de la casa. Lo rafaguearon mientras estaba acostado en la cama.
Con su último aliento, rodó buscando ponerse a salvo, pero cayó al
suelo y se desangró hasta morir. Las mujeres que lo cuidaban, buscaron
evitar el sangrado con sus manos, pero no lo contuvieron.
Martín no pudo ver cómo su padre, Martín Beltrán Pacheco, de 49 años
de edad, era también asesinado a sangre fría, pero afuera del escondite.
Martín padre había conducido a sus propios matones hasta la casa en
donde su hijo se ocultaba. No se sabe por qué lo hizo, pues él murió en
el mismo hecho.
El sitio de la doble ejecución es conocido por las corporaciones
policiales como área de conflicto armado, pues son varios asesinatos
masivos los que se han cometido ahí.
Una semana después, el 31 de octubre, en la víspera de Halloween,
tres jóvenes preparatorianos fueron rafagueados por sicarios que los
sorprendieron reparando una vagoneta Gran Cherokee, color tinto y sin
placas de circulación.
Jesús Alexis Cota García, de 19 años de edad, moría en el asiento
posterior de la vagoneta, que estaba estacionada en calle nueve entre
Japaraqui y Mayculi.
Gravemente fueron conducidos a un nosocomio de Los Mochis dos
muchachos más. Uno de ellos, Humberto Ruiz Sarmiento, fallecía minutos
después, en tanto que José “N” sobrevivía de milagro.
En el lugar del ataque, los peritos recogieron 158 casquillos para
fusiles automáticos. De ellos, 138 tiros fueron para calibre 7.62
milímetros y 20 calibre 2.23.
De los asesinos no hay pistas.
La víspera de los asesinatos en Juan José Ríos, la ciudad de Los
Mochis no escapó a la ola de terror, pues una hora antes del ataque a
los muchachos, un camionero era asesinado a sangre fría por dos
pasajeros que pretendieron privarlo de la libertad.
Omar Ayala Gastélum, residente de la colonia Ayuntamiento 72, se
opuso a ser subido a la fuerza a unas camionetas blancas, y en respuesta
recibió dos disparos en la cabeza.
Luego, el joven Eduwiges Pérez Monreal, residente de la colonia
Infonavit Mochicahui, era asesinado a navajazos, en un caso que para la
autoridad no es delincuencia organizada, sino común.
Antes, en el campo pesquero El Colorado, que ha sido escenario de
enfrentamientos entre policías y delincuentes e incluso de señalamientos
de que los gendarmes operan un escuadrón de la muerte, dos pescadores
fueron asesinados a sangre fría por sicarios que presuntamente abordaban
pangas.
Jesús Ochoa Lugo, apodado el Coruco y Óscar Karin Castro Felician, de 31, murieron en el acto.
Hasta ahora la Policía no ha mostrado avances de los nuevos
asesinatos y la autoridad municipal se ha replegado a un discreto
silencio.
En Juan José Ríos la población volvió a su autoimpuesta rutina de no
salir de noche, puesto que el sicariato retornó a las calles y con ellos
el terror.
Formal prisión a matachapulines
Padre e hijo, acusados de ser matachapulines, recibieron este lunes auto de formal prisión por el delito de homicidio con ventaja.
Pedro Rodríguez Soto, de 50 años de edad, y Carlos Rodríguez
Mendívil, de 23, ambos residentes del ejido 20 de Noviembre, se
reservaron el derecho de declarar en las imputaciones que les hacen
policías ministeriales por la doble ejecución de Paúl López Vega, de 32
años, y Jesús Arnoldo Nieblas Beltrán, de 23 años, perpetrada a sangre
fría en un estacionamiento de un centro comercial al oriente de la
ciudad.
Paúl y Carlos, víctima y victimario, respectivamente, tenían antecedentes similares: ambos fueron procesados por narcomenudeo.
A padre e hijo se les involucra en al menos cinco asesinatos más,
presuntamente encargados por los jefes de la plaza para el cártel de
Guasave.
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