Si en sus memorias “Mis
tiempos” José López Portillo, se autocalificó como el último presidente de la
revolución, Enrique Peña Nieto, pudiera ser el último presidente emanado del
PRI.
El dato no es menor cuando la
enorme carga negativa de ese partido aunada al fuerte rechazo popular de la
figura presidencial, han orillado al destape de un candidato sin pertenencia al
partido en el poder y a un aspirante a la jefatura de gobierno de la CDMX sin
militancia tricolor, es decir de perfil apartidista.
Ese es el caso de José
Antonio Meade y Mikel Arriola, el primero exsecretario de Hacienda y el segundo
exdirector del IMSS, los dos de perfil tecnócrata y sin experiencia militante y
electoral.
EL TAXI TRICOLOR EN LA HISTORIA
El vaticinio de Manlio Fabio
Beltrones, de que el partido podría convertirse en un taxi, incluso para
delincuentes, se está cumpliendo.
Lo cierto es que el PRI nunca
fue un verdadero partido político y menos una entidad democrática, por eso es
que cuando Felipe González, estrella ascendente del eurocomunismo, una vez
muerto “El Generalísimo” Francisco Franco en España, mandó una comisión para
conocer tan extraño fenómeno político.
Allá en la península Ibérica,
hubo necesidad de los Pactos de la Moncloa, una especie de acuerdo entre las
fuerzas políticas españolas (monárquicas, militares, franquistas y de izquierda
encabezadas por el PSOE de González), para hacer posible la transición a la
democracia bajo la férula del rey Juan Carlos de Borbón, herencia de Franco.
Aquí en el país y eso llamaba
la atención, el PRI, que en sus tiempos de partido hegemónico en realidad
funcionaba como una Secretaría de Elecciones del gobierno, que organizaba
comicios cada cierto tiempo sin grandes sobresaltos mantenía la gobernabilidad
y la estabilidad política, debido a un arreglo de sus élites, lo cual permitía
la transferencia del poder en forma pacífica, las cuales eran sustituidas
generacionalmente unas por otras a pesar de intentos de perpetuarse en la
presidencia como la reelección de Alvaro Obregón, maximatos como el de Calles y
rebeliones como las de Adolfo de la Huerta en que se alzó la mitad del ejército
y la del general Saturnino Cedillo.
Ya con Cárdenas, el PRI se
convirtió en un partido de masas, con poderosos sectores (obrero y campesino),
que fueron una sólida base corporativa para llevar a cabo la expropiación
petrolera.
MILITARES EN LA POLÍTICA
Cuando el general Plutarco
Elías Calles, ideó fundar un partido político que permitiera al país transitar
de la era de los caudillos a la de las instituciones, en el fondo buscaba que
el poder se obtuviera a través de los votos no de las balas.
Por eso, creó una estructura
político-electoral capaz de aglutinar en su seno a todas las facciones
revolucionarias, principalmente las del ala obregonista-callista del grupo
Sonora, que fue el ganador en la justa civil y que tuvo la capacidad para
aplastar a los otros grupos revolucionarios como el carrancista, villista y
zapatista.
Fue durante el mandato del
general Lázaro Cárdenas cuando al partido oficial, que había pasado de PNR a
PRM, que se crearon cuatro sectores: el campesino, el obrero, el popular y el
militar. Este último sector despareció de la estructura partidista, toda vez
que tocó al general Manuel Avila Camacho, cerrar el ciclo militar en la
presidencia de la república.
Desde entonces a la fecha a
los militares, aunque eran regularmente utilizados por los políticos para sus
fines de control social, como fue el caso de la Guerra Cristera a finales de
los 20´s, para sofocar el movimiento de los médicos y de los ferrocarrileros
liderados por Valentín Campa y Demetrio Vallejo, para combatir al grupo de
Rubén Jaramillo, al estudiantado en 1968 cuando se hizo público el Batallón
Olimpia, en la guerra sucia de los 70´s y 80´s en donde afloró la Brigada
Blanca, en el levantamiento del EZLN en 1994 y en la guerra contra el narco a
partir de 2006, los militares y sus mandos poco opinaban en política y menos en
contra de líderes opositores como el puntero en las encuestas por la carrera
presidencial, es decir AMLO por sus declaraciones en torno a un proceso de
amnistía para pacificar al país, con las cuales “aguó” el destape peñista ante
la polvareda que levantaron.
El Peje, planteó regresarle
la anterior hegemonía al Estado frente a los poderes fácticos y demás fuerzas,
incluso las ilícitas.
DE PARTIDO DE CLASES MEDIAS A LOS TÓFICOS
En sus principios el PRI,
detecta Peter H. Smith en “El laberinto del poder”, fue un partido de clases
medias y el reclutamiento de los cuadros políticos se realizaba en las
universidades públicas, en el sector popular o en la burocracia.
El grupo posrevolucionario,
que aunque tuvo un origen en la guerra civil, de la cual surgieron sus cuadros
dirigentes del ala triunfante supo transitar y entregar el poder construido a
los civiles hasta 1988, en que el PRI se fracturó con la salida de la Corriente
Democrática por la imposición de Carlos Salinas.
De abierta formación
tecnocrática, Salinas durante su gestión se rodeó de viejos lobos como Fernando
Gutiérrez Barrios, Carlos Hank González, jefe del grupo Atlacomulco y Arsenio
Farell Cubillas y cuyo colofón lo constituyeron el alzamiento zapatista y la
ejecución de su delfín en 1994, al quedar en entredicho su modelo económico
representado en la firma del TLC y su capacidad de imponer sucesor, pues
Colosio a días de su muerte había pactado con su principal detractor Manuel
Camacho Solís, el cerebro de la toma del poder por el grupo compacto salinista
desde cuando estudiaban economía en la UNAM y eran conocidos como “Los Tóficos”
(Camacho, Salinas y Emilio Lozoya), por un dulce cuya publicidad decía “¡¡¡uy,
que ricos!!!” y tenía acercamientos con Cuauhtémoc Cárdenas, líder del PRD.
ZANCADILLAS TRICOLORES
En el 2000, diferencias entre
Francisco Labastida y Roberto Madrazo, además del alejamiento de Zedillo del
partido, hicieron posible la alternancia, en tanto que en el 2006, la
autoimposición de Madrazo, como candidato presidencial creó las condiciones par
al traición de algunos gobernadores, principalmente los ligados a la maestra
Elba Esther Gordillo, como Rafael Moreno Valle y Eduardo Bours, quienes
apoyaron al PAN. Para 2012, los dados cargados a favor de Peña, desde la misma
convocatoria lanzada por Humberto Moreira, un aliado vital del exgobernador
mexiquense hizo morder el polvo a las aspiraciones de Beltrones.
A diferencia de hoy, todos
los diferendos se dieron entre priístas, con carreras dilatas en el servicio
público y en la militancia partidista, además de fogueados en la arena
política.
Si el Partido Encuentro
Social, conformado por organizaciones evangelistas hidalguenses, camina en
alianza de Morena y el PT, el mensaje de la Familia Real de Hidalgo será
evidente.
La descobijada en cadena
nacional a la gobernadora Claudia Pavlovich, so pretexto del concierto del
tenor español Plácido Domingo y el albergue que nunca se construyó y el despojo
de la candidatura a la senaduría que tenía amarrada Sylvana Beltrones y su
sustitución por Antonio Astiazarán, son vistos como parte del tiro que se traen
desde la elección del 2016 el canciller Luis Videgaray y poderoso líder del
nuevo grupo de poder tecnocrático, quien ya gobierna y un político priísta puro
como Manlio, forjado a la vera de Fernando Gutiérrez Barrios, legendario jefe
de la policía política del régimen. La situación de Beltrones se complicó luego
de su publicitada comida con Ricardo Monreal, delegado de Morena.
Por cierto en los comederos a
ese propósito se recuerda que en anterior venida de AMLO, gente de Manlio, como
Germán Uribe, operaron a favor de Morena.
El choque entre estos dos
colosos del PRI, si no son parados, va a hacer que la sangre llegue al río.
PROGRAMA E IDEOLOGÍA DEL TAXI PRIÍSTA
Si Carlos Castillo Peraza, se
quejaba que le PRI le había robado al PAN el programa económico (neoliberal)
proempresa privada, en los tiempos actuales el nacionalismo revolucionario la
ideología tradicional del PRI, que inició el declive con Carlos Salinas, quien
impuso el liberalismo social como bandera de su gobierno y trató de fundar el
Partido Solidaridad acorde a sus fines, parece está a punto de ser enterrada y
sepultada.
La justicia social, que forma
parte esencial del discurso tricolor pasó a ser sustituida por el mercado, como
el alfa y omega de la tecnocracia en el poder.
Y si lo único que le quedaba
al PRI como su activo principal era su identidad, hoy eso está por ser historia
del pasado.
LA TEORÍA DEL PÉNDULO
En “La ronda de las
generaciones”, el historiador Luis González, expresó que la clave de la
estabilidad política del país y la circulación de sus élites (que incluía la
cooptación de disidentes potenciales), consistía en que algo que llamó la
teoría del péndulo y que explicaba en que el poder era transmitido
periódicamente de unas manos a otras entre los diversos grupos que se lo
disputaban y así durante un tiempo estaba se inclinaba hacia la derecha y luego
hacia la izquierda, pero sin quedarse todo el tiempo inclinado en un solo lado del
espectro y eso era entendido por las élites políticas como algo sano, pues
permitía al sistema reproducirse, depurarse y sobrevivir.
Eso explica por qué Calles
impuso a Lázaro Cárdenas y este prefirió dejar como sucesor a Avila Camacho y
no a Janitzio Mujica, su heredero natural, pero de tendencia de izquierda.
La experiencia había enseñado
que cuando alguien había pretendido adueñarse más allá de su mandato del máximo
poder, que era la presidencia las cosas terminaban mal, tanto quien lo
intentara y para el país.
Benito Juárez, se salvó al
morir en el cargo, pero no así Porfirio Díaz, quien fue echado del puesto,
Venustiano Carranza, cuando trató de imponer sucesor, fue depuesto por el Plan
de Aguaprieta. Obregón, una vez reelecto fue asesinado. Calles fue enviado al
exilio al tratar de influir en el gobierno cardenista.
Carlos Salinas terminó en
Dublín en el ostracismo, luego de una cómica huelga de hambre en una modesta
vivienda ante la andanada de Ernesto Zedillo, que tomó como “rehén” a Raúl
Salinas.
La separación entre élites
económicas y políticas, según Peter H. Smith, era una de las características
centrales del régimen autoritario mexicano.
EL PARTIDO TECNOCRÁTICO, HEREDERO DEL PARTIDO
CIENTÍFICO PORFIRISTA
Hoy el grupo tecnocrático
arribado al poder de la mano de José López Portillo y su secretario de
Programación y Presupuesto Miguel de la Madrid, trata de emular a aquel Partido
Científico del Porfiriato, jefaturado por José Yves Limantour y cuyos
principales exponentes fueron Carlos Salinas de Gortari, Joseph Córdova
Montoya, Pedro Aspe, Ernesto Zedillo, Luis Donaldo Colosio, Guillermo Ortiz,
Jaime Serra Puche, José Angel Gurría, Luis Téllez, Francisco Gil Díaz, Agustín
Carstens y sus pupilos Luis Videgaray y José Antonio Meade.
El que Peña Nieto haya
decidido entregar el partido a no militantes puso de pelos de punta a la
tradicional clase política priísta, quienes perciben una fase de orfandad de
triunfar “sus candidatos” en 2018. Su falta de compromiso y de identidad
partidista no es nada halagador para los tricolores que ven con preocupación
que su “marca” no es nada vendible.
DESASTRE A LA VISTA: EL MALQUERIDO
Con arranque en un tercer
lugar en las encuestas, el PRI tiene la batalla del 2018 pérdida y eso casi
está definido al cuajar el Frente Ciudadano por México, registrado ante el INE
como “Por México al frente”, una vez puestos de acuerdo los líderes del PAN, el
PRD y Movimiento Ciudadano, en el reparto del pastel. El destape apoteósico de
Pepe Toño Meade, como abanderado de los rojos, no varió para nada los números
que perfilaban las encuestas.
Incluso, algunos agoreros del
desastre, que ven inconformidad al interior del partido por cómo se están
manejando las cosas, pronostican un escenario peor al de 2006, cuando llevando
como candidato a Roberto Madrazo Pintado, terminó en tercer lugar con un mínimo
histórico del 22.2% de los electores, algo como 9 millones 301 votos. En 2012
volvió al poder con el 29.8% de los votos al obtener 14 millones 409 mil
sufragios.
De cinco estados donde se
concentra el 50% de la votación el PRI, solo gobierna el Estado de México y
Jalisco, donde Movimiento Ciudadano, lleva mano rumbo a la gubernatura.
De nada servirá al tricolor y
su jefe de campaña, el propio presidente Peña, aplicar la fórmula del Estado de
México, donde además del despliegue de recursos sin control, la compra del PRD,
la imposición de una candidata independiente para robar votos y el ataque
despiadado con todo el poder presidencial en contra de Josefina Vásquez Mota la
candidata panista y Morena, el PRI perdió ante el partido del Peje, quien
actualmente supera a Meade, dos a uno.
Hoy el PRI, es el partido por
el que la mayoría de los ciudadanos, jamás votaría. Ese es el detalle.
(EL
PORTAL DE LA NOTICIA/ LA VIÑA DEL SEÑOR/ 10 DICIEMBRE 2017)
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