domingo, 14 de julio de 2013

EL REGRESO DEL CABALLERO



Discreto y sin aspavientos, Santiago Creel aparecía en los templetes de la victoria de Francisco Vega por la Gubernatura de Baja California. 
 
Sin excesos melodramáticos, el siempre solemne Creel, de voz ligeramente engolada mostraba una sonrisa que sólo se le dibujaba en la comisura de sus labios. 
 
Muy pocos se han preguntado por qué figura en un papel central en esos podios del triunfo, pero Creel fue la persona clave para que “Kiko” Vega, como conocen al candidato, alcanzara la Gubernatura.

Creel fue el jefe de campaña real de Vega, un panista que le es leal desde hace tiempo, y ordenó y atemperó un panismo que estaba confrontado.
 
 Por un lado se encontraba el gobernador actual, José Guadalupe Osuna, incondicional a Felipe Calderón y a su extensión táctica en la figura del senador Ernesto Cordero, y por el otro Óscar Vera, el jefe de campaña oficial del candidato. 
 
Creel logró los vasos comunicantes para que ninguno dejara de hacer su trabajo, y tejió los acuerdos con el PRD y Nueva Alianza, que al final sumaron los votos de la victoria.

“Creel puede ser un muy mal candidato siempre, pero es un gran articulador”, dijo uno de los operadores del PAN en la elección de Baja California, que siempre ha estado en la trinchera opuesta del ex senador. 
 
“Su forma suave y cuidadosa con la que habló con los diferentes grupos, contribuyó a que no nos dividiéramos”. Uno de sus interlocutores en la formación de las alianzas añadió: “Siempre nos escuchó y actuó. Trabajó mucho y trabajó bien”.

Para Creel, la victoria de “Kiko” Vega es un regreso a la política del partido por la puerta grande, luego de algunos años de haber sido lastimado por el calderonismo, cuando a mitad del sexenio se fue apoderando de todas las posiciones en el partido y relegando a quienes habían sido sus adversarios o eran sus enemigos.
 
Creel era de los primeros, cuando contendió por la candidatura presidencial del PAN en 2006, con el apoyo del presidente Vicente Fox, y perdió ante Calderón. 
 
 El líder del partido en aquél momento, Manuel Espino, era de los segundos, y afianzado ya en el gobierno, provocó su caída de la dirigencia en 2008 para que entrara Germán Martínez.

Desde el Senado, Creel mantuvo una posición institucional pero con un carácter libertario, y cuando se acercó la sucesión presidencial, buscó la candidatura del PAN a la Presidencia por segunda vez. 
 
Al reducirse el número de aspirantes y ver que sus posibilidades eran prácticamente nulas, le ofreció su apoyo a la diputada Josefina Vázquez Mota, quien se enfrentó a los adversarios de ambos, Cordero, y al grupo de calderonistas.
 
 Cuando Vázquez Mota ganó, Creel trabajó en la campaña, aunque no participó de todas las estrategias en el cuarto de guerra.

La debacle del PAN en la campaña presidencial presagiaba tiempos muy difíciles para quienes habían antagonizado con el Presidente y sus incondicionales, pero la coyuntura volvió a sonreírle. 
 
Una muy mala imagen pública de Calderón al final de su gobierno por los niveles de violencia de la guerra que desató contra el narcotráfico y los conflictos en su gobierno, abrieron la puerta a que el equipo del presidente electo, Enrique Peña Nieto, pudiera negociar libremente con el PAN un mecanismo de negociación que alineara a las fuerzas políticas para marchar en una ruta reformista. Creel jugó un papel clave en la idea original, el diseño y la construcción del Pacto por México, de cuyo consejo rector es miembro.

La forma como se había comportado con Madero cuando lo relevó en el Senado y la manera como trabajó con él en ese entonces, le abonó certidumbre y confiabilidad, indispensables en la política, por lo que al entrar Vega en la contienda por la Gubernatura de Baja California, no hubo dudas en el PAN para entregarle a él la campaña del candidato, los recursos y los apoyos políticos para que la sacara adelante. 
 
Creel viajó a ese estado y habló con todos los panistas, a quienes unió con un mismo objetivo y fue limando las animadversiones entre ellos.

Los resultados confirmaron que el trabajo de bálsamo entre adversarios del mismo partido y el armado de las alianzas, fue exitoso. 
 
Creel, como suele ser, se ha mantenido discreto y en un segundo plano público, pero sus aspiraciones no se reducen a ser un consejero en las sombras. 
 
De acuerdo con dirigentes panistas, en su mente está la presidencia del partido, que por estatuto deberá ser renovada a finales del año, y donde contendrá contra Cordero y Madero –si sobrevive los conflictos con los ramales del calderonismo-, si finalmente decide postularse él o alguno de sus cercanos, como el coordinador de la fracción panista en el Congreso, Luis Alberto Villarreal. 
 
 Enfrente pueden estar la ex candidata Vázquez Mota y la senadora Luisa María Calderón. Sin embargo, en las condiciones actuales, el panista más fortalecido y menos lastimado es él.

La decisión no está tomada y pasarán varias semanas para que se ajuste la correlación de fuerzas dentro del PAN y se perfilen cuáles son los grupos con más fortaleza dentro del partido para impulsar no sólo una candidatura a la Presidencia, sino también a los miembros del Consejo Político que allanen el camino para el reacomodo de posiciones hacia 2018. 
 
En cualquier caso, a partir de los logros recientes, Creel regresó con una fuerza que hacía tiempo no tenía, en este regreso bien merecido para un caballero de la política, como ha demostrado ser.

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