Saltillo,
Coah.- Es el Roswell de México. Pero a los jóvenes en esta cercanía de la Zona
del Silencio no les atrae quedarse en su natal Laguna del Rey, en el desierto
de Ocampo, Coahuila.
Son
adolescentes sobresalientes, con una capacidad de inventiva a prueba de todo.
Desarrollan su talento en medio de temperaturas que rebasan los 52 grados en
verano, el agua que escasea, las carencias en casa y la falta de internet.
José
Manuel Camacho Silos, Arturo Caro Durán y Luis Eduardo Ríos García, son ejemplo
en esta comunidad ocampense, gracias a la batería ecológica que inventaron y
que decidieron llamar “ElectroGober”.
En
el Concurso de Inventiva Nacional patrocinado por la Secretaría de Educación,
este grupo se alzó con el segundo lugar con el prototipo de Cultura Ecológica y
Preservación del Medio Ambiente, con la propuesta “ElectroGober”.
Hace
días fue la premiación en el Club Social de Magnelec, en el mismo Laguna del
Rey. Magnelec es la única opción de
trabajo bien remunerado que tienen los jóvenes recién egresados, en unos 250
kilómetros a la redonda.
SE FRAGUA CHISPAZO
A
finales del año pasado en una batería automotriz comenzó a fraguarse la idea.
Un chispazo le llegó a Luis Eduardo cuando se le ocurrió decir que hicieran un
té de gobernadora –una planta endémica y con altos niveles de ácido
norhidroguayarético– para ponerle a la batería. Todo era una broma.
Inició
como un experimento casero y lo que era un chiste entre ellos terminó por
llevarlos al triunfo en la jornada de inventiva estudiantil. Como el papá de
Eduardo es mecánico, él les ayudó a perfeccionar la idea.
Una
batería se les echó a perder con la aplicación de las primeras dosis de
gobernadora. Le faltaba corrosividad a la concentración del electrolito, hasta
que finalmente experimentaron en un automóvil Pointer color gris, de la familia
de Eduardo.
“ElectroGober”
estuvo a prueba durante los últimos tres meses y funcionó igual que una pila
convencional y fabricada con ácido sulfúrico. El prototipo fue instalado en el
vehículo que hasta hace unos días, había recorrido más de 800 kilómetros sin
causar ninguna avería al motor.
EJEMPLO Y ASPIRACIÓN
“Veíamos
que no cargaba… nomás una semana al principio. Mejoramos comprando una batería
nueva, porque la que teníamos para el prototipo no jalaba bien porque ya estaba
usada. No nos rendíamos, sí nos agüitamos”, comparte Eduardo Ríos, a quien le
gustaría estudiar Mecatrónica en alguna universidad de Torreón.
Eduardo
es un alumno becado por el CECyTEC. Tiene dos hermanas mayores, Adriana que es
contadora y Karen que se gana la vida como fisioterapeuta. Él tiene novia y la
única diversión es salir a la plaza y caminar por las tardes cuando el calor
comienza a menguar.
Acaba
de cumplir 17 años y su sueño es seguir los pasos de su padre, que está
dedicado al trabajo de reparación de motores de automóviles. Admira a su papá
quien le ha dado uno de los mejores consejos: “Buscar para todo una solución.
Todo puede solucionarse en esta vida”.
QUE GANE CRUZ AZUL
Arturo
Cano Durán es el más serio y escéptico del equipo. No platica mucho y reconoce
que estando en un pueblo tan chico, será difícil salir adelante y no quedarse a
trabajar en las minas de sal.
Nadie
da un peso por este pueblo. Pareciera que a nadie “le cae el veinte” de la
capacidad que se puede desarrollar en medio de la nada.
Aquí
no hay más que correcaminos y mucha gobernadora, tarántulas y serpientes que a
veces llegan hasta los patios.
Arturo
agrega en la charla luego de la premiación de los prototipos, que lo que les
queda es leer. “Yo por ejemplo acabo de terminar ‘El Francotirador’, de Chris
Kyle”.
“Los
circos que llegan a instalarse acá, son bien chafas. No hay cines y quien
quiera internet batalla para la conexión, unos dicen que es por la Zona del
Silencio, pero quien sabe”.
Que
hubiera pasto en una cancha sería lo más padre, señala, “el ‘fut’ muchos lo
juegan acá y le vamos al Cruz Azul, bueno, no todos”.
Arturo
tiene 16 años y quiere ver campeón de la Primera División del futbol mexicano
al Cruz Azul. Nació en Chihuahua. Su papá es ingeniero químico y trabaja para
Magnelec, pero a él no le gustaría quedarse a vivir en el pueblo y cuando le
preguntan de política, prefiere no hablar porque se le hace que no favorece a
la gente, “es triste hablar de los políticos”.
BUSCAN LA PATENTE
Jesús
Manuel Camacho Silos está cerca de cumplir los 18, lleva 9.9 de calificación en
la carrera de técnico en Laboratorista Químico y pide que se les ayude para
tramitar la patente del prototipo.
Nunca
falta a la escuela. “Mi papá –Jesús Camacho –es muy estricto, pero cree que yo
puedo graduarme de abogado o arquitectura”, comenta.
Le
gusta aplicarse. Cree que primero es la escuela y luego la diversión. Su papá
le ha dicho que la juventud está pasando por una situación difícil, por los
peligros en internet, las drogas o las muchachas que quedan embarazadas.
“Las
carnitas asadas y estar en el ‘cotorreo’ también me gustan”, dice mientras pone
en una silla el saco negro que usó para la premiación. Tiene siete hermanos,
dos son del primer matrimonio de su papá y cinco son sus carnales, como él les
llama.
Comenta
que es mucho esfuerzo el que hace la familia para que los hijos salgan
adelante. Es un gran momento el haber ganado el segundo lugar nacional en un
concurso de inventiva. “Competimos contra decenas de alumnos del país y
finalmente ganamos”.
DISCIPLINA
Su
papá, Jesús Camacho Scott, es originario de Bermejillo, Durango. Tiene 44 años
de edad de los que 19 los ha dedicado a trabajar como auxiliar contable en el
área de Tráfico en la empresa Magnelec.
Jesús
Camacho afirma que para lograr objetivos en la vida se tiene que ser muy
estricto con uno mismo. Constante en lo que se busca y hacer bien las cosas a
la primera. Así dice mientras nos
permite el acceso a su casa en la calle Metalurgia, en la colonia Industrial
Laguna del Rey.
Junto
a sus hijos Jesús Manuel, Mariana, Soi, Xiomara y Ángel vive en este sector que
desde hace décadas fue construido por la empresa Peñoles. Con toda su dureza de
carácter, a Camacho Scott se le llenan los ojos de lágrimas cuando habla del
éxito de Jesús Manuel.
“Muchas
veces uno cree que no está haciendo lo correcto, o que es demasiado estricto
con los hijos, que queremos privarlos de todo… y luego nos damos cuenta como
padres que ellos van creciendo, que quieren vivir algo mejor de lo que les
hemos podido dar”, comparte al llevarse una servilleta a la cara. Se seca las
lágrimas y abraza a Jesús Manuel.
SITIO ÚNICO
Ubicado
a casi 550 kilómetros de Saltillo, la comunidad de Laguna del Rey tiene cerca
de 5 mil habitantes y la mayoría de las familias viven de la generación de
empleos en la planta Magnelec, dedicada a la producción de sulfato de sodio.
La
compañía, que forma parte del Grupo Peñoles, es la planta de sulfato de sodio
más grande del mundo y opera desde hace varias décadas en este pueblo que está
a casi tres horas de la zona urbana de Torreón.
Peñoles
tiene como parte de su responsabilidad social, el propósito de apoyar a jóvenes
que logran ocupar lugares importantes en concursos de inventiva y ciencia como
ocurrió hace una semana con un grupo de alumnos del Colegio de Estudios
Científicos y Tecnológicos (CECyTEC)
Martín Luther King, donde la única carrera de bachillerato tecnológico
que se imparte es laboratorista químico.
ZAPATOS DE SEGURIDAD
Aquí
los 259 estudiantes, cuyas edades oscilan entre los 16 y los 18 años, deben
calzar zapato de seguridad.
Las
señoritas se quejan porque el uniforme de camiseta blanca y falda a cuadros en
tono gris, pierde totalmente lo estético, lo femenino, al portar zapatos tan
toscos y sin un toque de “coquetería”.
Pero
la directora del plantel del CECyTEC, Laura Mara Silva Fernández revela que el
uso de botas de seguridad entre sus estudiantes, tiene que ver con el manejo de
productos químicos y solventes en laboratorios. “Es la única forma de
protegerlos y evitar accidentes”.
Laura
Mara ha dirigido el plantel de “Los Correcaminos” desde hace años y dice que la
mayor satisfacción es ver cómo salen adelante sus alumnos, pese a las carencias
y serias complicaciones económicas que deben enfrentar desde sus familias.
Aunque
el plantel apoya con becas para más de 80% de los jóvenes, es insuficiente para
garantizar la estadía de un alumno hasta que concluya los cinco módulos que
exige la carreta técnica que se ofrece.
Si
uno hace una encuesta, la mayoría de los muchachos que en estos días cierran el
ciclo escolar, quieren seguir estudiando la universidad en Torreón.
Mercadotecnia,
abogados y normalistas son de las carreras con las que más sueñan quienes
estudian aquí, en una escuela con laboratorios, aulas de cómputo, salones,
sanitarios y una cafetería, cerca de la carretera estatal que comunica al
municipio lagunero de San Pedro de las Colonias con la comunidad de La
Esmeralda, en Ocampo.
(ZOCALO/
Lourdes de Koster/ 28/06/2015 - 03:00 AM)
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