A diferencia del médico
Alfonso Ortiz Tirado, a quien está dedicado el FAOT que en enero de cada año el
gobierno del estado a través del Instituto Sonorense de Cultura celebra en su
natal Álamos y que se ha instituido como el festival cultural por excelencia en
la entidad, Hilario Sánchez Rubio fue perseguido y hostigado por sus ideas políticas
y sindicales.
Personas como Heriberto
Lizárraga, “El Noberry”, su compadre, le deben sus inicios en las lides de la
polaca y en la radiodifusión.
HILARIO, EL DESCONOCIDO
En tiempos de Marcial Bazúa,
el Patón Urbina y “El Negro” Jorge Osuna, dos de los más fieros agentes de la
ley en la Ciudad Jardín interceptaron a don Lalo circulando por alguna calle de
su querido terruño.
“¿Y esas chivas?” lo
interpeló “El Patón” con un tono que haría temblar al más temible jefe de
plaza. El bardo llevaba como acostumbraba su guitarra y su grabadora colgando al
hombro. “No soy chivero”, le respondió el fogueado luchador ferrocarrilero.
“¡Identifíquese o va
pa´dentro por desconocido!” añadió el policía, ya molesto por la respuesta.
“Los desconocidos son ustedes” alcanzó a retrucar el autor del corrido “Viva
Empalme”. “Déjalo ir”, le pidió “El Negro” a su aferrada pareja.
Don Lalo terminó detenido y
al otro día en las radios regionales el escándalo fue mayúsculo.
Bazúa reprendió fuertemente
al par y los dio de baja por la afrenta.
GUAJOLOTEADA RIELERA O EL CRIMEN PERFECTO
Un 24 de diciembre en que en
casa de don Hilario se olía la ruina y no había para la cena de nochebuena y
estaba a la espera de la llegada de varios cuates suyos, quienes de pasada
habrían de pasar a saludar camino a Ciudad Obregón, entre ellos el poeta
Bartolomé Delgado de León y el periodista de Tribuna del Yaqui Jesús Corral
Ruiz.
En esas estaban tronándose
los dedos cuando del callejoncito que está detrás de su casa en la Calle Ancha
se hizo presente un guajolotón como de un metro bien gordo. Como sincronizados
los chamacos del músico en un instante escarbaron un hoyo en el patio, doña
Cruz su esposa puso a hervir un ollón de agua en una fogón mientras don Lalo
sacaba su 22 y le pegaba un tiro en la cabeza al animal. Todo mundo supo que
hacer. Y hubo cena para la familia Sánchez García y sus invitados de lujo.
Se cuenta que cuando conocida
vecina de a lado llegó preguntando si habían visto pasar a la ave, pues las
huellas llevaban hasta ahí, nadie supo orientar a la desconcertada vecina, pues
ni las plumas quedaron regadas en la escena del crimen.
Cuando Bartolomé y el Chuy
Corral se enteraron del hecho rieron a carcajadas y ante el ambiente bohemio
que se armó por los viejos amigos, vagos a toda prueba, ya ni se acordaron de
seguir su rumbo.
Tiempo después Bartolomé
“ventaneó” el evento en su leída columna, pero con la maestría de quien cultiva
la poesía bien escrita.
EL INVITADO INCÓMODO
Cierta vez, encontrándose don
Lalo entre el público en cierta escuela de Guaymas, que celebraba alguna fecha
importante, habría de presentarse un grupo de música latinoamericana conformado
por jóvenes como parte fuerte del evento.
Enterado de su presencia el
conductor del acto pidió al músico interpretara algo para deleitar a los
asistentes. Hilario, con toda corrección declinó tal invitación, pero ante la
insistencia de los presentes y los organizadores pasó al frente.
“Bueno, disfrutemos del
pequeño encanto de la burguesía” dijo antes de entonar a capela una de las
obras de las que ejecutaba a su paso por la Opera de San Diego y cuya
perfección al interpretarlas le valió que el entonces presidente Luis
Echeverría, a su paso por Guaymas le dijera: “Pídeme lo que quieras”. “La
amnistía y mi reinstalación en ferrocarriles” fue su petición y así se hizo.
Testigos del acto escolar
sostienen que los vidrios de las ventanas de la escuela vibraban ante su
potente do de pecho, mientras los muchachos del grupo que le seguía guardaban
sus instrumentos musicales. Y no era para menos.
SU OBRA DEBE SER HERENCIA PARA LAS NUEVAS GENERACIONES
Si alguna falla se le puede
criticar al festival HISAR, establecido como un reconocimiento al artista, es
que debe ahondar en el rescate de su vida y de sus aportaciones, pues hay
muchas obras sin publicar, es decir totalmente inéditas.
Existen poemas desconocidos
para el público, al igual que composiciones musicales y partituras. Se sabe que
tiene varios libros sobre política sin ver la luz.
Cuidadoso en extremo don
Hilario, no daba a conocer ninguna de sus composiciones o textos sin antes
registrarlos en la Dirección de Derechos de Autor de la SEP, pues algunas de
sus obras en algún momento le fueron pirateadas, como aquella canción titulada
“La sombra de tus besos”, de su autoría y que apareció como “La huella de tus
besos”, como es reconocida a nombre de alguien más, sin darle crédito a su
verdadero creador.
El poeta porteño Jorge
Santamaría en su libro “Las escamas del pez (Muestrario de poesía guaymense)”
lo ubica entre los pioneros del género al lado de Alfonso Iberri, Leopoldo
Ramos y el doctor José Gómez García y como predecesor de poetas como Gilberto
Gastélum Orduño, Miguel Manríquez Durán, “El Oso” y Alejandro Ramírez Arballo.
Ahí nomás.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ “LA VIÑA DEL
SEÑOR”/ 26 Octubre 2015, 12:51)
No hay comentarios:
Publicar un comentario