Dos ciudadanas mexicanas
murieron en los atentados terroristas de París hace una semana. Meses antes,
varios turistas fallecieron en una operación militar mal calculada en Egipto.
ISIS está detrás de ambas tragedias. ¿Qué está haciendo el gobierno de EPN para
proteger a sus ciudadanos de la amenaza del Estado Islámico?
"La humanidad tiene una opción,
detener la carrera armamentista o enfrentar su aniquilación”
Alfonso García Robles
Mexicano, Premio Nobel de la Paz en 1982
Las mexicanas que murieron en los
atentados de París fueron identificadas como Nohemí González, una estudiante de
23 años de la Universidad de California en Long Beach y Michelle Gil Jaimes,
originaria de Tuxpan, Veracruz
Hasta hace unos años el
terrorismo islámico en México se consideraba un fenómeno lejano y asilado de
nuestra realidad.
En México la preocupación
gira en torno al terrorismo provocado por las redes del narcotráfico y el
crimen organizado, incrementado exponencialmente desde el año 2006.
Sin embargo, las
posibilidades de que fundamentalistas islámicos afectaran directamente la
seguridad de ciudadanos mexicanos eran, hasta hace poco, mínimas.
Cuando un ataque terrorista
ocurre en algún lugar del mundo, las autoridades mexicanas se limitan a emitir
condolencias y ofrecer apoyo moral a los países afectados. Esto ha cambiado un
poco en los últimos meses.
Catorce turistas mexicanos
fueron atacados durante un operativo antiterrorista en Egipto que buscaba eliminar
a militantes del Estado Islámico.
Claudia Ruiz Massieu, ex
secretaria de Turismo y ahora al frente de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, viajó inmediatamente al Cairo.
Ahí, en conferencia de prensa
aseguró que el gobierno de México ofrecería todo el apoyo consular a los
familiares de las víctimas y exhortó enérgicamente al gobierno de Egipto a
ofrecer una explicación detallada de los hechos.
Además, la canciller reafirmó
el compromiso de la cancillería con la protección de los mexicanos que se
encuentran en el extranjero.
Los visitantes mexicanos que
hacían una parada para almorzar, fueron ultimados por las ráfagas de fuego que
provenían de helicópteros piloteados a distancia. El saldo fue de ocho
connacionales y cuatro egipcios muertos.
México es un país pobre, pero
el número de mexicanos que logra organizar sus recursos para conocer otras
regiones del mundo se ha incrementado en los últimos años. Esto gracias a las
actuales facilidades para comprar boletos de avión y noches de hospedaje a bajo
precio.
Egipto es uno de los destinos
turísticos más populares del mundo. París es aún más visitado.
Y este segundo destino no
sólo es la ciudad que más turistas recibe en el planeta. Muchos mexicanos a lo
largo de varias generaciones han elegido a la capital francesa como su
preferida para vivir y estudiar maestrías y doctorados.
Políticos notables como
Manuel Bartlett o Marcelo Ebrard estudiaron posgrados en universidades galas.
En Francia hay más de 3 mil
estudiantes mexicanos, lo cual coloca a este país en tercer lugar en ese rubro,
después de Estados Unidos y España.
Se calcula que además de los
estudiantes, hay alrededor de 2 mil 100 ciudadanos mexicanos que viven de
manera permanente en París.
Hace nueve días, tres
mexicanos fueron alcanzados por las balas de los atacantes que aterrorizaron el
Bataclán, el State de Francia y varios cafés de los barrios 10 y 11 de París.
Dos mexicanas con doble
nacionalidad, una estadounidense y la otra española, perdieron la vida durante
los atentados del 13-N. Un mexicano más fue herido, trasladado al hospital y ya
se reportó fuera de peligro.
¿Cuál ha sido la reacción de
las autoridades mexicanas?
Como ya se mencionó, la
reacción de la cancillería mexicana después de la muerte de los turistas
originarios de Jalisco en el desierto de Egipto fue enérgica.
Parafraseando la clásica
expresión atribuida al ex Presidente Luis Echeverría, la cancillería prometió
que “llegaría hasta las últimas consecuencias, se harían las averiguaciones
correspondientes y no se detendrían caiga, quien caiga”.
Al momento todavía no se han
definido culpables y la investigación parece estar esperando a que Egipto
resuelva otros asuntos más importantes para su gobierno.
Inmediatamente después de los
atentados terroristas en París, tanto la canciller Ruiz como el presidente Peña
actualizaron sus cuentas de Twitter para expresar condolencias y ofrecer apoyo
a los franceses.
Un poco más tarde la SRE
confirmó el fallecimiento de las mexicanas.
Rápidamente, la cancillería
informó que mantiene contacto y coordinación permanente con la Embajada de
México en París y su sección consular, para dar seguimiento y ofrecer la
protección necesaria a los connacionales.
La Embajada de México en
París puso a disposición del público números telefónicos y correos electrónicos
de emergencia para canalizar las dudas de los mexicanos que viven en Francia y
las de los familiares que investigan el paradero de sus seres queridos desde
México.
La SRE recomienda consultar
constantemente las recomendaciones preventivas, seguir al pie de la letras las
indicaciones de las autoridades locales y revisar los avisos al viajero que
publican los diferentes gobiernos europeos.
En general, la respuesta del
Servicio Exterior Mexicano ha sido apropiada, pero estándar.
UN PROBLEMA MÁS ALLÁ DE NUESTRAS FRONTERAS
Para fortuna de México, las
pérdidas humanas de nuestros connacionales no han sido cuantiosas.
No obstante, los atentados
del 13 de noviembre en Francia han traído a la mesa una discusión más amplia
sobre el involucramiento de México en la lucha contra el terrorismo y la crisis
migratoria de los exiliados sirios.
Desde septiembre de este año,
el gobierno mexicano ha estado analizando abrir puertas para los refugiados
sirios que huyen de la guerra.
Pero, antes de dar ese paso,
la cancillería considera que es prioritario reforzar el diálogo multilateral
para solucionar el conflicto.
En resumen se lee que las
puertas de México están abiertas, pero sería mejor que el problema se arreglara
en otras latitudes antes de agregar una preocupación más a la agenda de la
política interior mexicana.
No hay que olvidar que México
es un país que ya tiene una larga tradición de problemas migratorios.
Millones de personas
provenientes del Caribe y de Centroamérica huyen de situaciones precarias en
sus países y desean pasar por México para llegar a Estados Unidos, la tierra
prometida. Muchos no logran llegar a EU y se quedan a buscar mejores
oportunidades en México.
La recepción de los mexicanos
en las fronteras y en varios lugares, no ha sido, a lo largo de los años la
bienvenida más cálida.
Es claro que el conflicto
migratorio ocasionado por las invasiones de Occidente y el surgimiento del
Estado Islámico no han representado todavía un problema grave para el gobierno
de Enrique Peña Nieto. Él tiene problemas
igual de graves, pero todos al interior de su país.
La cuestión es que ante el
acuerdo de todos los países del G20 – grupo al que pertenece México - para
erradicar a ISIS del Medio Oriente, México se encuentra en una posición donde
su liderazgo internacional se puede ver afectado si no se integra de una u otra
manera a la conversación predominante.
Probablemente, México no
necesita mandar tropas a Siria para ayudar a Francia, a Rusia y a Estados
Unidos para destruir los bastiones del Estado Islámico.
Sin embargo, sí podría
liderar a la región, como lo hizo durante la segunda Guerra Mundial o durante
la Guerra Civil Española, para abrir las puertas a los sirios que huyen de ISIS
y poner el ejemplo en la región.
Lo anterior no se ha
confirmado. Y tampoco se espera que sea fácil de lograr.
México ha recibido
principalmente a católicos y a judíos. La población musulmana en México no es
tan grande y las autoridades deben considerar que los índices de xenofobia,
racismo e intolerancia religiosa en México son altos y no conviene obviarlos.
Pero sobre todo, México
deberá tomar en serio una cuestión básica. Ya hay víctimas mexicanas que han
sido afectadas por la violencia generada por el Estado Islámico. Es posible que
la lista se incremente.
La máxima de los servicios
consulares alrededor del mundo es salvaguardar la seguridad de nuestros
connacionales.
Con la amenaza de ISIS
haciéndose cada vez más grande. Las embajadas, consulados y autoridades
mexicanas, principalmente en Europa, tendrán que involucrarse más rápidamente
para impedir más muertes de mexicanos a manos de ISIS u otros grupos
terroristas.
El problema principal para
que todo esto suceda, es que México vive su propio terror al interior de sus
fronteras.
Cualquier movimiento del
gobierno en apoyo a la causa francesa será evaluado como un acto de hipocresía.
Cuando el subsecretario de
Relaciones Exteriores, Carlos de Icaza marchó en las calles de París en apoyo a
las víctimas fatales del ataque a la revista Charlie Hebdo, muchos protestaron
por la incongruencia de dicho acto.
Sobre todo al contrastarlo
con la indiferencia que mostró el presidente Peña Nieto, cuando decidió continuar un viaje oficial a
China, en lugar de regresar para atender la crisis de Ayotzinapa.
Por otro lado, México tienen
una tradición importante con respecto a negociaciones diplomáticas rumbo a la
paz. El mexicano Alfonso García Robles obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1982
por su trabajo para evitar la proliferación de armas.
El ejemplo de este prócer de
la diplomacia mexicana puede servir como un pretexto, para que México asuma una
posición de liderazgo y ofrezca una visión alternativa para impulsar la
reconciliación en las negociaciones anti terroristas. Una visión que, hasta el
momento nadie se ha atrevido a proponer oficialmente.
(REPORTE ÍNDIGO/ SERGIO ALMAZÁN / LUNES
23 DE NOVIEMBRE DE 2015)
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