Jesusa Cervantes/Proceso
Los desaciertos políticos de Enrique Peña Nieto, a partir del error que cometió en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fue incapaz de mencionar tres libros hubieran marcado su vida, han puesto en aprietos al PRI, que antes de ello, aseguraba por todos los medios que la Presidencia de la República volvería a estar bajo su mando.
Ahora, las infortunadas revelaciones de su ignorancia, la crítica que
ha recibido por destacados escritores como José Emilio Pacheco o Carlos Fuentes,
pero sobre todo las encuestas internas que han mostrado, por ejemplo, que el
teet de la hija de Peña Nieto, Paulina, que tanto malestar generó entre la
población en general, lo llevó a perder en el acto ¡10 puntos!
Las encuestas
están generando algo más que malestar entre un sector de la militancia priista y
quienes ayer pensaban que Peña sería un mal presidente de la República pero un
excelente candidato, hoy lo están dudando.
El problema para los priistas es
algo más que el ridículo en que ha quedado su candidato presidencial, lo que les
está preocupando tanto a sus seguidores como a sus aliancistas –Elba Esther
Gordillo y el Partido Verde–, es la falta de operación política que ha mostrado
el exgobernador mexiquense y su incapacidad para imponerse a las nuevas
directrices que está marcando el actual presidente nacional del PRI, Pedro
Joaquín Coldwell.
Y es que la salida de Humberto Moreira –que ya era
insostenible como presidente del PRI– le ha pegado duro a Peña Nieto. En su
partido se asegura que el encopetado candidato presidencial “negoció” la llegada
de Moreira para ganarse la confianza y apoyo de “la maestra”. En el círculo
político todos saben de la gran relación que hay entre Moreira y Gordillo e
incluso que fue ésta quien en 2003 operó para que fuera el candidato del PRI al
gobierno de Coahuila.
Sin embargo, los documentos que prueban que Moreira
dejó a su estado sumido en una gran deuda, y no precisamente por impulsar obras
para la ciudadanía, sino más bien para apoyar campañas de su partido, acabaron
tumbándolo de la dirigencia priista y con él se fue también quien defendía a
Peña Nieto de sus errores.
El poco tiempo que estuvo Moreira al frente del
PRI fue suficiente para lograr la firma de una alianza electoral para la
presidencia con el Panal, el partido de “la maestra” que, entre otras de las
ventajas que ofrece es toda una infraestructura y organización distrital para
hacer ganadores a los posibles perdedores en comicios.
Moreira también logró
la suma del PVEM, sin embargo, la caída de el exgobernador de Coahuila y la
llegada de Pedro Joaquín Coldwell, un hombre que nunca se ha caracterizado por
su cercanía con Peña Nieto, no le ha sentado nada bien al candidato
encopetado.
Resulta curioso, por ejemplo, que una de las primeras
declaraciones del nuevo dirigente de partido fue que se revisarían las alianzas
acordadas con el Panal y el PVEM; pero sobre todo que se haya rechazado lo que
Peña Nieto ya había pactado con la maestra: que en las listas de legisladores
plurinominales de Chiapas y de Sinaloa estuvieran en primer plano la hija de la
lideresa magisterial, Mónica Arreola, y su yerno, Fernando González
Sánchez.
La noticia desató la ira de “la maestra”, porque si algo no puede
soportar es que se haga a un lado a su familia y, al parecer, la nueva
dirigencia priista quiere replantear la negociación. Si no se llega a un acuerdo
y Peña Nieto no mantiene a los familiares de Gordillo en primera línea de las
candidaturas, seguro que “la maestra” le retira, en los hechos, su apoyo
electoral.
Gordillo ya duda del “poder” del candidato presidencial priista,
pues algo tan simple como el respeto a sus acuerdos con el Panal no los ha
podido defender.
Por si fuera poco, Pedro Joaquín Coldwell ha tenido que
decir en público que de ninguna manera el PRI pretende sustituir a su candidato
presidencial.
Esta aclaración llama la atención porque, si Peña Nieto es un
candidato sólido, ¿por qué Pedro Joaquín hace eco a quienes dentro del priismo
ven la sustitución como una opción?, ¿no sería mejor ignorarlos y en su lugar
fortalecer y defender al candidato ya registrado?
Si a todo eso se le suma
que Peña Nieto, quien sin el apuntador no atina a hacer comentarios
inteligentes, no podrá salir a lo largo de dos meses en la radio y la televisión
para repetir discursos que le impidan cometer desaciertos, pues entonces sí que
está en un verdadero problema.
La declinación de Manlio Fabio Beltrones a
participar en la contienda interna de su partido por la candidatura
presidencial, en lugar de traerle beneficios le ha generado una gran desgracia a
Peña Nieto: dejará de estar en el aire con discursos a modo del 18 de diciembre
al 18 de febrero.
Esto, además de disminuir el constante bombardeo de su
imagen para los electores, le generará un gran costo económico. Entre los que
saben de medios de comunicación y spots de radio y televisión se dice que
durante esos dos meses se dejaran de emitir ¡un millón y medio de spots! que ya
estaban pagados.
Con la salida de Beltrones de la contienda Peña ganó la
candidatura pero en la balanza las pérdidas son mayores: perdió un presidente
nacional que daba la cara por él de manera constante, podría perder a la gran
aliada que todos quieren, Elba Esther Gordillo y perderá presencia en los medios
de comunicación durante dos meses claves.
Y si a todo ello se suman su
incapacidad política, las críticas de la clase política, las dudas de los
propios gobernadores del PRI sobre su candidatura y su arrogancia, entonces
nadie puede descartar que Peña, antes del registro ante el Instituto Federal
Electoral como candidato presidencial pueda contraer una enfermedad que lo
imposibilite para continuar.
En estos dos meses venideros todo puede ocurrir,
hasta un candidato sustituto.
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