Se formaron bajo su amparo y ejemplo.
Tres hombres del poder siguen la impronta que dejó Fidel Velázquez Sánchez 21
años después de su muerte. Quien fuera dirigente por 60 años de la
Confederación de Trabajadores de México incluyó a los sindicatos que dirigen en
el apartado b de la Ley Federal del Trabajo como gremios de alta importancia y
desde entonces, están ahí, siguen ahí y seguirán ahí. Han sido capaces de
lograr que los voten por unanimidad para seguir en las sillas del poder más
allá de los sexenios, como prefería don Fidel. Han sido hábiles para evadir la
modernización del marco jurídico de la Transparencia para manejar el dinero a discreción, como lo hizo
don Fidel.
Así, sólo el año pasado y sin que se
sepa a dónde fue a parar ese dinero, Carlos Romero Deschamps (petroleros), Juan
Díaz de la Torre (maestros) y Víctor Fuentes (electricistas) tuvieron bajo su
administración 8 mil millones de pesos de dinero público, lo que hubiera
alcanzado para reparar mil 500 inmuebles históricos y de valor cultural en 11
entidades después de los estragos de los sismos del pasado septiembre.
Ciudad de México, 14 de enero
(SinEmbargo).- En 1948, los dirigentes ferrocarrileros Valentín Campa y
Demetrio Vallejo intentaron formar una organización alterna a la Confederación
de Trabajadores de México (CTM). Ya desde entonces, decían que la CTM estaba
podrida de corrupción. Varias fuentes coinciden en que el concepto “charrismo”
surgió con esta irreverencia porque otro sindicalista, Jesús Díaz de León,
apodado como “el charro”, presentó ante la Procuraduría General de la República
cargos en contra de los disidentes. Campa y Vallejo fueron acusados de desfalco
a los trabajadores. Y luego, encarcelados.
Desde entonces, “charrismo”
se quedó en la jerga sindical y política de México. Ha sido un término que
designa la habilidad para perpetuarse en el poder, la lealtad con el Presidente
en turno y la capacidad para recibir grandes cantidades de dinero del Gobierno
federal sin rendir una sola factura o un solo comprobante.
Las décadas han pasado. Ya
hace 21 años que falleció Fidel Velázquez Sánchez, quien por permanecer 60 años
al frente de la CTM fue uno de “los charros” más identificado. Pero “el
charrismo” pervive. Y ocurre justo en tres de esos sindicatos que Velázquez
Sánchez incluyó en el apartado B de la Ley Federal del Trabajo, cuando
consiguió ser integrante de la junta redactora: los de Pemex, el SNTE y el
SUTERM.
Sólo en 2017, esos tres
sindicatos recibieron 8 mil millones de pesos del Gobierno federal, según la
revisión de los contratos colectivos de trabajo y la página de datos abiertos
del SNTE, lo que hubiera alcanzado para reparar mil 500 inmuebles históricos y
de valor cultural después de los estragos de los sismos que estremecieron once
entidades el pasado septiembre.
El dinero quedó bajo la
administración de Carlos Romero Deschamps –75 años de edad, 22 como dirigente
del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM)–;
Juan Díaz de la Torre -64 años de edad, ungido como candidato único por
unanimidad después de la detención de Elba Esther Gordillo, como Secretario
General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)– y Víctor
Fuentes del Villar –82 años de edad y 13 como dirigente nacional del Sindicato
Único de Trabajadores de Electricistas de la República Mexicana (SUTERM).
***
En las ruedas de prensa que
solía brindar los lunes en el edificio de la calle Vallarta de la CTM, Fidel
Velázquez Sánchez (1900-1997) dijo varias veces que la permanencia de los
dirigentes sindicales en sus puestos se justificaba porque las empresas no
cambiaban de dueño cada cuatro o seis años. De modo que se necesitaba líderes
experimentados para que le hablaran de igual a igual al patrón, con los mismos
conocimientos, con el mismo dominio de la empresa.
Él se quedó en el liderazgo,
lo que abarcó desde el sexenio de Lázaro Cárdenas hasta el de Ernesto Zedillo.
Fueron seis décadas en las que jamás dijo cómo, con la calidad de obrero, se
había hecho de sus casas o cuáles eran sus gastos que incluían chofer de un
BMW, consumos en restaurantes de Polanco y buena ropa. También decía que
prefería este poder a ser Presidente de México. Fidel Velázquez decía muchas
cosas que llamaban la atención como aquello de “el que se mueve, no sale en la
foto”. Y su impronta de modos y dichos fue tan fuerte que se extendió incluso
para los sindicatos de trabajadores al servicio del Estado cuyos patrones sólo
duran en el cargo seis años, cuando no son removidos antes.
Ahí está Víctor Fuentes del
Villar. Es un hombre flaco y en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cobra
poco más de 20 mil pesos, según su clave de burócrata 69186 en el Portal de
Obligaciones y Transparencia. Su sola persona para el tráfico. Cada vez que su
auto Audi A8Li de dos millones de pesos, intenta tomar la calle Burdeos para
desembocar en la Avenida Reforma, rumbo al hotel Four Seasons donde suele
celebrar cumpleaños o la revisión del Contrato Colectivo del Trabajo, decenas
de hombres y mujeres se agolpan. Quieren saludarlo, estrecharle las manos y
pedirle trabajo. A veces se disfrazan de payasos para llamar su atención. Las
mujeres usan falda corta. Es como un carnaval que surge espontáneamente en
torno a su figura, una escena que se volvió conocida y típica para los
habitantes de la colonia Cuauhtémoc, donde se encuentra el sindicato.
También ahí está Carlos
Romero Deschamps quien tomó el asiento principal del sindicato en 1996 en
sustitución de Sebastián Guzmán Cabrera quien a su vez, había sustituido a Joaquín
Hernández Galicia, La Quina, detenido en 1989 en el temprano Gobierno de Carlos
Salinas de Gortari, y fallecido en 2013. También Senador por el Partido
Revolucionario Institucional, se le puede ver después de una sesión en el
restaurante The Palm en Polanco. Hay una foto de él, mientras hojea una revista
de yates, en pleno debate de la Reforma Energética. Lo que piensa no puede
saberse pues no le gustan las entrevistas, jamás ha subido a tribuna en el
Congreso y cada vez que Pemex recibe una solicitud de información a través de
los mecanismos de Transparencia, él responde con un amparo legal para no
revelar ningún dato.
Juan Díaz de la Torre, secretario
general del SNTE, y Aurelio Nuño Mayer, ex titular de la Secretaría de
Educación Pública. Foto: Cuartoscuro.
Juan Díaz de la Torre es el
más joven de los tres. En diciembre pasado cumplió 64 años. Inició su vida
gremial cuando andaba en sus veinte años, cercano a Juan Alcalá Espitia,
dirigente de la sección 16 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE) en Jalisco y a Carlos Jongitud Barrios, quien creó Vanguardia
Revolucionaria y luego dirigió al sindicato. Cuando Elba Esther Gordillo fue
ungida como Secretaria General, Díaz de la Torre se le unió. En 2000, ella lo
convirtió en líder de la sección 16 y dos años después fue el dirigente de su
partido que ese mismo año creó, Nueva Alianza (Panal).
Estos tres hombres son muy
populares al momento de ser votados en las asambleas de sus gremios. Romero
Deschamps fue reelegido el pasado 11 de diciembre “por unanimidad” para el
periodo 2019-2024 con lo que cumplirá 31 años como líder.
Algo similar le ocurrió a
Víctor Fuentes del Villar en 2015 quien fue ratificado hasta 2025.
Y Juan Díaz de la Torre,
quien después de que la dirigente vitalicia Elba Esther Gordillo fue detenida
por delitos de lavado de dinero, fue elegido de una planilla única, tendrá que
ver el comportamiento del voto el próximo febrero, cuando el sindicato tendrá
elecciones. Mientras, ha sido dirigente durante todo el sexenio de Enrique Peña
Nieto.
EL DINERO PARA LOS CHARROS
Parte de los recursos
recibidos el año pasado no fue gastada. Y, ¿cómo saber por qué no? En enero de
2017, en el último año de Gobierno de Enrique Peña Nieto, no hay mecanismo
legal que obligue a los dirigentes sindicales a brindar explicaciones de lo que
hacen o dejan de hacer. El último intento por obligarlos a someterse a
auditorías fue en 2012, cuando el Congreso de la Unión desechó una iniciativa
de Ley que proponía que las agrupaciones con más de 108 miembros rindieran
cuentas de sus dineros por escrito, tanto a sus agremiados como al público.
El dirigente nacional del
Sindicato Nacional de Trabajadores para la Educación (SNTE) recibió de la
Secretaría para la Educación Pública para la Orquesta Filarmónica Nacional del
sindicato, 30 millones de pesos cuyo ejercicio fue cero pesos, según la página
de datos abiertos del sindicato.
En lo que sí gastó un poco,
el año pasado, fue en la promoción de la Reforma Educativa. Para ello recibió
200 millones de pesos de los cuales erogó 8 millones, apenas el 4 por ciento.
La mayor beneficiaria de este gasto fue la Agencia Digital S.A. de C.V. con dos
contratos, uno por 2 millones 320 mil pesos y otro de 1 millón 160 mil pesos.
Esa es la Razón Social de Milenio TV, según el Directorio del Sistema de
Información Empresarial Mexicano.
Carlos Romero Deschamps, dirigente
nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana, recibió el año pasado 89 millones 191 mil 200 pesos por concepto de
“ayudas”, según los Contratos Colectivo de Trabajo 2015-2017 y 2017-2019,
firmados con Petróleos Mexicanos.
Mientras, en las manos de
Víctor Fuentes del Villar, Secretario General del Sindicato Único de
Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), quedaron 6 mil
587 millones de pesos, entre el Fondo de Habitación y Servicios Sociales y el
Fondo común de préstamos, ambos fondeados por la Comisión Federal de
Electricidad.
***
Promulgada en mayo de 2016
por el Ejecutivo, la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información
Pública obligó a los sindicatos con recursos públicos a publicar en portales
cibernéticos sus estructuras orgánicas, plazas, contrataciones y gastos. El
SUTERM, dirigido por Víctor Fuentes y el Sindicato petrolero, dirigido por
Romero Deschamps no lo han hecho.
El SNTE de Díaz de la Torre
sí tiene una página. Pero aun así, no se sabe qué pasa con el dinero que se le
entrega y no se gasta. No se sabe por qué mecanismo otorga sus contratos y
tampoco cuáles son sus cuotas sindicales.
En su último reporte, la
Auditoría Superior de la Federación indicó que hasta finales del año pasado,
los sindicatos han publicado en conjunto, apenas 35 por ciento de la
información a la que están obligados.
Desde que en 2002 se
configuró el marco jurídico de la transparencia, Carlos Romero Deschamps, el
dirigente petrolero, es el hombre que más trabajo le ha dado a los juzgados.
Basta pedir mediante una solicitud de información su salario y casi como por
arte de magia, surge un recurso de amparo. No quiere revelar cuánto gana y
mantiene oculto ese dato como si se tratara de un secreto de Estado.
Hasta ahora el sindicato
petrolero ha promovido unas 50 demandas en contra de peticionarios en el INAI
para que Petróleos Mexicanos no brinde ninguna información sobre el dinero que
le entrega. El “Pemexgate” fue un ejemplo de ello. Si bien ese acontecimiento
ocurrió en 2000, 18 años después después todavía están pendientes algunos
juicios de amparo para no responder una pregunta básica: ¿Cuál fue el detalle
de tal transferencia?
El año pasado, como otros
años, las instituciones públicas lo dieron, los sindicatos lo recibieron y no
se supo jamás a dónde fue a parar ese dinero. Y mientras, la tasa de
sindicalización –un indicador que surge de datos de la ENOE de la STPS y el
Inegi porque no hay un organismo que concentre a todos los sindicatos
mexicanos-, mostró una caída drástica. En 2012, cuando Enrique Peña Nieto tomó
posesión era de 14.01 y para 2014 fue de 13.64, según consigna el investigador
Jesús Rubio Campos en su estudio “Sindicalización y precariedad laboral en
México”.
El mantenimiento de los tres
sindicatos que Fidel Velázquez Sánchez defendió hace casi un siglo, no impactó
en la calidad del trabajo. El salario promedio de la población ocupada en
México pasó de 2.43 salarios mínimos diarios en el cuarto trimestre de 2012 a
2.28 en el primer trimestre de 2016.
(SIN EMBARGO/LINALOE R. FLORES / ENERO 14, 2018, 12:05
AM)
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