lunes, 18 de marzo de 2013

NORMALIDAD CRIMINAL



La violencia impone su ley en Sinaloa y orienta sentencia: la de los criminales “es una conducta normal”, dice Malova

Paúl Mercado/Riodoce
Tener altos índices de criminalidad en el estado de Sinaloa es algo normal, como también lo es que consecuentemente no disminuya la percepción de que se trata de un territorio violento. Pero de eso a que el propio gobernador del estado, Mario López Valdez, admita que las matanzas o asesinatos múltiples solo muestran “una normalidad en la conducta de los delincuentes”, significa que las cosas no van bien.

Que un gobernador hable de normalidad ante la violencia, y en especial uno como Malova, que por dos años y tres meses se ha empeñado en hacer creer que el lacerante problema delictivo no es tan grave como se percibe y se dice, muestra al menos dos lecturas: o se pretende minimizar una realidad terrible en materia de violencia o ya se decidió el “gobierno del cambio” a admitir que las cosas deben verse como son: mal.

La madrugada del pasado lunes 4 de marzo, el mismo día que el presidente Enrique Peña Nieto visitó Sinaloa por primera vez como parte de una gira oficial presidencial, siete personas fueron asesinadas en Agua Verde, municipio de Rosario. Entre las víctimas, la propia Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) reconoció que cuatro eran policías.

La jornada de ese día en Sinaloa fue muy contrastante pues mientras la matanza sacudía al sur del estado, durante el acto oficial del primer encuentro entre los representantes de los dos gobiernos, el estatal y el federal, no se tocó el tema de la violencia con una sola palabra. Fue como si nada hubiera pasado.

Ese mismo lunes, de acuerdo con el reporte de medios nacionales, ocurrieron otros once asesinatos en distintas partes del país: en Guerrero asesinaron al titular de la Auditoría General del Estado, seis fueron ejecutados en Coahuila y tres más en el Estado de México. Pero Sinaloa puso la mayor parte en la cuota de sangre: siete homicidios dolosos, para un total de 17 en menos de 24 horas.

Cinco días después, el sábado 9 de marzo, el gobernador López Valdez fue entrevistado al término de la inauguración del Gran Triatlón Pacífico Mazatlán 2013. Le preguntaron sobre los operativos que se realizan en la zona serrana del sur de Sinaloa, precisamente luego de algunos hechos violentos que se habían presentado en la región, incluyendo el multihomicidio de Agua Verde.

Malova admitió que se violentó “un poquito” esa parte del estado.



—¿Tendría relación con la visita del presidente? —le preguntó una reportera.

—No. Fue una coincidencia. Nada qué ver; no es ningún mensaje que le están mandando al presidente de la República… es parte de la conducta normal que tienen los delincuentes.



No era la primera vez que un gobernador hacía tal aseveración de frente a la violencia en Sinaloa. En 2005, cuando Jesús Aguilar Padilla asumió el cargo, el periodista Carlos Loret de Mola lo entrevistó para conocer su postura ante este fenómeno social y el mandatario respondió que era algo “normal”.

Las críticas obligaron a Aguilar Padilla a aclarar que se había malinterpretado su dicho, mismo que no solo inquietó a la sociedad, sino que quedó registrado como un intento de pretender minimizar la gravedad del problema en Sinaloa.

Ahora, ocho años después, Mario López Valdez, también presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), reedita la expresión y le da vigencia a la percepción violenta que tanto ha combatido pero que a pesar de ello se mantiene sobre el estado.

Lo normal en Sinaloa

De acuerdo con reportes periodísticos y con las mismas cifras oficiales de la PGJE, en Sinaloa es normal que se registren altos niveles de criminalidad, no solo de homicidios dolosos, sino de secuestros, asaltos bancarios, etcétera.

Solo en estos tres rubros, si se hace una revisión mínima de las estadísticas de los últimos ocho años, es posible concluir que las cosas están mal en términos de criminalidad en el estado.

El año más violento ha sido el 2010, del periodo de Aguilar Padilla, con 2 mil 250 asesinatos. Pero después de ese, el 2011 se convirtió en el segundo más violento con mil 906, seguido en el tercer lugar por el 2012 con mil 464, estos dos pertenecientes al sexenio de López Valdez.

En cuanto a robos bancarios, el año con la estadística más alta es el 2011, de Malova, que registró 154 atracos, uno más que en el 2010 de Aguilar Padilla.

Y finalmente en el secuestro, un delito que prácticamente había desaparecido en el sexenio de Juan Sigfrido Millán Lizárraga, los años más intensos corresponden a la actual administración: 29 en el 2011 y 28 en el 2012. Con Aguilar Padilla lo más que se registró en un año fueron 19 privaciones de la libertad.

Para el vicepresidente de la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados de México, A.C., Ricardo Beltrán Verduzco, la declaración del gobernador Mario López Valdez no solo es desafortunada sino que refleja una actitud complaciente de la criminalidad en el estado.

“Aunque la realidad de Sinaloa sea esa, de nuestro gobernador queremos ver fortaleza, no queremos ver debilidades ni queremos percibir este tipo de aceptaciones. Yo creo que no es normal nada de lo que sucede, no podemos vivir en ese ambiente de normalidad; creo que cualquier delito que se comete, en un país de leyes, debe ser motivo de preocupación, porque se supone que están las autoridades para combatirlos”, destacó.

También criticó que la complacencia con que el Gobierno del Estado ha actuado de frente al crimen ha colocado a la impunidad en niveles preocupantes, pues de cada cien delitos cometidos apenas se resuelven dos o tres.

De buenas intenciones

La respuesta del Gobierno estatal ante multihomicidios como el ocurrido en Agua Verde, Rosario, no solo ha quedado en una declaración que pretende minimizar este tipo de hechos. También se ha plasmado en papel.

El pasado 7 de marzo en Culiacán se firmó el convenio de adhesión del Gobierno de Sinaloa al Programa Nacional de Prevención del Delito, mediante el cual, y de acuerdo con el subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, se le asignarán a Sinaloa recursos por 92.7 millones de pesos para fortalecer los programas preventivos, fundamentalmente en Culiacán y Ahome, donde el diagnóstico federal reconoce problemas urgentes de atender.

Malova lo dijo distinto a la hora de admitir que ambos municipios son conflictivos: “En Colombia, una manera de atacar la inseguridad y la violencia fue llevando, dicen ellos, las mejores obras a los peores lugares”.

“Vamos por un Sinaloa seguro para cambiar la percepción que se tiene de un estado violento”, agregaría el gobernador, admitiendo lo que tanto niega en su discurso ordinario.

Pero también presumió resultados: “De ocupar el lugar 26 a nivel nacional en 2010, como uno de los estados con más violencia, y con promedio de 6.2 muertos diarios, en 2012 se redujeron esos índices a 3.2 homicidios por día y en municipios como Navolato, Mazatlán y Ahome los resultados han sido más evidentes”.

Lo que no dicen las estadísticas oficiales —apunta Beltrán Verduzco—, las que presumen “un homicidio menos”, es que ahora hay más desaparecidos y que la sociedad está denunciando menos. Pero también está el hecho de que la violencia ahora se ejecuta con altos niveles de saña, lo que inquieta a la sociedad.

Al día siguiente, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el gobernador Malova firmó el Acuerdo por una Cultura de la Paz con el propósito de abatir los índices delictivos que azotan algunos polígonos de la entidad.

Ahí aprovechó para convocar a las mujeres, “como el ente más efectivo para erradicar la violencia que se registra en algunas áreas del estado y que tanto lacera a las familias”, para que le ayuden a resarcir el tejido social que se encuentra tan deteriorado.

“Me parece una incongruencia (el llamado) del gobernador porque mientras por una parte declara que la cultura de la paz sirve para resarcir el tejido social, con la participación fundamental de las mujeres, por la vía de los hechos se niega a solicitar la alerta de género”, reprochó Aurelia Leal, dirigente de la Asociación Mexicana de Mujeres Organizadas en Red, A.C. (AMMOR).

Y sobre la normalidad que Malova admite de la conducta delictiva en el estado, para Aurelia Leal es inadmisible que la violencia sea vista como una conducta normal del delincuente: “Es como aceptarle un espacio emocional al cual tendría derecho la delincuencia, en lugar de combatir con buenas estrategias esas conductas perniciosas”.

“Los problemas que tiene el país los tiene Sinaloa, estamos estigmatizados como un estado violento, igual que un país violento”, dijo López Valdez ante el subsecretario de Prevención Nacional. Y luego hizo acompañar su dicho con datos del INEGI: “Sinaloa está en el lugar 26 de 32 entidades, cuando la 32 es la más segura por cada cien mil habitantes en los delitos que se cometen, pero en percepción estamos en séptimo lugar”.

Pero la percepción no es gratuita. Y tan no lo es que el jueves 14 de marzo la propia PGJE confirmó que en las últimas horas al menos doce personas habían sido asesinadas en diferentes lugares: seis en el municipio de Sinaloa, cuatro de ellas en un enfrentamiento y dos más fueron encontradas enterradas. En Culiacán tres fueron baleadas. Otra más en Mocorito. En Mazatlán una fue encontrada semienterrada y en Navolato otra flotando en las aguas de un canal.

Es decir, Sinaloa es una de las entidades donde más se percibe que se trata de un lugar violento, inseguro, y donde ahora, por “decreto” gubernamental, la comisión de homicidios dolosos, peor aún, los multihomicidios, no son más que parte de la normalidad con que actúan los delincuentes.

ASÍ LO DIJO

“Fue una coincidencia. Nada qué ver; no es ningún mensaje que le están mandando al presidente de la República… es parte de la conducta normal que tienen los delincuentes”.

—Mario López Valdez, gobernador de Sinaloa y presidente de la Conago.

(RIODOCE.COM.MX/ Paúl Mercado / marzo 17, 2013)

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