lunes, 19 de diciembre de 2011

ALIANZA CONTRA ZETAS Y EL CARTEL DE JUAREZ


Miguel Ángel Vega   
Lo que desató la guerra
A principios del 2008 estalló al interior del cártel de Sinaloa el conflicto más grande de que se tenga memoria, motivado por
 la captura de Alfredo Beltrán Leyva el Mochomo. La explosión trajo consecuencias dantescas al seno de la organización delictiva más poderosa de México, provocando una escalada de muerte como nunca vista en las esferas del crimen organizado de cualquier parte del mundo.


Junto a esta guerra interna, Joaquín el Chapo Guzmán e Ismael el Mayo Zambada disputaban una de las plazas más importantes para el trasiego de drogas al entonces grupo delictivo más violento y sanguinario de todo el país: el cártel de Juárez.

La de Juárez era una guerra que cada vez cobraba la vida de más y más personas y en donde la gente de Vicente Carrillo Fuentes el Viceroy, parecía tener todas las posibilidades de ganar, puesto que controlaban las esferas policiacas y políticas de esa ciudad y de Chihuahua, incluso la procuradora Patricia González fue acusada en repetidas ocasiones de proteger al cártel de Juárez y su brazo armado, La Línea.

Fue entonces que el Chapo buscó mecanismos que le permitieran acabar con sus enemigos de una manera en que ni siquiera tuviera que meter las manos. La fórmula, que ni el más brillante de sus enemigos hubiera concebido, era involucrar al Gobierno de Estados Unidos para que ellos se hicieran cargo de sus contrincantes. Y así fue.

Con una inciativa y una visualización que habría envidiado el propio presidente Felipe Calderón, el Chapo autorizó a su gente a entablar comunicación con una agencia federal de ese país, en este caso la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglás en inglés), para revelarles información sobre sus enemigos, ya que de ese modo sería el Gobierno de Estados Unidos quien se encargaría de ir por ellos. En términos llanos, los gringos serían el brazo armado del cártel de Sinaloa. La respuesta no se hizo esperar.

Los ríos de sangre
La alianza funcionó para las dos partes interesadas, excepto para la ciudadanía, que quedó en medio del fuego cruzado y empezó a ser víctima de una guerra sin fin entre el cártel de Sinaloa y sus aliados del ICE, contra el cártel de Juárez.

Las masacres masivas no se hicieron esperar y se llegaron a documentar ejecusiones de más de veinte personas en Ciudad Juárez, Chihuahua y comunidades en la sierra como Creel, que entonces era conocido como destino turístico más que zona de guerra.

“Esto está convertido en un infierno y no vemos para cuándo termine todo”, dijo a Ríodoce el padre Javier Ávila Aguirre, párroco de la iglesia de Creel, en donde el 15 de noviembre del 2008, un comando ejecutó a 13 personas que aparentemente trabajaban para el cártel de Juárez.

Los números poco a poco se fueron disparando: 2 mil 400 ejecuciones en el 2008, otras 2 mil 944 muertes en el 2009. Precisamente, esos dos años coincidieron con el tiempo en que Estados Unidos fungió como brazo armado del cártel de Sinaloa. También coincidió aquella escalada de muerte con el operativo Rápido y furioso, dirigido por la Oficina de Alcohol, Armas y Tabaco (ATF), que permitió la entrada de miles de armas a territorio mexicano, y cuyos destinatarios eran gente del Chapo Guzmán.

Es decir, Estados Unidos no solo actuó como brazo ejecutor del cártel de Sinaloa contra sus enemigos, sino que también lo armó hasta los dientes y de alguna manera acordó no tocarlo.

Las narcomantas
Los ataques contra solo un cártel por parte de los gobiernos de México y Estados Unidos eran tan obvios que al grupo del Viceroy no le quedó otra que concluir que el Gobierno mexicano protegía al Chapo.

Fue entonces que iniciaron una campaña con narcomantas en Ciudad Juárez y diferentes partes de la república en que exigían al presidente de la República atacar a todos los cárteles por igual, y no solo proteger a uno de ellos: el cártel de Sinaloa.

Poco o nada se sabía entonces de que la gente del Chapo Guzmán colaboraba con agencias estadounidenses, a quienes les pasaban información sobre sus enemigos.

Pero las narcomantas no solo demandaban equidad, también acusaban a la gente del Chapo de asesinar a “gente inocente” en Ciudad Juárez y otras partes de México, en donde también comenzaron a recrudecerse los niveles de violencia luego de que Estados Unidos pactara con el cártel de Sinaloa.

De acuerdo con datos de la PGJE del estado de Sinaloa, en el 2008 el número de muertes violentas fue de mil 166 mientras que el 2009 fueron mil 252. Esos números, como las estadísticas de Chihuahua, significaron récords en ambos estados. Coincidentemente todo esto ocurrió cuando inicia el pacto entre los de Sinaloa y Estados Unidos.

Debacle de un pacto
Posiblemente el pacto hubiera continuado de manera indefinida, pero el 19 de marzo del 2009, en una exclusiva zona de la ciudad de México, elementos del Ejército mexicano arrestaron a Vicente Zambada Niebla, considerado entonces uno de los principales líderes del cártel de Sinaloa.

La detención del Vicentillo significó también un eventual rompimiento entre el Gobierno de Estados Unidos y el cártel de Sinaloa, toda vez que Zambada Niebla fue el primer narcotraficante de alto perfil en reconocer ser informante de la DEA, supuestamente a cambio de inmunidad y libertad para el trasiego de drogas de México a Estados Unidos.

A partir de ese momento todo cambió y Estados Unidos respondió que ellos nunca habían ofrecido inmunidad al hijo del Mayo Zambada. No obstante, la defensa de Zambada Niebla enfatizó que existían pruebas en poder de la fiscalía que eran necesarios para que el Vicentillo recibiera un juicio justo, de lo contrario cabía la posibilidad de que saliera libre si el juez Rubén Castillo determinaba que “se estaba cometiendo una injusticia con él”.

De acuerdo con el Vicentillo, los tratos entre el cártel de Sinaloa y Estados Unidos datan desde antes del 2004, cuando Humberto Loya Castro, consejero del Chapo, autorizara a este a proporcionar información sobre los enemigos del Chapo a cambio de libertad para el libre trasiego de droga de México a Estados Unidos.

En marzo de 2010, otro informante del cártel de Sinaloa, Jesús Manuel Fierro Méndez, reconoció ante una corte federal en El Paso Texas, haber sido “vocero” del Chapo Guzmán y que en numerosas ocasiones mantuvo conversaciones telefónicas y algunas reuniones con agentes del ICE.

En todos los casos, fuera Loya Castro, Zambada Niebla o Fierro Méndez, el cártel de Sinaloa fue tocado por las autoridades de México o Estados Unidos. O al menos eso es lo que señalan los testimonios brindados.

En el caso de Zambada Niebla, según explican las mociones presentadas por la fiscalia, fue el Mayo Zambada quien habría autorizado a su hijo a entrevistarse con agentes de la DEA porque su intención era alejarlo del narcotráfico. Pero al ser arrestado el Vicentillo, su equipo de abogados destapó una cloaca de corrupción y favoritismo, que incluía una fórmula de la DEA para tomar el dinero decomisado a los cárteles de la droga y traerlo de nuevo a México donde habrían de lavarlo mediante sus operativos.



También un portavoz de Joaquín el Chapo Guzmán pactó con la ICE


Delación por impunidad

Andrew Kennis y Jason McGahan*
Humberto Loya Castro, asesor de Joaquín el Chapo Guzmán, y Vicente Zambada Niebla, hijo de Ismael el Mayo Zambada, no son los únicos miembros de alto nivel del cártel de Sinaloa que han servido de enlace entre esta organización delictiva y agencias de Estados Unidos.

En marzo de 2010, Jesús Manuel Fierro Méndez, integrante del cártel de Sinaloa y excapitán de la Policía de Ciudad Juárez, testificó en El Paso que había sido “portavoz” del Chapo Guzmán en numerosas conversaciones telefónicas y en algunas reuniones personales con agentes estadounidenses de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

“Había dos de nosotros que éramos, digamos, como portavoces —declaró Fierro Méndez. Nosotros pasábamos toda la información. Pero esta información la recibíamos, obviamente, de niveles más altos”. Expuso también que el Chapo Guzmán lo había autorizado a reunirse con el ICE e informarlo de las actividades de los cárteles enemigos.

—¿Alguna vez el ICE le pidió información sobre el Chapo? —se le preguntó durante su testimonio en la Corte.
—No estaba permitido y nunca se me pidió.

Hasta el día en que fue arrestado, Fierro Méndez guardó en su celular el número de teléfono de un agente del ICE al que solo conocía como Rogelio.

Fierro Méndez fue detenido por la DEA el 10 de octubre de 2008 en su casa de Ciudad Juárez. Después de ser extraditado a Indianápolis, Indiana, para enfrentar cargos por tráfico de cocaína, selló un acuerdo con la Procuraduría Federal de Estados Unidos. Evitó ser sentenciado a 27 años de cárcel a cambio de testificar en contra de sus antiguos socios del cártel de Sinaloa, Manuel Chávez Betancourt y Fernando Ontiveros Arámbula.

Proceso obtuvo una copia del testimonio que Méndez Fierro rindió el 4 de marzo de 2010 ante la Corte de Distrito del Oeste de Texas. Ese día compareció como testigo del Gobierno de Estados Unidos. A menos que se indique lo contrario, el fiscal estadounidense Russell D. Leachman es el interlocutor en los extractos de la transcripción de la Corte que se citan en este texto.

EN LA “NÓMINA”
Cinco años antes de presentarse como testigo en El Paso, Fierro era un corrupto capitán de policía en Ciudad Juárez. Según declaró la DEA el día en que fue sentenciado, “al tiempo que supervisaba el transporte y la distribución de cocaína, también se desempeñaba como oficial de la Unidad Puma de Ciudad Juárez, México. La Unidad Puma es una fuerza de tareas antinarcóticos que opera dentro de la Policía juarense”.

Fierro —cuyo apodo en el submundo de las drogas en Juárez también era Puma— admitió haber recibido dinero del narcotráfico mientras era capitán de policía. En la Corte insistentemente se refirió a esos sobornos como “la nómina”.

P.– Y cuando dice “la nómina”, ¿se refiere a los sobornos a la Policía?.


R.– No es un soborno. Es un pago por un trabajo específico. Es una cantidad que se le paga mensualmente a la Policía para que haga el trabajo que ellos quieren.

P.– Muy bien. ¿Y qué se espera de la Policía una vez que está en “la nómina”, como usted dice?


R.– Que haga o no haga lo que les interesa a los narcotraficantes.

P.– Y solo para que las damas y caballeros aquí presentes entiendan lo que esto significa, ¿si usted es un policía en México, y digamos que no está en “la nómina”, qué pasaría con una persona así dentro de la corporación policiaca?


R.– Si no estás en “la nómina”, si alguien no está en “la nómina”, esa persona de todos modos tiene que obedecer las órdenes que le dan. Porque si no obedece las órdenes, a esa persona la matarían.

El cártel de Sinaloa reclutó a Fierro Méndez —quien entonces ya había renunciado a la Policía— para incrementar su influencia con la Policía local y con sus viejos amigos del Ejército mexicano. La frágil alianza del Chapo Guzmán con el cártel de Juárez, conocida como La Federación, se estaba rompiendo. En previsión de la ruptura final, el Chapo envió a emisarios de alto nivel para asegurar el apoyo local de hombres como Fierro Méndez, con el fin de lanzar una sorpresiva ofensiva militar contra su antiguo socio.

P.– ¿Cómo conoció a Fernando Arámbula?


R.– A fines de 2007 me pidieron reunirme con él para desarrollar algunas estrategias de narcotráfico.

P.– ¿Quién le pidió reunirse con él?


R.– Mayito.

P.– Y cuando dice Mayito, ¿lo conoce con otros nombres?


R.– M10 o Mario Núñez.

P.– ¿Y se reunió usted con el señor Arámbula y Mario Núñez o Mayito?


R.– Sí.

P.– ¿Y cuándo se dio la primera de estas reuniones?


R.– Primero me reuní con Mayito, probablemente en octubre de 2007. Y en noviembre de 2007 me reuní con Fernando.

P.– ¿Y había alguien más en estas reuniones?


R.– Sí.

P.– ¿Quién más?


R.– Hubo muchas reuniones, y en cada una de ellas había diferentes personas. En la primera a la que asistió Fernando estaba el comandante Loya; estaba el M10; su hermano el M11, Flais; Cuba, entre otros más que no recuerdo.

P.– ¿Y cuál era el propósito de estas reuniones?


R.– En ese momento se empezaba a dar una confrontación por la plaza y la intención era hacer arreglos para conservar esa plaza.

P.– Cuando habla de conservar la plaza, ¿a qué se refiere?


R.– A tener el control sobre toda la ciudad y todo el estado.

P.– ¿Y qué significa tener el control de la plaza?


R.– A ser capaces de… A mantener la capacidad de dar órdenes por encima de la ley a las agencias federales, estatales y municipales, y a tener el campo libre para poder seguir traficando droga sin problemas.

Fierro Méndez testificó que el objetivo principal del cártel de Sinaloa en el corto plazo era eliminar a La Línea, la facción del cártel de Juárez que reivindicaba el control territorial sobre todo el estado de Chihuahua. Dijo, sin embargo, que el Chapo aclaró que siempre que fuera posible quería evitar una confrontación violenta.

La estrategia era agotar hasta la última oportunidad para hacerle daño a La Línea. Según explicó Fierro Méndez en la Corte, “el objetivo era eliminar a La Línea de cualquier manera posible, fuera esta legal o no. Es decir, ya fuera a través del Ejército o proporcionando información al ICE, esta era la manera legal; o frenándolos con información que provenía de las filas más altas de La Línea”.

El fiscal le preguntó si el cártel de Sinaloa trataba de utilizar al ICE para eliminar a sus rivales de La Línea. “Es correcto”, fue la respuesta.

Luego de que La Federación se fracturó, miembros de La Línea que antes eran leales al cártel de Juárez empezaron a pasar información al de Sinaloa, dijo Fierro Méndez. Señaló que mucha de la información que tenía como objetivo a La Línea provenía de antiguos miembros de esa organización que cambiaron sus lealtades cuando estalló la violencia. Fierro mencionó que esos individuos tenían un nombre: se les conocía como La Gente Nueva. Cuando se le apremió a definir el término, dijo que La Gente Nueva era “La Gente contra La Línea”.

ENVIADO POR GUZMÁN LOERA
Fierro Méndez dijo también que cruzó la frontera para encontrarse con agentes del ICE en territorio de Estados Unidos. Para mostrar al jurado lo fácil que era para Fierro Méndez comunicarse con el ICE, el fiscal Leachman recuperó los nombres de dos miembros de esta agencia registrados en el celular que el mexicano portaba el día que fue arrestado. Uno de los agentes trabajaba para la oficina del ICE en Phoenix, Arizona; el otro, en la de El Paso, Texas.

Fierro Méndez hizo contacto con el ICE en abril de 2008, ofreciendo sus servicios como informante de material sensible de inteligencia sobre los enemigos del cártel de Sinaloa, principalmente el cártel de Juárez.

“Originalmente yo estaba dispuesto a trabajar con cualquier agencia de Estados Unidos; cualquier agencia federal, ya fuera el FBI, la DEA o el ICE”, expuso.

Fierro Méndez y sus contactos del ICE aceptaron cooperar solo de palabra; no había ningún acuerdo escrito entre ellos, dijo. “Yo les proporcionaría información que les faltaba, y les corroboraría información que tenían”.

—Además de los mencionados, ¿hubo otros servicios que realizó para el ICE? —le preguntó el fiscal.
—Contacté a algunas personas que están en el negocio del tráfico de armas —contestó.

Fierro Méndez notificaría al ICE cuando un miembro de alto nivel de La Línea fuera arrestado en México, con la esperanza de que Estados Unidos impidiera su pronto regreso al campo de batalla en Juárez. Según dijo, las autoridades estadounidenses tenían el poder de retrasar la salida de la cárcel de los miembros de un cártel enemigo. Afirmó también que el cártel de Sinaloa proporcionó al ICE información para realizar arrestos en suelo estadounidense. No dijo, sin embargo, si el ICE llevó a cabo estos arrestos. Explicó que le habían fijado límites sobre lo que podía decir respecto de sus acuerdos con el ICE.

El M10 y otro miembro del cártel de Sinaloa, Julio Porras, fueron los que hicieron los arreglos para que Fierro Méndez se pudiera reunir con agentes del ICE en Estados Unidos. “No sé cómo lo hicieron”, testificó, “pero a través de ellos pude entrar al ICE sin preguntas”.

En un interrogatorio cruzado con Martha Eskesen, la abogada de Ontiveros Arámbula, Fierro Méndez detalló la naturaleza de sus tratos con el ICE.

P.– ¿Qué es lo que buscaba cuando emprendió pláticas con los agentes del ICE?


R.– Que se hicieran arrestos aquí en Estados Unidos.

P.– Bien. ¿Y se acuerda de los agentes con los que se reunió cuando empezó a tratar con el ICE?


R.– Sí.

P.– ¿Y quiénes eran esos agentes?


R.– El agente que me tenía a su cargo era Rogelio.

P.– ¿Y Rogelio era el nombre real del agente o era su apodo?


R.– No lo sé.

P.- Bien. ¿Entonces era el único nombre que tenía de esta persona?


R.- El nombre que me dio.

P.- Bien. ¿Y había algún otro agente con el que usted también trató?


R.- José.

P.- ¿Y conoce el nombre completo de José?


R.- No.

P.- Bien. ¿Había más agentes del ICE con los que usted tuviera trato?


R.– Siempre que había una reunión, había por lo menos dos agentes del ICE, pero yo no conocía a ninguno de los otros.

P.– Bien. Y cuando usted en esa época se reunía con ellos no estaba bajo custodia, ni encarcelado… y tampoco tenía ningún problema legal. ¿Correcto?

R.– Correcto.


P.– Usted estaba —y si estoy usando un término incorrecto, dígamelo—, usted estaba en una misión del Chapo para venir a proporcionar información. ¿Correcto?

R.– Sí.

EL COMANDANTE LOYA

Fierro Méndez no es el primer miembro del cártel de Sinaloa que admite haber tenido un contacto telefónico regular o reuniones personales con agentes del orden estadounidenses. Humberto Loya Castro, uno de los principales asesores del Chapo Guzmán, mantenía contacto telefónico regular con el agente Manuel Castanon, de la oficina de la DEA en Tijuana. El nombre del agente Castanon se encontraba en el registro del celular de Loya Castro.

El nombre completo del agente Castanon fue revelado en una moción presentada por la fiscalía estadounidense en el caso del Vicentillo. La moción incluía una sección de página y media titulada La continua comunicación de Loya Castro con agentes de Estados Unidos. Se trata de una crónica de sus conversaciones telefónicas con el agente Castanon entre octubre de 2010 y el 24 de agosto de 2011. Antes de que la fiscalía divulgara su nombre, en los registros de la Corte por parte de la defensa el agente Castanon aparecía como el “agente Manny” —del mismo modo en que Fierro Méndez no pudo proporcionar nada más específico que “Rogelio” para identificar a su contacto del ICE en Phoenix.

Alvin Michaelson, un miembro de la defensa del Vicentillo, dijo al juez Rubén Castillo en una sesión abierta de la Corte que Loya Castro ha estado en contacto con el agente Castanon, “virtualmente sobre una base diaria durante casi diez años; hay miles de informes que respaldan nuestra posición, su excelencia. Él nos habló de correos electrónicos, de reuniones, de llamadas telefónicas. Él tenía a la mano el número telefónico del señor Manny”.

Procedimientos de la Corte en el juicio por narcotráfico contra Zambada Niebla revelaron que agentes estadounidenses proporcionaron a altos miembros del cártel de Sinaloa información que utilizaron para golpear a sus cárteles enemigos.

En un documento legal, fechado el 9 de septiembre de 2011, la Procuraduría Federal de Estados Unidos admitió que Loya Castro era un informante confidencial con registro en la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).

El equipo legal de Zambada Niebla reveló la conexión de Loya Castro en una moción legal que interpuso en marzo. La Procuraduría Federal de Estados Unidos niega, sin embargo, que el acuerdo con Loya Castro implicara una garantía de inmunidad legal para los líderes del cártel de Sinaloa, tal como han alegado en la Corte los abogados del Vicentillo.

Las conexiones entre Loya Castro y Fierro Méndez se extienden más allá de relaciones análogas con agentes del orden estadounidenses. Fierro Méndez mencionó en la Corte que vio a Loya en “tres de cuatro” reuniones que el cártel de Sinaloa convocó en Mazatlán para preparar embarques de droga destinados a Juárez. La fractura de La Federación trajo consigo una gran desorganización en el abasto de drogas. Sempiterno lugarteniente, Fierro destaca sucintamente los dos principales objetivos de las reuniones en Mazatlán: “Uno era seguir golpeando a La Línea en todas las formas posibles. El otro era organizarse para por lo menos poder cruzar las drogas”.

* Tomado de la revista Proceso
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