lunes, 2 de enero de 2012

EL EXPEDIENTE: CHOQUE DE PANDILLAS TERMINA EN TRAGEDIA


Integrantes de dos pandillas rivales se embriagaban en sus respectivos barrios sintiéndose seguros por el control que tenían en su territorio, pero la ansiedad de uno de ellos por inhalar una dosis de cocaína los pondría frente a frente en una riña mortal.


HERMOSILLO, Sonora(PH).- Integrantes de dos pandillas rivales se embriagaban en sus respectivos barrios sintiéndose seguros por el control que tenían en su territorio, pero la ansiedad de uno de ellos por inhalar una dosis de cocaína los pondría frente a frente en una riña mortal.

“Diego”, “Éver”, “Memo”, “Álex”, “Luis” y “Pablo”, integraban la banda de los “Vatos Locos” en una colonia al Sur del territorio de sus rivales. 

La pandilla “Lado Norte” que aquel día se encontraban reunida tomando cerveza eran “Paulo”, “Nico”, “Lino” y otros dos jóvenes menores de 30 años que no se involucraron en la riña. 

Fue en una tarde de abril que los dos grupos de pandilleros se reunieron como lo hacían a diario en sus respectivos barrios, sólo que en esa ocasión ocurrió algo diferente. 

En territorio de los “Vatos Locos”, “Memo”, “Diego” y “Luis” habían estado tomando cerveza desde el mediodía; a las 6:00 de la tarde se le unió “Éver” y cuatro horas más tarde llegó “Luis”. 

Antes que llegara “Luis”, el joven “Diego”, de 28 años, se había retirado del lugar donde se encontraban tomando frente a su casa, para ir a buscar una dosis de cocaína.

A sus amigos les dijo que iría solo a bordo de su camioneta Chevrolet Blazer de modelo atrasado, pues el amigo que iría a buscar era muy desconfiado en eso de la venta de drogas. 

Directo a la “boca del lobo” 
En realidad no era un amigo a quien “Diego” iría a buscar esa noche, se trataba de “Nico”, integrante de la banda rival con quien tenía un extraño pacto sólo para asuntos de drogas. 

En cualquier otra situación los jóvenes se enfrascaban en una riña si se topaban de frente, pero curiosamente ambos establecían una especie de tregua cuando de compraventa de droga se trataba. 

Los amigos de “Diego” ignoraban esa relación con el enemigo, mientras que “Nico”, tenía tiempo esperando el momento oportuno para traicionar la confianza de su rival. 

El momento de “Nico” llegaría esa noche cuando “Diego” llegó a bordo de su camioneta al sitio donde “Los de Arriba” se encontraban tomando en el parque del barrio. 
Exponiéndose a ser agredido por la banda rival, “Diego” hizo unas señas a “Nico” invitándolo a acercarse a su carro para indicarle que quería comprar 200 pesos de coca. 

Mientras caminaba hacia la camioneta “Nico” pensaba que era una buena oportunidad para atacar a “Diego” aprovechando que se encontraba metido en su territorio y ante la presencia de varios integrantes de la pandilla “Lado Norte”. 

Pero al ver que su rival iba en busca de drogas “Nico” calmó sus ansias y con un silbido hizo voltear a “Paulo” para indicarle que lo acompañara, mientras abría la puerta del copiloto de la Blazer de “Diego”. 

“Paulo”, de 20 años, alto, delgado, moreno y la cabeza a rape, sin titubear se puso de pie frente a las escaleras donde se encontraba sentado y abordó la camioneta. 

“Es él quien conoce al tirador con el que vamos, por eso lo invité”, dijo “Nico” tratando de controlar las sospechas de “Diego” que reviraba hacia el asiento trasero donde se acomodó “Paulo”. 

Sin revelar la dirección completa, sólo el rumbo y guiando en el camino a su enemigo, “Nico” llevó hasta un fraccionamiento próximo a su barrio a “Diego” para buscar una cura de cocaína. 

El fin de la tregua 
Al llegar a la casa del “tirador” “Paulo” exigió que le entregaran los 200 pesos, ya que sólo él se bajaría a comprar la droga porque su proveedor no vendía a desconocidos. 

Tras un par de minutos, “Paulo” regresó al carro manifestando que la compraventa de cocaína se había realizado, pero en esos momentos no entregó la mercancía a “Diego”. 

Sin más opción que confiar que la droga había sido comprada por “Paulo”, “Diego” puso en marcha su carro para regresar al parque donde había “levantado” a los pandilleros rivales. 

Pero al llegar a ese sitio “Nico” y “Paulo” bajaron apresurados de la camioneta para echarse a correr sin entregarle el dinero ni la droga a “Diego”. 

El consumidor de cocaína al verse burlado se bajó del carro para ir tras sus timadores, pero a los pocos metros de correr se dio cuenta que era inútil seguirlos. 

En esos momentos “Diego” recibió una llamada en su teléfono celular; era su hermano “Álex” preguntando dónde se encontraba porque sus amigos de pandilla consideraban que había tardado demasiado comprando droga. 

“Diego” sólo dijo a su hermano que “Nico” le había ganado con el dinero que tenía para comprar cocaína y luego cortó la llamada para ir a buscarlo a bordo de su camioneta. 

Luego de recorrer varias calles del barrio del “Lado Norte”, “Diego” encontró a sus timadores juntos y les reclama el dinero o la droga, no estaba dispuesto a irse con las manos vacías. 

Con actitud pasiva ante los reclamos de “Diego”, “Nico” abordó nuevamente la camioneta por el lado del copiloto y “Paulo” ocupó otra vez el asiento trasero. 

Fue hasta entonces que la actitud de “Nico” se tornó agresiva al indicarle a “Diego” que no le entregaría el dinero al mismo tiempo que le ponía una navaja en el lado derecho del cuello. 

“Y si te enojas”, dijo “Nico” cuando “Diego” se dio cuenta que le encajaría la navaja y sólo alcanzó a tomar las llaves de su carro antes de bajarse para echarse a correr. 

Al filo de la muerte 
Luego de darse cuenta que había dejado su celular y la billetera en el tablero del carro, “Diego” regresó a buscarlos y ya no estaba “Paulo”, tampoco “Nico”. 

El estéreo, la billetera, el celular, tres estuches de discos compactos y varias bocinas, habían desaparecido también del interior del vehículo de modelo atrasado. 

“Paulo” y “Nico” además del dinero para comprar droga habían desvalijado el carro de “Diego”, quien esa noche no sospechó que había ido a meterse a la boca del lobo. 

Antes de regresar a su territorio “Diego” pasó a buscar a “Nico” y a “Paulo” tratando de recuperar sus pertenencias, pero sólo encontró a uno de ellos. 

En el camino encontró a “Nico”, lo encaró, lo retó a golpes para obligarlo a regresarle sus cosas, pero luego de un breve intercambio de golpes la pelea terminó. 

“Nico” resultó con varios golpes en la cara, los labios reventados y los pómulos inflamados, nada grave que lo obligara a regresar los objetos robados. 

Frustrado por la burla, “Diego” regresó a su casa a buscar a sus amigos de pandilla para informarles lo sucedido y desatar esa noche un enfrentamiento con los “Lado Norte”. 

Era cerca de la medianoche cuando “Diego” regresó a su barrio para darse cuenta que la pandilla había ido a buscarlo al parque donde se reunían los “Lado Norte”.

Sin sospechar que esa noche perdería algo más que objetos materiales, “Diego” invitó a su hermano “Álex” para que lo acompañara a enfrentar a la pandilla rival. 

Al internarse en territorio enemigo, “Diego” encontró a “Éver”, “Memo”, “Luis” y “Pablo” en casa de una prima donde habían acudido a buscarlo. 

Tras juntarse los “Vatos Locos”, decidieron ir a enfrentar a los “Lado Norte” para recuperar las pertenencias de “Diego”, sin saber que la muerte aguardaba por uno de ellos. 

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