lunes, 18 de enero de 2016

EL CHAPO, EL SHOW Y LAS MENTIRAS DE PEÑA NIETO


El show que ha montado el gobierno de Enrique Peña Nieto sobre el encuentro entre los actores Sean Penn y  Kate del Castillo con Joaquín Guzmán Loera, el líder del Cártel de Sinaloa, ha sido un buen distractor  para que la sociedad evite hacer las preguntas de fondo respecto a esta última recaptura del capo y al verdadero destino de éste.

Durante años mucha ha sido la falsa información que ha dado el gobierno de México respecto a Guzmán Loera y el Cártel de Sinaloa. Particularmente el gobierno de Enrique Peña Nieto ha resultado más mentiroso que otros en este tema. La recaptura de 2014, la fuga de 2015 y la recaptura de ahora.

Es mejor para Peña lavarse las manos y ofrecer al capo en extradición y no  detener  y llevar  a juicio a todos los responsables que desde hace décadas han protegido a Guzmán Loera y al Cártel de Sinaloa: miembros de su partido político, el PRI, miembros de su gobierno, senadores, diputados, gobernadores, empresarios que han financiado campañas políticas,  miembros de la iglesia Católica, etcétera. En pocas palabras, los otros señores del narco.

La versión de la captura tiene tantos agujeros como un queso gruyere. Y ha habido tantas contradicciones desde la mañana del viernes 8 de enero, hasta ahora que todo carece de sentido.

El gobierno de Peña Nieto mintió cuando dio la versión de la recaptura del Chapo en febrero de 2014. Mintió cuando informó sobre cómo ocurrió la fuga.

En  2014 el gobierno federal dijo que la recaptura del Chapo en la torre Miramar en Mazatlán, Sinaloa,  fue el producto de un muy inteligente e infalible plan de la “inteligencia mexicana” planeado luego de meses de seguir a  Guzmán Loera. Al operativo le pusieron el pintoresco  nombre: “Operación Gárgola”. Televisa y sus conductores fueron los más entusiasmados de seguir ese guion gubernamental como pájaros que se comen las migas del suelo.

De acuerdo con esa versión rastrearon al Chapo hasta  un lujoso fraccionamiento de Culiacán, Sinaloa, y gracias a un túnel debajo de la bañera, el escurridizo capo logró escaparse por el sistema de alcantarillas, en una fuga espectacular, para luego refugiarse en Mazatlán.

Según el gobierno, en esa fuga arrestaron a personas y encontraron un teléfono que sería la clave para la captura.  Varios medios de comunicación repitieron la versión oficial, ¡incluso se metieron debajo  de la bañera!

El propio procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, la madrugada del 22 de febrero de 2014, dijo que 30 marinos encabezaron la culminación de la “Operación Gárgola”. Abrieron violentamente la puerta del departamento 401 de la torre Miramar y ahí se encontraba un hombre de seguridad del Chapo y al propio Joaquín Guzmán Loera.  Según la versión de Televisa, Guzmán Loera se ocultó en el baño. Pero hubo otras versiones.

La revista  The New Yorker publicó en mayo de 2014  que en el operativo los marinos sorprendieron a Guzmán Loera en la cama con su esposa Emma Coronel, quien supuestamente clamó por la vida de su esposo y suplicó que no lo mataran.

Según la versión de este medio norteamericano, el 21 de febrero llegaron a Mazatlán no solo los marinos mexicanos sino también todo un equipo de  funcionarios de la DEA,  del Departamento de Seguridad Nacional (Department  of Homeland Security) y policías americanos (USA Marshals).

Ni una ni otra historia fueron verdad. Así quedó demostrado ante un tribunal colegiado meses después de la recaptura de febrero de 2014, en un litigio ganado por la defensa de Joaquín Guzmán Loera.

Según la versión dada por la PGR ante un juez a través de los testimonios de dos marinos, las cosas no pasaron como dijo Murillo Karam ni como filtraron los gringos. Dos marinos afirmaron al juez que ellos solos fueron quienes detuvieron al líder del Cártel de Sinaloa la mañana del 22 de febrero, de manera casual. Dijeron que iban pasando por ahí frente a la torre Miramar en Mazatlán cuando un desconocido en la calle les dijo que presuntamente había personas armadas adentro, por lo que  ellos entraron solos al edificio y que en la puerta del departamento 401 había una persona armada.

Dijeron que cuando los vio, en vez de disparar se metió corriendo al departamento y que al entrar y gritar enérgicamente “armada de México” éste se rindió instantáneamente.  Que los dos marinos comenzaron a buscar en el departamento si había más armas y supuestamente encontraron un arsenal. Dijeron que el Chapo salió en ese momento de una de las habitaciones donde también se encontraban dos mujeres y dos menores de edad.

Los dos marinos nada dijeron de la “Operación Gárgola”, nunca mencionaron el magnífico túnel debajo de la bañera. Ni una sola línea de lo que dijo el gobierno de México o funcionarios de los Estados Unidos fue sostenida por los dos marinos ante el juzgado.

Por supuesto la versión de los dos marinos tampoco es creíble. Las verdaderas condiciones en que ocurrió la recaptura de febrero de 2014 no las sabremos seguramente jamás, tampoco las de la recaptura del viernes 8 de enero pasado.

Lo único claro, cierto e irrefutable es que la detención de Guzmán Loera en 2014  no cambió nada, ni un milímetro, el poder del capo en el cártel, no disminuyó ni un ápice el poder del Cártel de Sinaloa en el mercado mundial de las drogas, y todos los cómplices de alto perfil de la organización criminal  siguen impunes.

Ahora  Peña Nieto y sus muchachos nos recetan una nueva versión de una nueva recaptura de Guzmán Loera ahora llamada “Cisne Negro”, para mantener los ánimos cineastas en todo esto.

Además nos distraen con el falso debate de si Sean Penn y Kate del Castillo debieron o no reunirse con Guzmán Loera, si debieron denunciarlo o no.  Es obvio que no es ninguno de los dos quienes han protegido a Guzmán Loera. Honestamente de los muchos que se han reunido y reúnen con El Chapo me preocupan más otras personas: distintos presidentes de México, sus familiares y sus amigos; secretarios de Estado en turno, subsecretarios, generales,  almirantes, gobernadores,  diputados, senadores,  candidatos, empresarios, etcétera.


(RIODOCE/ ANABEL HERNANDEZ/ 17 ENERO, 2016)

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