El activismo político estudiantil
desde siempre formó parte de la naturaleza esencial del quehacer universitario.
La rebelión estudiantil de origen en las principales universitarias europeas
y que marcó época en 1967 por sus alcances globales impactó en México y cuyo
trágico desenlace fue el 2 de octubre del 68, siendo la UNAM y el Poli los
centros de mayor efervescencia de la protesta juvenil.
En la entidad la
Universidad de Sonora no escapó a ese ciclo y a los aguiluchos aglutinados en la
FEUS tocó vivir los aciagos días de violencia electoral y de violación de la
autonomía universitaria.
La represión como principio de
autoridad
Traslapado con la elección a gobernador del estado, el
movimiento que tuvo alcances populares y que bien describen en sus libros “El
día que explotó la rabia” de Ismael Mercado Andrews y “Los Aguiluchos” de
Armando Moreno Soto, impuso ritmo vertiginoso en los acontecimientos políticos
en donde se hizo presente la inefable “Ola Verde” que combinada con importante
dosis de represión gubernamental lograron imponer a Faustino Félix Serna en la
gubernatura y frenar de paso los ímpetus estudiantiles y a un panismo muy
activo.
En los setentas bajo la férrea mano del rector Alfonso Castellanos
Idiáquez quien contaba con las simpatías del gobernador Carlos Armando Biebrich
y la aprobación de la Ley 103 en agosto de 1973 que regulaba la vida orgánica
del Alma Mater sonorense, emerge la protesta estudiantil en torno a los
activistas de la FEUS ante el proyecto de departamentalización de la academia y
que otorgaba al rector poder omnímodos sobre la institución, mientras en el
entorno se discutían proyectos educativos como Universidad Fábrica, Universidad
Roja o Universidad crítica, democrática y popular.
El STAUS y el STEUS
empezaron a jugar un importante rol al interior de la Unison. En ese lapso hizo
de las suyas el grupo de choque de formación paramilitar conocido como los
Micos, en donde militaron conocidos informadores como Francisco Javier Ruiz
Quirrín e Hilario Olea, este último convertido en vocero de los intereses del
boursismo desde su noticiero televisivo Entre Todos. También por ahí
encabezaron la protesta estudiantil gentes como Francisco Javier El Chuco
Carrasco y Oscar El Pollo Medina.
Para principios de la década de los
ochentas con la salida de Castellanos y con el desprestigio a cuestas no
alcanzaron ni el apoyo de sindicatos inventados como el SEMUS, para frenar la
polarización al interior y el traslado del poder universitario hacia las nuevas
fuerzas que se hacían presentes como el grupo de “los Químicos” liderados por
Manuel El Pototo Rivera Zamudio y Manuel Balcazar Meza.
En ese tiempo el
emplazamiento a huelga fue un recurso usado por los sindicatos universitarios
para exigir el cumplimiento de sus contratos colectivos y para luchar por el
incremento de sus demandas como trabajadores académicos como de empleados.
Ataque desde las alturas
Durante el rectorado
de estos, ambos nadaron de muertito para no alterar la paz reinante, hasta que
en el sexenio de Manlio Fabio Beltrones, el gobierno empujó un proyecto de nueva
ley orgánica de la universidad, con lo cual se destapó la caja de pandora de la
protesta estudiantil y sindical, estando aún presentes las grandes
movilizaciones de la UNAM de 1987 del CEU liderado por Carlos Imaz, Imanol
Ordórica, Antonio Santos y una pléyade de dirigentes muchos de los cuales
pasaron a formar parte las filas primero del FDN y después del PRD.
Nucleada
en el CEUS (Consejo Estudiantil de la Universidad de Sonora) la movilización
estudiantil opuso recia resistencia a la implementación legislativa y dirigentes
–llamados “grillos” para desprestigiarlos— como Santiago Cabezón Luna. su hoy
esposa Norma Valle, Alejandro Pardo, etc., lideraron esas jornadas en busca de
abrir el debate entre el Gobierno beltronista y la comunidad universitaria.
Al
fin se impuso la lógica gubernamental y con un rector a modo como Jorge Luis
Ibarra, de formación trotskista pues había militado en el PST y quien provenía
del Colegio de Sonora de donde fue rector, la institución alcanzó nueva
proyección y cesaron las críticas –fundadas o no-- que cuestionaba su desempeño
académico y los conflictos que la habían convertido en un nido de grillos y de
izquierdistas.
Todo el poder al rector
A Ibarra le tocó acorde a
los tiempos del neoliberalismo permeante reorganizar el poder en la universidad
y las tomas de decisiones se concentraron en su persona y en el patronato de la
institución, a la par que el estudiantado perdió capacidad de presión y de
organización frente al nuevo esquema de gobierno universitario, quedando así los
sindicatos como únicos ejes –casi islas— de defensa de la autonomía con un
rector entregado y funcionado como “embajador” de los designios gubernamentales.
Apenas si impactó en la Unison el movimiento encabezado a finales de los
noventas en la UNAM por el Mosh y sus secuaces organizados en el CGH que durante
el gobierno de Zedillo mantuvo en vilo y en huelga a la universidad nacional,
hasta que la entrada de la PFP al campus puso fin al paro en lo que se llamó “La
huelga del fin del mundo”
¿Autismo o
ignorancia?
Con la salida de Jorge Luis Ibarra de la rectoría
muchos apostaron por que esa medida oxigenarían las estructuran del gobierno
universitario y en el arribo de Heriberto Grijalva perteneciente al grupo de
Ciencias Químicas al cargo se iniciaría una nueva etapa de entendimiento entre
las principales fuerzas que conviven al interior para bien de la institución
afectada por las medidas neoliberales y de recorte presupuestal, tal como lo
manifestó Sergio Barraza, cuando dirigía al STAUS. No hay que olvidar que la
falta de presupuesto 2012 metió en aprietos al centro de estudios y eso ha
impactado su desempeño normal en lo que va del año.
Por eso nada bien
cayeron en la comunidad sonorense las palabras del secretario de gobierno
Roberto Romero López, --egresado del Tec de Monterrey por cierto-- cuando cual
esquirol y mostrando una ignorancia extrema en el caso universitario anunció que
se tomarían medidas para evitar el cese de clases de estallar el legal
emplazamiento a huelga de los sindicatos universitarios –¡¡incluido el de los
académicos, o sea el de los maestros, señor secretario!!-- y que para ello se
contaba con los planteles del sistema educativo estatal, llámese COBACH, Conalep
y demás edificios. Eso explica en gran medida las protestas de los
universitarios frente a palacio de gobierno.
Achacando culpa al rector
Grijalva por echarse para atrás en el logro de acuerdos en las demandas de los
profes el STAUS puso las banderas rojinegras en los accesos de la universidad y
cesó por ende la actividad en sus aulas, centros de investigación y desarrollo
artístico y en sus campos deportivos.
Así, la UNISON y los miembros de su
comunidad esperan más de un gobierno que se anunció como del Nuevo Sonora y
sustituyó por mandato de las urnas a uno de corte imperial y absolutista, como
lo fue el boursista, tocando en esa era reformar la ley orgánica del ITSON y el
descarrilamiento de Oscar Russo como gran decididor en esa institución de
educación superior.
“El saber de mis hijos hará mi grandeza” reza el conocido
lema desde la fundación de esta casa de la intelligentia sonorense que nació
entre la controversia entre los diversos grupos que se disputaban el proyecto
que le dio vida… actuemos en consecuencia.
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