México, D.F.- Confirman que
el capo aterrizó en la sindicatura de El Tamarindo, tras su fuga del penal
Asegurada. Desde este lugar,
la noche del 11 de julio partió ‘El Chapo’ a Sinaloa.
Paulino López López invitó en
el 2013 a su primo Héctor Ramón Takashima Valenzuela, “El Cachimba”, a trabajar
como piloto en el aeródromo de La Palma, en Navolato.
Takashima debía abastecer con
despensas de harina Maseca, manteca, frijol y todo tipo de abarrotes a varios
poblados enclavados en la Sierra Madre Occidental.
El piloto, que desde entonces
ya era un consumidor habitual de cocaína y mariguana, conoció en uno de sus
primeros viajes a Joaquín “El Chapo” Guzmán.
“Yo trabajo para ‘El señor’
desde antes de que lo agarraran, es decir, aproximadamente desde 2013”, dijo en
su primer interrogatorio.
El piloto contrató como
mecánico a su hermano Julio César Takashima, “El Gordo”, que ayudaba con los
cambios de aceite del avión.
“El Cachimba” identifica a
Juan Niebla como dueño del aeródromo, y a un sujeto apodado “El Ochenta” como
propietario de la empresa.
A principios de julio, “El
Ochenta” citó a Héctor Ramón Takashima en un McDonald’s, cerca del Congreso de
Sinaloa.
“Me dijo que estuviera listo
en unos días más para ir a recoger un viaje de mota a Toluca, diciéndome
también que le dijera a Romano Lanciani (el otro piloto) que se alistara y
estuviera atento para que nos ayudara en ese traslado de droga, dándome en ese
momento la cantidad de 10 mil pesos como viáticos, también me dio su PIN y yo
le di el mío”, declaró el piloto.
El 6 de julio, a “El
Cachimba” le avisaron por teléfono que debía irse en autobús a Toluca para
recoger un avión con droga que llevaría hasta Culiacán. Sus cómplices en
realidad señalan a Takashima como uno de los pocos que sabían el verdadero
objetivo del vuelo.
Al día siguiente, Takashima
amaneció en la capital mexiquense y el miércoles 8 de julio un sujeto lo llevó
al Hotel La Misión, que se encuentra cerca del Centro de Capacitación de la PGR
en Querétaro.
Al llegar, “El Ochenta” le
ordenó por mensajería instantánea visitar una pista privada del municipio de
Pedro Escobedo para esperar el avión que debía pilotear a Culiacán.
LOS VUELOS
Un Cessna 206 con matrícula
XB-AWL aterrizó el pasado 8 de julio a las 11:00 horas en la pista de la
empresa Aerofumigaciones de Querétaro, en Pedro Escobedo.
Molesto, Fernando Javier
Palos Cuéllar, el dueño de la compañía, se acercó para encarar a las tres
personas que descendieron de la aeronave, porque no tenían ningún permiso para
aterrizar en su propiedad. Discutió con el piloto, de nombre Lucas.
“Le contesté que no era
posible que se quedara, ya que se trataba de un aeródromo privado, que se fuera
al aeropuerto de Querétaro; sin embargo, esa persona me contestó que no, que
ahí lo habían citado y que no la hiciera de pedo, que no iba a pasar nada”.
“Me intimidé un poco porque
esta persona tiene el acento norteño y me sentí con miedo, por lo que tuve que
aceptar”, declaró Palos Cuéllar a la PGR.
El hijo del empresario
enseguida salió de la oficina. Los tripulantes explicaron a los propietarios
del inmueble que sólo iban a vender un avión y que le darían dos opciones al
comprador. Prometieron irse una vez finiquitada la venta.
Al día siguiente, 9 de julio,
aterrizó en la misma pista el Cessna 206 con matrícula XB-HCM, en punto de las
15:30 horas. Sólo venía el piloto, un tipo de 37 años, pálido, de lento caminar
y bastón. Era Romano Lanciani Llanes, el segundo piloto, quien se dedicaba a
fumigaciones en La Palma, Navolato, y dos años antes había sufrido un accidente
que lo dejó mal de una pierna.
Tenía sentido para Palos
Cuéllar que el comprador eligiera entre dos aviones. Pero las horas pasaron sin
que el comprador apareciera. No llegó ese día ni llegaría al siguiente.
El 11 de julio a la media
noche entró a la pista una camioneta pick up Chevrolet color arena. El
conductor bajó del vehículo y se dirigió hasta donde estaba Fernando Palos
González, hijo del dueño.
-¿Tienes algún problema de
que saque los aviones a esta hora?
-Sí, porque a esta hora es
muy peligroso, les puede pasar algo, mejor te aconsejo que vuelen mañana por la
mañana.
-Hipotéticamente, ¿qué
pasaría si sacara los aviones a esta hora?
-No los saquen, te vuelvo a
comentar, está muy cabrón despegar a esta hora, date cuenta, yo no tengo luces,
¿cómo le van a hacer?
-¡Ese no es tu pedo!
-respondió en voz alta, amenazante.
Palos González guardó
silencio. El tipo musitó sarcástico: “ahorita vengo, voy por el ‘enfermito’”.
Se subió a su camioneta y
arrancó.
Fue a la 01:20 horas cuando
entraron a la pista una camioneta pick up Cheyenne y una Honda CRV color gris.
De la Honda bajaron cuatro
sujetos. Destacaba un tipo de estatura baja, con camisa café y pantalón de
mezclilla, resguardado por tres hombres con armas largas. Parecía que todos
querían hablar con él y tener su atención. Reían.
“Desde donde estoy, como a
unos 50 metros, me doy cuenta de que se ponen a platicar entre 10 y 15 minutos
aproximadamente, acercándose el piloto para despedirse”, narra Palos González,
quien nunca imaginó a quién tenía enfrente.
El dueño de la pista
describiría más tarde que el ánimo de estos hombres era más que festivo.
“Iban cagán.... de la risa”,
declaró el empresario Palos Cuéllar.
El hombre de más baja
estatura abordó el avión XB-AWL y despegó alrededor de las 01:35 horas. 15
minutos más tarde calentó motores el siguiente.
Nadie compró ningún Cessna.
En lugar de un comprador, aquella noche el primer avión fue abordado por
Joaquín “El Chapo” Guzmán, que recién había escapado del penal del Altiplano.
Con Guzmán viajaron su cuñado
Édgar Coronel Aispuro y otro de sus hombres de confianza en un vuelo piloteado
por Héctor Ramón Takashima, “El Cachimba”.
Apenas despegó, Takashima
recibió un mensaje instantáneo por teléfono de parte de “El Ochenta”, su jefe y
dueño del aeródromo La Palma, en Navolato, Sinaloa.
Eran las coordenadas del
sitio de aterrizaje, una pista clandestina en la sindicatura de El Tamarindo,
en Culiacán.
Aproximadamente tres horas
más tarde, la aeronave descendió en un improvisado camino de terracería, donde
ya los esperaba otro avión Cessna 206, el cual abordaron. El otro fue
abandonado en la brecha. Takashima piloteó durante una hora más hasta llegar a
Los Remedios, localidad de Tamazula, Durango, aterrizando en la aeropista del
pueblo. Allí bajaron “El Chapo”, Édgar Coronel y el tercer acompañante.
“Se encontraba gente
esperándolos en cuatrimotos, por lo que cuando se fueron en cuatrimotos yo me
regresé para Villa Juárez, Navolato, llegando como a las 06:30 de la mañana,
siendo todo lo que pasó en ese momento”, relató Takashima a la PGR.
“Posteriormente ya no supe
más de ellos, tampoco tuve comunicación con ‘El Ochenta’, en virtud de que tiré
el teléfono. Por ese trabajo me iban a pagar 20 mil dólares, pero sólo me
dieron 10 mil, dándomelos antes de que me fuera a Toluca”.
SEÑUELO
Cuando el avión de “El Chapo”
había despegado de Culiacán con rumbo al poblado de Los Remedios, Romano
Lanciani avistaba la pista de La Palma, en Navolato, en plena madrugada.
Preparaba las maniobras de aterrizaje cuando sintió que su pierna derecha estaba
totalmente entumida.
“No me respondió al 100 por
ciento, efectuando el despiste y capoteada de la avioneta”, expuso a la PGR.
Lanciani, que se había
quejado del frío nocturno en Querétaro, se vio obligado a un aterrizaje
forzoso. Julio César Takashima, “El Gordo”, corrió en su auxilio.
-Te dije que ocupaba el
copiloto, ¿y ahora cómo voy a explicar lo de la avioneta?
-No hay bronca, carnal, vamos
a decir que se le fue una línea de los frenos, al cabo que la misión ya se
hizo.
-¿Qué misión, carnal?
-‘El señor’ ya está arriba.
El piloto recuerda que en ese
momento se quedó sin palabras, porque sabía de qué estaba hablando.
“Cuando ellos dicen ‘El
señor’ se refieren a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, por lo cual sentí una decepción
por la falta de confianza de ellos hacia mi persona, porque no me habían dicho
en ningún momento cuál era la intención del vuelo que yo realicé y para qué me
ocuparían”, relató.
Tres días más tarde, el
mecánico tocó a la puerta de Lanciani: “Te traigo un regalito”, dijo “El
Gordo”, y enseguida le puso en su mano un fajo de 10 mil dólares en efectivo.
“Es de parte de la oficina”.
LAS CLAVES
En la última semana de julio,
“El Chapo” estaba durmiendo en el rancho Las Mesas, municipio de Tamazula,
Durango. Hasta allá lo fue a visitar su cuñado Édgar Coronel Aispuro.
“En ese rancho había
aproximadamente 25 personas más, las cuales se encontraban armadas; refirió que
la forma de contactar a ‘El Chapo’ es por medio de su secretario ‘El Ranas’, de
quien tiene conocimiento que se mueve en una camioneta Tornado color gris”,
precisa un informe de la Policía Federal, basado en la información
proporcionada por el joven.
Cerca de la cabecera
municipal de Tamazula, dijo Coronel a la PF, el presunto narcotraficante tiene
a un incondicional, un compadre apodado “El Centenario”, que vive en la
ranchería de La Pinoza.
El capo sinaloense, de
acuerdo con lo dicho por Coronel, luego se movió a la localidad de Bastantitas,
en el mismo municipio duranguense, donde permaneció hasta el 19 de agosto.
Ese día, a las 05:00 horas,
“El Chapo” abandonó el lugar, tras ser alertado de que su piloto Héctor
Takashima, “El Cachimba”, había sido detenido por la Marina en Culiacán la
mañana del día anterior.
Casi ocho horas después de
que el capo se fuera de este poblado, la Policía Federal detuvo a su cuñado
Édgar Coronel en la avenida Rotarismo de Culiacán, cuando circulaba en su
Mustang rojo del año con su amigo Ernesto Carrasco Ruiz.
El vehículo fue el pago de
“El Chapo” por la ayuda tras la evasión. Coronel apenas lo disfrutó dos
semanas.
La detención de Coronel ha
sido hasta ahora la pista más valiosa para tener una idea de la ubicación de
“El Chapo”.
Al joven le aseguraron todos
sus teléfonos.
En uno de ellos, tenía
registrado con la letra “M” al contacto que conocía como “El Ranas”, el
intermediario con quien debía tratar para llegar a Guzmán Loera.
El 12 de agosto pasado, la
Seido interrogó a Felipe Valdez Santos, “El Tuercas”, un personaje del que
hasta hoy nada se ha dicho y que parece ser clave en el desmantelamiento de la
red que organizó la logística de “El Chapo” tras la fuga.
Valdez no está en la cárcel
-o al menos no se ha informado oficialmente de su consignación-, pero fue a
raíz de su presentación ante la PGR que empezaron a ser detenidos todos los
presuntos cómplices de Guzmán.
De “El Tuercas”, la PGR ha
testado la información en los documentos que ha rendido a autoridades
judiciales.
(ZÓCALO/ REFORMA/ 23/11/2015 - 01:02 PM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario