jueves, 28 de enero de 2016

ALIANZAS TÓXICAS


Hace algunos días en un evento público, el presidente Enrique Peña Nieto se sentó en medio del líder del Senado, el panista Roberto Gil, y el líder de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano. A punto de iniciar el acto les dijo Peña Nieto: a ver si así logro evitar las alianzas. El Presidente se refería a lo que los dirigentes nacionales del PAN y del PRD venían negociando semanas atrás: ir juntos en varios estados donde está en juego la Gubernatura este año, para buscar la victoria sobre el PRI. La broma del Presidente, que tenía mucho de deseo político, se convirtió el lunes en una realidad de pesadilla. El Comité Ejecutivo Nacional del PAN aprobó finalmente la alianza con “partidos nacionales y locales” en Durango, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa y Veracruz. Sin tanto rebuscamiento significa que jugarán con el PRD en la mayoría de las elecciones de verano, que anticipan una batalla de gladiadores.

Las noticias de las alianzas no son buenas para el PRI, cuyo líder nacional, Manlio Fabio Beltrones, las ha denunciado como estrategias coyunturales, vacías de programas y acciones de gobierno. Sus denuncias no hacen mella en nadie. En México, la lucha política todavía arrastra vestigios del viejo sistema autoritario donde el PRI es el enemigo a  vencer por antonomasia. La alianza más tóxica para el partido gobernante es en Veracruz, el tercer estado con mayor peso electoral (7.9%), cuyo gobernador Javier Duarte tiene rendimientos decrecientes. Las elecciones para gobernador en Veracruz en 2010 fueron muy apretadas y la coalición del PRI con el Partido Verde y el estatal Revolucionario Veracruzano apenas sí superó por 79 mil 472 votos a la coalición del PAN y Nueva Alianza. El PRD, que jugó con el PT y Movimiento Ciudadano –en ese entonces Convergencia–, obtuvo 401 mil 839 votos.

La alianza los convierte en altamente competitivos, por lo que el gobernador Duarte, que dejó correr a su ex secretario de Gobierno, el ex panista Gerardo Buganza como independiente, también ha establecido nexos con el jefe de Morena, Andrés Manuel López Obrador, para que le ayude en la dispersión del voto de oposición a cambio de todo tipo de apoyos políticos y económicos. Morena logró convertirse en la tercera fuerza en las elecciones de diputados federales el año pasado, y podría seguir arrebatándole electores al PRD.

No tan estratégica –en el contexto de las elecciones presidenciales en 2018–, pero importante en el rompecabezas político general de Puebla, donde en la anterior contienda por gobernador Rafael Moreno Valle, en alianza con el PRD, Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza, superó al candidato del PRI y Partido Verde por 228 mil 33 votos. En las  elecciones para diputados el año pasado se repartieron por partes iguales las curules el PAN y el PRI, lo que significó una derrota para Moreno Valle, que ha hecho crecer las expectativas de Beltrones. Morena, una vez más, se erigió como la tercera fuerza política del estado, con una ganancia de 159 mil 753 votos.

Moreno Valle se juega ahí buena parte de sus aspiraciones presidenciales, y Beltrones, que tiene agravios personales con él, necesita al estado para compensar las eventuales derrotas en el resto de las entidades del centro del país, donde se jugarán realmente las elecciones presidenciales en tres años. No se sabe de negociación alguna con López Obrador en Puebla, pero sí se está seguro que en Oaxaca jugará por fuera de cualquier alianza con la izquierda y el PAN, como hace seis años con Gabino Cué. Puebla es un territorio altamente valioso.

Otra alianza tóxica está en Sinaloa, donde las elecciones fueron muy cerradas hace seis años y la coalición del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, que lanzaron a un renegado del PRI, Mario López Valdés, la arrebató a su viejo partido, al Verde y a Nueva Alianza la Gubernatura, por apenas 61 mil 948. López Valdés le había ofrecido a Beltrones  que en 2016 ayudaría a ganar a toda costa al candidato del PRI, en el entendido que sería su delfín, Gerardo Vargas, secretario general de Gobierno, quien fue dejado de lado para ungirse como candidato a quien el Presidente escogió directamente, Quirino Ordaz Coppel, que pertenece a un grupo enfrentado con el de López Valdés y sus padrinos.

La duda prevaleciente es si el gobernador cumplirá su promesa o, como hace seis años, jugará contra el PRI.

Una duda sobre rebeliones es lo que sucede en Quintana Roo, donde habrá otra alianza para quitarle al PRI la Gubernatura. Hace seis años, Roberto Borge ganó con más votos que la oposición combinada, a lo que lo ayuda la creciente fortaleza de Morena, que en 2015 obtuvo más votos que el PRD en las elecciones para diputados.

El partido de López Obrador es disruptivo en varias elecciones, pero en Querétaro el problema más serio que enfrentan es la posibilidad de un aspirante priista que está por ser relegado, Carlos Joaquín, ex subsecretario de Turismo, hermano del secretario de Energía, exgobernador del estado y ex líder nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, opte  por ser candidato del PAN y del PRD.

Las variables para el PRI tienen el respaldo inopinado de López Obrador, que está opuesto a las alianzas. Pero la carta oculta es en realidad Movimiento Ciudadano, cuyo papel en esta elección venidera es aún un misterio.

Ya dio una señal en Colima, al presentar un candidato que le quitó votos al PAN que ayudaron a la victoria del PRI. Si Colima es preámbulo de una estrategia del partido de Dante Delgado, el PRI podrá entrar a las campañas con cierta tranquilidad. Pero si aquello fue coyuntural, dependerán paradójicamente de López Obrador para dividir a la oposición y salvar la primera gran estación hacia el 2018.


(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL” DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 28 DE ENERO 2016)

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