La Sierra de la
Laguna ahora utilizada por el narcomenudista para sembrar droga.
Los sembradíos que
fueron destruidos por el Ejército el 13 de enero estaban en una cañada de 15
metros del lado oeste de la Sierra de la Laguna y colindantes a los ranchos “El
Encino” y “Los Potreros”. No hubo detenidos.
Investigaciones ZETA
Todos Santos, Baja
California Sur.- Los nueve plantíos de mariguana encontrados y destruidos el 13
de enero por el Ejército Mexicano de la Tercera Zona Militar eran del jefe de
la plaza de narcomenudeo de San José del Cabo, Javier López Rivera, Javier Acosta
López o Javier Munguía “El Javier” o “El Javi”.
Los primeros
reportes del Grupo de Coordinación, establecieron que los sembradíos estaban en
una cañada de 15 metros del lado oeste de la Sierra de la Laguna y colindantes
a los ranchos “El Encino” y “Los Potreros”, localizados entre las comunidades
de El Pescadero y Todos Santos en el municipio de La Paz.
Datos recabados por
Investigaciones ZETA expusieron que los plantíos no eran muy visibles, pues
estaban en una zona de difícil acceso y repleta de peñascos y piedras donde
únicamente se podía llegar a pie tras un par de horas de camino.
Sin embargo, los
militares dieron con el sitio desde el aire. Primero hicieron un sobrevuelo
aéreo por la zona, ya que –según vecinos del lugar— reportaron la presencia constante
de personas armadas a bordo de camionetas de lujo y de las llamadas 4×4.
Los soldados estaban
tratando de ubicar el camino de terracería y ver hasta el punto donde llegaba y
donde podrían estarse reuniendo los tripulantes de las camionetas, cuando desde
el aire repentinamente detectaron primero un sembradío cerca de rancho “El
Encino” y metros más adelante otros ocho muy cercanos al Rancho “Los Potreros”.
Los plantíos –según
relató uno de los operadores del sobrevuelo— “estaban separados unos de otros
en extensiones que iban de mil a 2 mil 800 metros cuadrados y en total
encontramos 15 mil 450 metros de mariguana”.
Los militares –y ya
con las coordinadas de la zona– entonces prepararon un operativo terrestre e
iniciaron la incursión en esa parte de la Sierra de la Laguna, la cual es la
única cadena montañosa del estado que cuenta con un bosque de pinos y encinos y
una selva y oficialmente declarada como “Reserva de la Biósfera” o “Área
Natural Protegida”.
Entre pinos y otras
especies de árboles, los soldados encontraron plantas de mariguana de entre 40
y 1.60 metros de altura. No hallaron a nadie resguardando los sembradíos.
Lo que sí ubicaron
fueron huellas de zapatos y decenas de accesorios como mangueras y cubetas con
los que constantemente se regaban las plantas, así como una choza mal hecha que
servía de guarida de los sembradores.
Según un integrante
del Grupo de Coordinación, los nueve sembradíos fueron cultivados en una
superficie de casi 1.5 hectáreas, y cuya droga tiene un valor estimado en el
mercado negro de 15 millones de pesos, lo que –desde su punto de vista—“es un
duro golpe al narcotráfico”.
No obstante, se dijo
preocupado por el hallazgo de los nueve plantíos de mariguana en la cadena
montañosa, porque eso indica –expresó— que “los narcos están comenzando a
utilizar la Sierra de la Laguna, como un punto para sembrar, regar y cuidar los
cultivos de drogas”.
“Eso definitivamente
está prendiendo los focos rojos, ya que el crimen organizado en estados como
Sinaloa, Durango y Chihuahua, utiliza tradicionalmente la sierra para operar y
sembrar mariguana y amapola y producir drogas sintéticas”, comentó a ZETA.
— ¿Qué podría suceder?
“Lo que puede pasar
es que al rato puedan agarrar la sierra como una de sus guaridas, como sucede
en Sinaloa, por ejemplo, y eso es grave, porque luego van a apoderarse de la
zona y al rato nadie va poder entrar y salir del lugar, máxime si estamos hablando
del caso de la Sierra de la Laguna, la cual cada año es visitada por los
habitantes y turistas por ser una reserva ecológica”.
Desde su punto de
vista, tanto militares como cuerpos de seguridad, tendrán que revisar con lupa
el caso de los sembradíos y replantear una estrategia para evitar que en un
futuro la zona pueda convertirse en un refugio del crimen organizado.
— ¿Cómo llegan a la conclusión de que los plantíos
eran de “El Javier”?, se le preguntó a un integrante del Grupo de Coordinación.
“Porque las
características de las unidades que han visto por esa zona corresponden a las
utilizadas por integrantes de la organización criminal de ‘Los Javieres’, las
cuales estamos tratando de localizar”.
Las disputas en Vizcaíno
Desde el 2010, las
disputas por el control de la distribución y venta de droga en el Valle del
Vizcaíno, Guerrero Negro y Villa Alberto Alvarado, Baja California Sur, van de
menos a más.
La pugna entre los
principales grupos criminales de ese corredor poblacional al norte del estado
encabezados por Juan Beltrán Beltrán “El Indio” y Alberto Echeverría Valdés “El
Luisillo”, detonó con la ejecución del narcomenudista Adrián Villavicencio
Arce, asesinado a balazos el 17 de abril del 2010, cuando celebraba una fiesta
de cumpleaños acompañado de su familia en la calle Valentín Gómez Farías de la
colonia Magisterial de la población de El Vizcaíno.
En aquella ocasión,
y según datos del Grupo de Coordinación, “El Indio” y “El Luisillo”, planearon
el crimen de quien consideraban su principal enemigo en el negocio del
narcomenudeo.
Los asesinos
materiales del narcomenudista, y en base a testigo fueron “El Luisillo” y José
Guadalupe Beltrán Beltrán “El Lupillo” –hermano de “El Indio”–, quienes se
habrían llegado a bordo de un vehículo color gris con azul tipo pick up, marca
Ford y modelo 1998.
Los dos descendieron
de la unidad automotriz y solicitaron hablar con el narcomenudista Adrián
Villavicencio Arce. Cuando salió de la fiesta y ya de frente, comenzaron a
reclamarle algo y fue entonces –según testigos— que se lió a golpes con “El
Luisillo”. No obstante, cuando se vio en desventaja intentó correr adentro de
la casa, pero fue alcanzado por las balas y cayó muerto unos metros más
adelante.
En la investigación
del caso, unos y otros se culparon, y muerto el narcomenudista Adrián
Villavicencio Arce, surgió la pugna entre “El Luisillo” y “El Indio” por el
control del narcomenudeo que derivó en la ejecución de José Guadalupe Beltrán
Beltrán “El Lupillo”, hermano de este último.
Según la esposa del
delincuente asesinado de nombre Rosalía Camacho Villavicencio, la madrugada del
13 de noviembre del 2013, estaban dormidos en su casa de Rancho “El Vergel” en
la comunidad de Jesús María, cuando tres sujetos encapuchados entraron a su
vivienda y gritando “te vas a morir”, comenzaron a disparar en su contra hasta
que cayó muerto.
Como pudo, la mujer
de 19 años y cargando a su bebé de siete meses, salió corriendo de la vivienda
y pidió auxilio hasta que llegó la policía.
Hoy por hoy, y
cuatro meses después, el narcomenudista Juan Beltrán Beltrán “El Indio” de 58
años fue ejecutado la tarde del pasado 14 de enero, cuando estaba estacionado
afuera del negocio denominado “Electrónica Amador” en la comunidad de El
Vizcaíno.
En el último
episodio de esta guerra sorda, el delincuente fue ejecutado por un grupo de
sicarios con rifles de asalto AK-47, de los llamados Cuernos de Chivo, y aunque
–según testigos— el crimen fue perpetrado por pistoleros a cargo del
narcomenudista Alberto Echeverría Valdés “El Luisillo”, al cierre de esta
edición, no había sido detenido, tal como sucedió con los otros dos crímenes,
lo que indica el grado de corrupción e impunidad que se está viviendo en esa
población agrícola.
(SEMANARIO ZETA/
enero 28, 2013 / ZETA Baja
California Sur)
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