sábado, 12 de noviembre de 2011

PANICO EN LOS CABOS: FUERON MARINOS

Elementos de la SEMAR iniciaron el fuego en Plaza Sendero

Policías municipales, ministeriales y soldados tuvieron que enfrentar la situación de pánico en la balacera en el centro comercial, luego que Marinos se retiraron del lugar después de dar inicio al encontronazo. De acuerdo a indagaciones y periciales, se ha comprobado que la mayoría de los impactos fueron del estacionamiento hacia dentro de la plaza, precisamente donde estaban apostados los de la Marina. La inseguridad en Los Cabos arrecia. El saldo final: un marino muerto, un delincuente abatido, tres Ministeriales heridos y clientes atrapados.

Investigaciones ZETA
 Cabo San Lucas, Baja California Sur. La angustia comenzó apoderarse de Liliana cuando, estando en la caja, tratando de pagar un paquete de pañales, comenzó a escuchar detonaciones de armas largas, y observó cómo todos a su alrededor se tiraron al piso.

Era cerca de la una y media de la tarde del 29 de octubre, y, como solía hacerlo, acudió a Plaza Sendero a comprar los pañales del pequeño Fernando, de escasos dos meses de nacido.

Por las prisas, esta vez no se maquilló ni se peinó. En su casa únicamente sujetó su cabello negro, se puso sus lentes de aumento, unos huaraches de piel color café, un shorts de mezclilla y una playerita de rayas desmangada de tirantes, porque al fin y al cabo, sólo iría al supermercado.

La madre primeriza iba acompañada de una amiga y de su hija de 10 años, cuando sobrevino la balacera. Quedó atrapada entre las cajas de la puerta de acceso del lado derecho de la plaza.

Con el rostro totalmente desencajado y los labios blancos, Liliana abrazó a su pequeño hijo para protegerlo de alguna bala perdida.

Las dos horas que esta joven mujer vivió dentro del centro comercial de Cabo San Lucas fueron las más largas de su vida. La angustia, el miedo y la zozobra eran notables en su rostro, además de la incertidumbre de saber qué era lo que estaba pasando, porque únicamente escuchaba balazos y veía a lo lejos y con mucha dificultad, a soldados, policías ministeriales y municipales apertrechados atrás de los carros y empuñando sus pistolas y armas largas.

Dentro de la tienda, más de 500 personas vivían la misma situación, en un horario pico en el que muchos hacían su mandado.

La mayoría de quienes quedaron atrapados dentro de la plaza, tuvieron que recurrir al intercambio de mensajes entre celulares de sus familiares y amigos como único recurso para poder enterarse de lo que estaba sucediendo. Fue así como muchos supieron que Municipales, Ministeriales y soldados, habían establecido un perímetro y cerrado los accesos tres cuadras a la redonda, donde nadie podía entrar ni salir y, durante más de cuatro horas, estuvieron también reporteros de ZETA.

La explicación que recibieron quienes se encontraban dentro del centro comercial, es que se había desatado una balacera entre presuntos delincuentes y Marinos en el estacionamiento de la plaza, que el grupo delictivo había ingresado al lugar y estaba entre ellos.

Lo anterior fue expuesto por la hija de un matrimonio atrapado en el interior del establecimiento, de nombre Miguelina Sánchez Urcadiz, quien relató a este Semanario la pesadilla que vivió:

“Me mandaron un mensaje porque ni siquiera pudieron llamarme, ya que estaban aterrados de que se había desatado una balacera y se refugiaron en un baño y estaban escondidos.

Me dijeron llorando que viniera a buscarlos, porque no sabían qué iba a pasar, ya que podría morir en ese momento, entonces yo me puse muy nerviosa y me vine manejando como pude, con mucho miedo y angustia de que algo más grave pasara”.

La hija del matrimonio sanluqueño dijo sentirse aterrada y desesperada, porque nadie le daba información de lo que estaba pasando y sólo les decían “hágase para allá” y “no se meta a esta zona, porque hay peligro de que se desate otra balacera”.

“Imagínate cómo me sentía, sabiendo que mis papás estaban adentro y que unos delincuentes armados también, me quería morir y quise entrar, pero los policías no me dejaron, y entre más pasaba el tiempo, más crecía mi angustia y mi impotencia de no poder estar en el momento en que más me estaban necesitando, y sin deberla ni temerla, porque ellos nomás habían venido de compras”, compartió a ZETA.

No sólo los clientes de Plaza Sendero estaban desconcertados. También los policías municipales, ministeriales y hasta soldados, porque justamente una noche antes -el 28 de octubre- se había enfrentado a un grupo delictivo en una colonia conocida como Brisas del Pacífico en este destino turístico, con un marino muerto, un delincuente abatido y tres policías ministeriales heridos como saldo.

Por eso cuando llegaron hasta el centro comercial, sus rostros evidenciaban nerviosismo, tensión y hasta cierto punto se respiraba miedo de lo que pudiera sobrevenir.

Ya sabían que los delincuentes de una noche anterior, traían rifles de asalto AK-47, conocidos como “cuerno de chivo” y granadas de fragmentación, dos de las cuales detonaron en la casa de seguridad, y donde después de cuatro horas de enfrentamiento, murió el Teniente de la Secretaría de Marina, Enrique Gervasio Martínez.

Entre los policías analizaban que los delincuentes ya no eran aquellos borrachitos o drogadictos que como si nada podían agarrar de las greñas y subirlos a punta de golpes y patadas a las cajuelas de las patrullas.

La situación había cambiado, sobre todo cuando al llegar al estacionamiento del centro comercial, los testigos comenzaron a relatar que escucharon ráfagas de fuego muy estruendosas y que habían observado que los Marinos dispararon hacia la plaza, donde únicamente habían visto correr a mucha gente.

El rescate
Lo primero que hicieron los policías municipales, ministeriales y soldados, fue evacuar a toda la gente que estuviera a los alrededores.

Ya después se apostaron en la parte frontal del centro comercial y comenzaron a esparcirse entre los vehículos y negocios aledaños para estar en condiciones de responder a un posible fuego cruzado con los presuntos delincuentes.

El nerviosismo era evidente y la tensión comenzó a crecer cuando los Marinos dijeron que los delincuentes que estaban adentro de la plaza era un comando de aproximadamente 12 sujetos armados con cuernos de chivo, y con quienes presuntamente habrían sostenido un enfrentamiento en el estacionamiento del lugar.

Los Marinos se fueron inmediatamente del lugar porque, según justificaron, iban tras una camioneta que se había dado a la fuga con cuatro sujetos más.

Los rostros de los policías municipales y ministeriales estaban desencajados, no así los soldados, quienes llegaron media hora más tarde y asumieron de inmediato posiciones de combate.

 Los elementos del Ejército se tiraron al piso, otros más se pusieron atrás de algunos vehículos, otros arriba de casas, bardas y hasta se subieron a vehículos Hummer para estarse movilizando en el patio del centro comercial.

Fue entonces que comenzó la evacuación. Después de dos intentos por ingresar al lugar y que no lo hicieron por temor y precaución, finalmente tres Municipales comenzaron abrir las puertas de acceso e hicieron señas a la gente, que poco a poco empezó a salir del establecimiento.

Clientes y trabajadores con rostros totalmente desencajados, e incluso hubo crisis de histeria y pánico que terminó con el desmayo de algunas personas y el reventar de la fuente de una mujer embarazada que tuvo que ser sacada en ambulancia de la zona.

Entre esas personas salió Liliana, la joven mujer que es madre de Fernandito, el bebe vestido con un mameluco de color blanco de escasos dos meses de nacido y que apareció en todos los noticieros nacionales e internacionales, cuando se comenzaron a difundir las imágenes de lo que había sucedido en Plaza Sendero.

En la imagen que dio la vuelta al mundo, se observa a un policía municipal vestido de azul corriendo. En el brazo izquierdo carga al bebé, y en el brazo derecho, un rifle semiautomático de alto poder.

Los evacuados fueron cubiertos por los policías municipales, ministeriales y soldados, y llevados a la parte trasera del centro comercial, donde ya eran esperados por familiares y amigos.

Una vez que la plaza fue desalojada, los policías ingresaron al lugar y comenzaron a buscar entre los exhibidores, baños y lugares a los presuntos responsables, logrando detener a tres jóvenes con aspecto cholo, quienes al cierre de esta edición, ya había sido liberados por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), a falta de pruebas para incriminarlos.

Cayeron en manos de la Policía como sospechosos y fueron sacados del lugar con la cara cubierta. Empero, los resultados de los exámenes de rodizonato de sodio practicados a los detenidos resultaron negativos, demostrando que no tenían nada que ver en los hechos.

La investigación
 Las primeras indagatorias después de haber revisado los videos del interior y del exterior del centro comercial, además de haber recabado testimonios en cuatro puntos de esa zona, arrojaron que la situación se debió a un excesivo uso de la fuerza de elementos de la Secretaría de la Marina (SEMAR) del puerto de Cabo San Lucas, Baja California Sur, quizá por el nerviosismo y estrés al que habían estado sometidos durante casi 14 horas, donde perdiera la vida uno de sus compañeros.

Datos recabados por Investigaciones ZETA exponen que un convoy de Marinos integrado por tres camionetas pick-up y un camión, perseguían a un vehículo de sur a norte sobre la carretera transpeninsular Benito Juárez que conduce de la ciudad de Cabo San Lucas a La Paz, cuando repentinamente la unidad ingresó al estacionamiento del centro comercial y los tres ocupantes se bajaron corriendo para ingresar al establecimiento.

Los Marinos les marcaron el alto, y al hacerles caso omiso, comenzaron a disparar en repetidas ocasiones. Según testigos presenciales de los hechos, hasta que observaron que la gente comenzó a gritar y correr, salieron rápidamente de esa área, encargándole a los policías que se hicieran cargo de la detención porque “iban en la búsqueda de una camioneta, tripulada por cuatro supuestos pistoleros que se habían dado a la fuga”.

Antes de partir, les advirtieron que eran como 12 sujetos los que habían entrado, fuertemente armados, por lo que los agentes policiacos iniciaron el operativo respaldados por Ministeriales y soldados del Ejército Mexicano.

Los policías no preguntaron nada a los testigos y se dejaron llevar por el dicho de los Marinos que durante todo el operativo, casualmente no estuvieron presentes y no participaron en la evacuación de personas dentro de la plaza.

Hoy se sabe, la corretiza de los Marinos hacia los presuntos delincuentes, se desencadenó por un accidente de tránsito, donde según testimonios, los tripulantes de un vehículo de color verde habían atropellado a un policía motociclista a la altura de hotel Oasis, y como observaron que estaba tirado y traía sangre en la cabeza, persiguieron a la unidad, creyendo que estaba relacionada con la balacera de una noche anterior. El policía, cuyo nombre fue negado a ZETA, fue atendido y trasladado en la ambulancia BCS-008 de la Cruz Roja Mexicana.

Sin embargo ya detenidos, ni la propia Policía supo si se trataba de las mismas personas relacionadas con el hecho de tránsito, y mucho menos si tenían conexión con algún grupo delictivo.

Las pruebas periciales y exámenes de balística resultaron negativos, por lo que se comprobó que nunca dispararon armas, como desde un principio pretendió hacerse creer.

Asimismo, los estudios de balística del Departamento de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), arrojaron que nunca hubo fuego cruzado.

Por el contrario, por los orificios de balas encontrados en vehículos y negocios establecidos en el exterior de Plaza Sendero, se llegó a la conclusión de que la agresión armada vino desde el punto donde estaban apostados los Marinos, es decir, de afuera hacia dentro del centro comercial y no, de adentro hacia afuera.

Independientemente de los estudios periciales, los testimonios ofrecidos a ZETA por trabajadores de la gasolinera, apuntaron a que las únicas personas que accionaron sus armas y dispararon en la zona fueron los elementos de la SEMAR. Nadie más.

De hecho uno de los policías municipales lanzó un disparo al aire al ser detenido el primero de los presuntos sospechosos, desatando pánico entre la gente que estaba cerca, ya que pensaron que se estaba reiniciando la balacera entre presuntos delincuentes y policías.

Los daños colaterales
 El caso de Plaza Sendero colocó esta semana el nombre de Los Cabos en un crispante escenario nacional e internacional, sobre todo al ser un destino turístico donde hasta el 27 de octubre, podía presumir y jactarse de ser un lugar seguro y ajeno a los hechos violentos que actualmente sacuden a México.

Los disparos y las imágenes de gente corriendo en pánico, de policías resguardándose de posibles ataques y de orificios de balas en cristales de tiendas y vehículos, están provocando un daño colateral de repercusiones aún incuantificables, ya que las noticias de que las balaceras “llegaron a este destino”, comenzaron a generar dudas sobre todo en el turismo estadounidense, y lo colocan en el escenario de otros centros vacacionales como los de Mazatlán y Acapulco.

El fin de semana inédito en este destino turístico, que tuvo como saldo final un marino muerto, un delincuente abatido, tres policías ministeriales heridos y lo más grave, decenas de clientes atrapados en un centro comercial en una balacera entre delincuentes y policías, es sólo el principio de lo que se ve venir en las próximas semanas, después de que el procurador general de Justicia del Estado, Gamill Arriola Leal, comentara que no iban a dejar que el crimen organizado “se estableciera en este destino”, el cual, el viernes 28 de octubre, fue el principal protagonista de una balacera en un territorio que, se supone, no debería estar operando.
 

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