Luego
de un año de haber sido secuestrada, una empresaria vive con psicosis, su vida
ya no es la misma.
“Durante
mi cautiverio sentí miedo y pensé que me iba a morir. Estaba deprimida y muy
triste. El azúcar se me elevó y no quería administrar la comida enlatada que me
llevaban”, así narra su calvario Norma, quien fue víctima de un secuestro hace
un año.
Su
ritmo de vida le cambió a esta mujer. Luego de haber sido privada de su
libertad vive con miedo y tiene psicosis. La asusta cualquier vehículo que se
le acerca y no contesta llamadas telefónicas que no sea de conocidos.
-Mi
modo de vida ya no es igual, ahora me cuido mucho asegura.
Una
mañana del mes de mayo de 2014, la empresaria de 50 años de edad acudió a su
negocio ubicado en la colonia Atasta para pagarle la semana a sus empleados,
pero cuando apenas había descendido
de
su unidad, cinco hombres armados la interceptaron.
-¿A
dónde están los 90 mil pesos que llevas?,- le inquirieron los delincuentes, al
tiempo que le sujetaron los brazos.
Pidió
auxilio, pero su voz no encontró eco en los vecinos y sus captores la subieron
a una lujosa camioneta.
Le
taparon la boca, le vendaron los ojos y se la llevaron.
Durante
el camino le iban pidiendo información sobre su fortuna, así como de sus
familiares y amistades.
Recorrieron
varios kilómetros hasta llegar a una casa de seguridad.
Ella
seguía con los ojos vendados.
Le
pasaron un teléfono.
-Comunícate
con tu familia para que pague el rescate, no estamos jugando- le ordenaron, al
tiempo que uno de los sujetos sacó una navaja y se la pasaba en el dedo grueso
del pie, advirtiéndole que si no pagaban el rescate se lo cortarían para
mandárselo a su pariente.
-Yo
no tengo más familia que mi hija, hablaré con ella para que reúna el dinero.
¿Cuánto quieren?, les inquirió.
-Queremos
400 mil pesos, le respondió uno de ellos.
-No
tengo eso, nada más mi camioneta y una casa, pero está hipotecada- le dijo la
secuestrada a los delincuentes.
Dos
muchachas la cuidaban y le daban comida enlatada, pero casi no comía porque es
diabética, tras varias horas de negociación con sus captores su hija les
consiguió 100 mil pesos.
Al
final le propusieron los secuestradores:
“Te vamos a dejar ir, pero vas a conseguir el resto de la lana”.
Le
dieron un número de celular para que se comunicara con ellos en tanto tuviera
el resto. Al final la sacaron de la casa de seguridad, la subieron a un
vehículo, le dieron 50 pesos y la dejaron en un sitio desconocido que al final
supo que era Pomoca, Nacajuca, en donde tomó un taxi con destino a su
domicilio, en donde su familia la llevó a un hospital para su recuperación.
(TABASCO
HOY / Redacción/ 05:08 del 19/06/2015)
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