domingo, 28 de junio de 2015

DESARROLLAN SU TALENTO EN TIERRA DE MINAS, SILENCIO Y OVNIS


Saltillo, Coah.- Es el Roswell de México. Pero a los jóvenes en esta cercanía de la Zona del Silencio no les atrae quedarse en su natal Laguna del Rey, en el desierto de Ocampo, Coahuila.

Son adolescentes sobresalientes, con una capacidad de inventiva a prueba de todo. Desarrollan su talento en medio de temperaturas que rebasan los 52 grados en verano, el agua que escasea, las carencias en casa y la falta de internet.

José Manuel Camacho Silos, Arturo Caro Durán y Luis Eduardo Ríos García, son ejemplo en esta comunidad ocampense, gracias a la batería ecológica que inventaron y que decidieron llamar “ElectroGober”.

En el Concurso de Inventiva Nacional patrocinado por la Secretaría de Educación, este grupo se alzó con el segundo lugar con el prototipo de Cultura Ecológica y Preservación del Medio Ambiente, con la propuesta “ElectroGober”.

Hace días fue la premiación en el Club Social de Magnelec, en el mismo Laguna del Rey. Magnelec  es la única opción de trabajo bien remunerado que tienen los jóvenes recién egresados, en unos 250 kilómetros a la redonda.

SE FRAGUA CHISPAZO

A finales del año pasado en una batería automotriz comenzó a fraguarse la idea. Un chispazo le llegó a Luis Eduardo cuando se le ocurrió decir que hicieran un té de gobernadora –una planta endémica y con altos niveles de ácido norhidroguayarético– para ponerle a la batería. Todo era una broma.

Inició como un experimento casero y lo que era un chiste entre ellos terminó por llevarlos al triunfo en la jornada de inventiva estudiantil. Como el papá de Eduardo es mecánico, él les ayudó a perfeccionar la idea.

Una batería se les echó a perder con la aplicación de las primeras dosis de gobernadora. Le faltaba corrosividad a la concentración del electrolito, hasta que finalmente experimentaron en un automóvil Pointer color gris, de la familia de Eduardo.

“ElectroGober” estuvo a prueba durante los últimos tres meses y funcionó igual que una pila convencional y fabricada con ácido sulfúrico. El prototipo fue instalado en el vehículo que hasta hace unos días, había recorrido más de 800 kilómetros sin causar ninguna avería al motor.

EJEMPLO Y ASPIRACIÓN

“Veíamos que no cargaba… nomás una semana al principio. Mejoramos comprando una batería nueva, porque la que teníamos para el prototipo no jalaba bien porque ya estaba usada. No nos rendíamos, sí nos agüitamos”, comparte Eduardo Ríos, a quien le gustaría estudiar Mecatrónica en alguna universidad de Torreón.

Eduardo es un alumno becado por el CECyTEC. Tiene dos hermanas mayores, Adriana que es contadora y Karen que se gana la vida como fisioterapeuta. Él tiene novia y la única diversión es salir a la plaza y caminar por las tardes cuando el calor comienza a menguar.

Acaba de cumplir 17 años y su sueño es seguir los pasos de su padre, que está dedicado al trabajo de reparación de motores de automóviles. Admira a su papá quien le ha dado uno de los mejores consejos: “Buscar para todo una solución. Todo puede solucionarse en esta vida”.

QUE GANE CRUZ AZUL

Arturo Cano Durán es el más serio y escéptico del equipo. No platica mucho y reconoce que estando en un pueblo tan chico, será difícil salir adelante y no quedarse a trabajar en las minas de sal.

Nadie da un peso por este pueblo. Pareciera que a nadie “le cae el veinte” de la capacidad que se puede desarrollar en medio de la nada.

Aquí no hay más que correcaminos y mucha gobernadora, tarántulas y serpientes que a veces llegan hasta los patios.

Arturo agrega en la charla luego de la premiación de los prototipos, que lo que les queda es leer. “Yo por ejemplo acabo de terminar ‘El Francotirador’, de Chris Kyle”.

“Los circos que llegan a instalarse acá, son bien chafas. No hay cines y quien quiera internet batalla para la conexión, unos dicen que es por la Zona del Silencio, pero quien sabe”.

Que hubiera pasto en una cancha sería lo más padre, señala, “el ‘fut’ muchos lo juegan acá y le vamos al Cruz Azul, bueno, no todos”.

Arturo tiene 16 años y quiere ver campeón de la Primera División del futbol mexicano al Cruz Azul. Nació en Chihuahua. Su papá es ingeniero químico y trabaja para Magnelec, pero a él no le gustaría quedarse a vivir en el pueblo y cuando le preguntan de política, prefiere no hablar porque se le hace que no favorece a la gente, “es triste hablar de los políticos”.

BUSCAN LA PATENTE

Jesús Manuel Camacho Silos está cerca de cumplir los 18, lleva 9.9 de calificación en la carrera de técnico en Laboratorista Químico y pide que se les ayude para tramitar la patente del prototipo.

Nunca falta a la escuela. “Mi papá –Jesús Camacho –es muy estricto, pero cree que yo puedo graduarme de abogado o arquitectura”, comenta.

Le gusta aplicarse. Cree que primero es la escuela y luego la diversión. Su papá le ha dicho que la juventud está pasando por una situación difícil, por los peligros en internet, las drogas o las muchachas que quedan embarazadas.

“Las carnitas asadas y estar en el ‘cotorreo’ también me gustan”, dice mientras pone en una silla el saco negro que usó para la premiación. Tiene siete hermanos, dos son del primer matrimonio de su papá y cinco son sus carnales, como él les llama.

Comenta que es mucho esfuerzo el que hace la familia para que los hijos salgan adelante. Es un gran momento el haber ganado el segundo lugar nacional en un concurso de inventiva. “Competimos contra decenas de alumnos del país y finalmente ganamos”.

DISCIPLINA

Su papá, Jesús Camacho Scott, es originario de Bermejillo, Durango. Tiene 44 años de edad de los que 19 los ha dedicado a trabajar como auxiliar contable en el área de Tráfico en la empresa Magnelec.

Jesús Camacho afirma que para lograr objetivos en la vida se tiene que ser muy estricto con uno mismo. Constante en lo que se busca y hacer bien las cosas a la primera.  Así dice mientras nos permite el acceso a su casa en la calle Metalurgia, en la colonia Industrial Laguna del Rey.

Junto a sus hijos Jesús Manuel, Mariana, Soi, Xiomara y Ángel vive en este sector que desde hace décadas fue construido por la empresa Peñoles. Con toda su dureza de carácter, a Camacho Scott se le llenan los ojos de lágrimas cuando habla del éxito de Jesús Manuel.

“Muchas veces uno cree que no está haciendo lo correcto, o que es demasiado estricto con los hijos, que queremos privarlos de todo… y luego nos damos cuenta como padres que ellos van creciendo, que quieren vivir algo mejor de lo que les hemos podido dar”, comparte al llevarse una servilleta a la cara. Se seca las lágrimas y abraza a Jesús Manuel.

SITIO ÚNICO

Ubicado a casi 550 kilómetros de Saltillo, la comunidad de Laguna del Rey tiene cerca de 5 mil habitantes y la mayoría de las familias viven de la generación de empleos en la planta Magnelec, dedicada a la producción de sulfato de sodio.

La compañía, que forma parte del Grupo Peñoles, es la planta de sulfato de sodio más grande del mundo y opera desde hace varias décadas en este pueblo que está a casi tres horas de la zona urbana de Torreón.

Peñoles tiene como parte de su responsabilidad social, el propósito de apoyar a jóvenes que logran ocupar lugares importantes en concursos de inventiva y ciencia como ocurrió hace una semana con un grupo de alumnos del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyTEC)  Martín Luther King, donde la única carrera de bachillerato tecnológico que se imparte es laboratorista químico.

ZAPATOS DE SEGURIDAD

Aquí los 259 estudiantes, cuyas edades oscilan entre los 16 y los 18 años, deben calzar zapato de seguridad.

Las señoritas se quejan porque el uniforme de camiseta blanca y falda a cuadros en tono gris, pierde totalmente lo estético, lo femenino, al portar zapatos tan toscos y sin un toque de “coquetería”.

Pero la directora del plantel del CECyTEC, Laura Mara Silva Fernández revela que el uso de botas de seguridad entre sus estudiantes, tiene que ver con el manejo de productos químicos y solventes en laboratorios. “Es la única forma de protegerlos y evitar accidentes”.

Laura Mara ha dirigido el plantel de “Los Correcaminos” desde hace años y dice que la mayor satisfacción es ver cómo salen adelante sus alumnos, pese a las carencias y serias complicaciones económicas que deben enfrentar desde sus familias.

Aunque el plantel apoya con becas para más de 80% de los jóvenes, es insuficiente para garantizar la estadía de un alumno hasta que concluya los cinco módulos que exige la carreta técnica que se ofrece.

Si uno hace una encuesta, la mayoría de los muchachos que en estos días cierran el ciclo escolar, quieren seguir estudiando la universidad en Torreón.

Mercadotecnia, abogados y normalistas son de las carreras con las que más sueñan quienes estudian aquí, en una escuela con laboratorios, aulas de cómputo, salones, sanitarios y una cafetería, cerca de la carretera estatal que comunica al municipio lagunero de San Pedro de las Colonias con la comunidad de La Esmeralda, en Ocampo.


(ZOCALO/ Lourdes de Koster/ 28/06/2015 - 03:00 AM)

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