lunes, 18 de marzo de 2013

SALTARINES Y SALTEADORES



Alejandro Sicairos
Antes de que el Congreso del Estado quede desmantelado en aras de una ambición de poder sin límites, los diputados panistas y priistas —en igualdad de sometimiento a su amo, el gobernador Mario López Valdez— dieron otra señal de que la Sexagésima Legislatura es la mayor aberración política que pueda ocurrirle a Sinaloa, al aprobar otra deuda que tendrán que pagar los sinaloenses por 771 millones de pesos.

La Cámara vuelve a mostrar la exacta dimensión irresponsable de hombres de todos los partidos que traicionan la encomienda social puesta en sus manos y todavía tendrán el descaro de pedirles a los electores que los encumbren nuevamente en cargos de elección popular.

Después del golpe asestado el jueves 14 de marzo, es de preverse que más de la mitad de los integrantes del Congreso solicite licencia para ir en busca de las candidaturas a las 18 presidencias municipales. Insuficiente la curul para saciar la avaricia desmedida de los parlamentarios, estos van voraces por la alcaldías en un contexto donde los ciudadanos no eligen sino votan durante jornadas en las cuales las prebendas acaban con cualquier posibilidad del sufragio emitido a conciencia.

Lejos de avizorarse rasgos de una justa democrática, lo que se ve venir es otra pelea en la jungla llamada Sinaloa. Sin siquiera ruborizarse por las puñaladas asestadas a los electores, los de los colmillos más largos y las garras más afiliadas se impondrán por encima de la urgente civilidad y buena representación popular que debe ser, inaplazablemente, el parto de las urnas. La misma estirpe demagógica y alevosa de siempre se dispone a reñir por la misma carroña.

En la tierra del todo perdido, los diputados han optado por convertirse en otro lastre para la modernización política de Sinaloa. Se asumen como la clase eternamente elegible y ociosamente feliz. Hombres pérfidos para una sociedad autista que requiere de oportunistas en vez de líderes. Ahí están siempre, en el reparto del botín, pero de ausencia cobarde cuando se trata de dar la cara por quienes los empoderaron.

El atraso político de Sinaloa es una cuestión que debiera avergonzarnos y desde ese bochorno mover a las masas en una sublevación inteligente para detener a la insaciable camarilla que tiene de rehén a la voluntad ciudadana. Bastaría una ley que obligue a concluir con sus obligaciones a todo aquel que sea electo para un cargo de representación popular para tener derecho a aspirar a otro.

El problema es que no hay quién legisle en esta materia si los que tienen la obligación de hacerlo son los principales impulsores de la anarquía. El dilema del atraso en la mentalidad de las gavillas de poder y el urgente rediseño de la función pública constituye al mismo tiempo una contradicción entre el modelo político de avanzada que Sinaloa necesita y el esquema actual de cotos irrenunciables.

Luego viene lo más trágico: sujetos que adoptan la representación social como un escudo de impunidad prolongada y que van de puesto en puesto arrastrando la cauda de pillerías, sospechas y cinismo exacerbado. Se apropian de diputaciones y posiciones edilicias al saberlas garantía de arbitrariedad sin castigo; es la forma vitalicia de medrar con el voto.

Como a todos los sistemas de gobierno, a Sinaloa le falta el refresh politic que borre la idea de monopolios de partidos, personajes u hordas que venden la representatividad como baratija. Renuncian a los equilibrios y dejan de ser contrapesos porque están seguros que con esta engañifa volverán a timar a sinaloenses muy distantes de pretender que con el voto se logre una noción nueva de la actividad pública.

Impensable por lo pronto que ocurra aquí la transformación del actual esquema pendenciero de asunción al poder y traición a la sociedad. En el desgobierno no mutan las atrocidades. La aprobación de otro endeudamiento contraído por el gobierno de Malova ratifica que a las fuerzas panistas y priistas, igualmente ávidas de poder y convertidas en gorilas que saltan de liana en liana, solamente podrá desalojarlas la fuerza social.

Por lo pronto, ahí siguen atrincheradas en la desvergüenza, para saltar a la primera oportunidad a otro edén de la política y la rapacería.

Re-verso

Desfachatez excesiva, nunca tiene un buen fin: o serán ratas cautivas, o parte de la clase ruin.

Chango marismeño

El chapulín mayor de Sinaloa se llama Alejandro Higuera Osuna. Toma el encargo que le dan los votos y a los meses lo suelta como si tirara un carraspeo. Político que abate todo récord de gestiones a medias, hoy se alista para dejar por tercera vez la Presidencia Municipal de Mazatlán y canjearla por una diputación local que le servirá como trampolín para el 2016, cuando llegue el momento de buscar al sucesor de Mario López Valdez. Pareciera que lo quieren mucho los mazatlecos pero la verdad es que el llamado Diablo azul siempre está en campaña usando todos los recursos públicos de que dispone. Y así perennemente vivirá de la ubre presupuestal.

Salto al vacío

Si es que se anima a pedir licencia, el que parece dar un salto al abismo sin red de protección es Cenovio Ruiz Zazueta, porque la candidatura a la alcaldía de Culiacán ya está amarrada tanto en el PRI como en el despacho de Malova para Sergio Torres (o para Jesús Valdez que no se descarta).

(RIODOCE.COM.MX/ Alejandro Sicairos/marzo 17, 2013)

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