Las tres ciudades del valle de Texas –Alamo, San Juan y
Pharr– padecen una guerra de pandillas por el control y la venta de la
mariguana que el Cártel del Golfo logra introducir a territorio
estadunidense. Aunque el objetivo de los traficantes es Houston, la
droga que se queda en la franja fronteriza trastoca la vida cotidiana de
esas poblaciones, propicia tiroteos, invasiones de domicilio, robos de
autos… Y ahora policías locales temen que lleguen hasta allá las
reacciones del crimen organizado por la detención del Chapo Guzmán.
SAN JUAN, TEXAS (Proceso).- Hasta hace poco muchos consideraban a
esta pequeña población fronteriza, de alrededor de 26 mil habitantes,
como un refugio contra la violencia del lado mexicano, pero ya se
convirtió en campo de batalla de unas 30 pandillas que pretenden
controlar la venta de droga contrabandeada por el Cártel del Golfo a
través del río Grande (el Bravo en México).
El jefe de la policía local, Juan González, considera que en el sur
de Texas, colindante con el turbulento estado mexicano de Tamaulipas, no
hay por ahora región con más actividad delictiva que San Juan.
Explica que a últimas fechas aquí prolifera el delito de invasión de
domicilio: los pandilleros entran a una casa donde saben o suponen que
se guarda droga, golpean a los moradores y roban la mercancía ilegal. A
este problema se asocian delitos colaterales como el robo de coches. A
decir de González, 20 minutos después de apoderarse de un vehículo, el
ladrón lo lleva al otro lado del puente de Hidalgo y lo entrega a sus
contactos en Reynosa, Tamaulipas.
También se ha incrementado el tráfico de personas, lo cual agudiza la inseguridad en las calles.
Pero especialmente el allanamiento de casas ha repuntado en esta zona
del valle de Texas, comprendida por las ciudades de Pharr, San Juan y
Alamo, vecinas de la industrial y comercial de McAllen, y únicamente a
20 kilómetros de Tamaulipas.
Para González, en la franja fronteriza con México la capital de la
invasión de domicilio era Phoenix, Arizona, pero en los últimos dos años
la ha superado el valle de Texas.
El también llamado Valle de río Grande tiene una población aproximada
de 1 millón 300 mil habitantes, 90% de origen hispano. Tan sólo en San
Juan se ha cometido un promedio de ocho allanamientos o invasiones por
mes, es decir, unos 100 por año.
Sus tres ciudades mencionadas se han convertido en el punto más
caliente, afirma el sargento Rolando García, encargado de operaciones
especiales contra el narcotráfico, pandillas y robo de autos en la
policía de San Juan.
Indica que en una semana fueron asegurados aquí 3 mil 500
indocumentados y nueve toneladas (unas 20 mil libras) de mariguana. La
zona texana que le sigue es la de Corpus Christi, 260 kilómetros al
norte de la frontera, que en el mismo lapso reportó media tonelada de
mariguana (unas mil libras) y ningún indocumentado detenido.
En Laredo, la puerta comercial a Latinoamérica, las cifras son
menores. En la semana de referencia fueron interceptados 860 kilos (mil
900 libras) de mariguana y mil migrantes sin documentación. En El Paso
se incautaron mil 360 kilos (3 mil libras).
Dice el sargento García: “Te puedes dar cuenta de la gran diferencia
en la cantidad de mariguana y gente que pescamos en esta área, nada más
porque estamos cerquita del río. También vemos, con estos números, que
quienes pasan por aquí van hacia el norte. Como vemos, no los están
agarrando allá”.
González coincide con él en que por aquí pasa todo: indocumentados,
drogas, armas, invasiones de domicilio, robos de cargamentos y hasta
violaciones sexuales: “Cuando llegan a Corpus de aquel lado, ya no se
observan muchos incidentes. Nomás pasan el punto de revisión de
Falfurrias (50 kilómetros al norte de la frontera) y pueden más
libremente mover drogas y gente a diferentes lugares”.
El principal objetivo de los contrabandistas es Houston, a 500
kilómetros de la frontera, desde donde se distribuyen las mercancías
ilegales y los indocumentados.
Violencia ascendente
El oficial Juan González explica que el negocio de las drogas en San
Juan es diferente al de México. Aquí, dice, el Cártel del Golfo envía la
droga a través del río Grande. La mercancía llega por el oeste del río a
la zona de Hidalgo, Texas, que colinda con Reynosa.
Y mientras en México hay tienditas que distribuyen la droga al
menudeo, aquí se hace en puntos callejeros. No obstante, las pandillas
tienen casas adaptadas como bodegas para la droga, y como la transportan
en coche, se ha incrementado en los últimos años el robo de las
camionetas que utilizan en el contrabando, explica González, que tiene
20 años de labor policiaca.
De acuerdo con el reporte de 2012 del Departamento de Seguridad
Pública de Texas, en San Juan se denunciaron 67 robos de coches, en
Alamo 81 y en Pharr 144. Pero la estadística ha empeorado.
Los narcotraficantes utilizan los talleres mecánicos locales para
hacer los “clavos” o escondites de droga adaptados en los autos. Así
llevan las sustancias ilegales de aquí a grandes ciudades como Dallas,
Houston, Los Ángeles y Nueva Jersey. González admite que también se
trafica cocaína, pero enfatiza que los mayores cargamentos son de
mariguana.
De acuerdo con los servicios de inteligencia de la policía local, las
más activas son Barrio San Juan, Bloods, East Side Pharr, Gulf Cartel,
Latin Kings, Loco Trece, Los Peligrosos, La Eme (Mafia Mexicana),
Partido Revolucionario Mexicano, Pharrolitos, PO Boys, South Side
Bandidos, South Side Folk, Tango Blast, Valluco, Tri City Bombers, Tri
City Chicano y West Side Park.
La ciudad de San Juan tiene registros de unos 260 pandilleros porque
hace tres años empezó a sistematizar información sobre ellos, como sus
datos generales y los tatuajes, que indican a cuál organización
pertenecen. Por supuesto, hay muchos más pandilleros no registrados y
además las bandas no tienen liderazgos formales, lo que dificulta el
arresto de los cabecillas.
También hay bandas de mujeres, como Bombitas, Pharrolitas y PO Girls.
Un policía asignado al combate a las pandillas considera que ellas son
igual de peligrosas que los hombres:
“De dos o tres años para acá, muchas personas que transportan droga
son mujeres. Los oficiales pueden pensar que no van a estar metidas en
eso, pero la llevan. A veces son novias de los pandilleros y traen las
armas y las drogas”, dice el agente, que no dice su nombre.
Su jefe, González, describe cómo se llevan a cabo las invasiones de
domicilio por los delincuentes: “Estos individuos también tienen sus
servicios de inteligencia. Alguien les dice donde están las casas con
droga, y son los mismos que están involucrados en el crimen. Ellos
venden la droga y le piden a otra pandilla que haga la invasión”.
El problema, dice, es que a veces se meten a casas de gente inocente.
La Constitución estadunidense le permite a cualquier persona sin
antecedentes penales tener armas de fuego en su casa, por lo que algunos
civiles armados, ajenos al negocio de las drogas, han matado a intrusos
que buscan estupefacientes.
Señala que en México, cuando una banda invade domicilios para robar
droga, por lo general ejecuta a los habitantes. En Texas es diferente,
pues los ladrones entran y generalmente se limitan a golpear a los
encargados para robarles los estupefacientes. “Yo he visto eso allá (en
México), pero aquí está más controlado. Lo piensan dos veces cuando
entran, porque en Texas la mayoría de las personas tiene pistolas en sus
casas y se defiende”.
Además, comenta, si un ciudadano defiende su propiedad y mata al
invasor, no es común que los cómplices del fallecido tomen represalias.
González trata de explicarlo:
“Los que hacen los allanamientos son pandillas o personas que no son
nacionales. La mayoría, según veo, son gente que no tienen papeles, y
más mexicanos. (En Texas) han golpeado a gente adentro de las casas,
pero recientemente no han matado a nadie. Al contrario, en algunos
incidentes los dueños matan a los que están invadiendo”.
Ocasionalmente hay tiroteos. El 20 de febrero, en San Juan, Hugo
Gerardo Rivas, de 46 años, recibió a tiros a tres o cuatro pandilleros
que intentaban entrar a su casa. No hubo lesionados, pero al llegar la
policía encontró mariguana en el domicilio. La víctima del asalto fue
arrestada y enfrenta cargos por posesión de drogas y de arma, así como
de dar a la policía un nombre falso.
En Pharr, el pasado 28 de enero Rodolfo García, de 19 años, resultó
herido y su acompañante muerto cuando invadían un domicilio para robar
droga y fueron baleados por el dueño. García enfrenta el cargo de robo
agravado.
En días pasados también hubo invasiones violentas en McAllen. El 31
de enero se registró una balacera en el Sportbar Gamehaus Gastropub, de
la transitada avenida Nolana.
Víctor Rodríguez, jefe de la policía de McAllen, informó que poco
después de la media noche el personal de seguridad desalojó a unos nueve
jóvenes que escandalizaban en el lugar.
En el estacionamiento hubo una discusión. Uno de los muchachos
disparó varias veces y mató a Daniel Ávila, quien llegaba al lugar y era
ajeno a la riña. Su acompañante, René García, quedó herido.
De acuerdo con la página privada city-data.com, que monitorea la
actividad criminal en las ciudades de Estados Unidos, en 2012 Alamo era
la ciudad del valle de Texas con mayor incidencia delictiva, con una
tasa de 675.7 por cada 100 mil habitantes, casi el doble de la media
nacional (301.1).
Según la misma fuente, en San Juan el crimen también ascendió. En
2008 se registraron 208 crímenes violentos por cada 100 mil habitantes
(menos de la media nacional, que entonces era de 252).
A partir del año
siguiente, esta ciudad superó el promedio del país y en 2012 cerró con
356, por encima de la media nacional de 214.
Pese a ello, la mayoría de los delitos son patrimoniales. Entre 2001 y 2012 fueron reportados 14 homicidios en San Juan.
Alerta por “El Chapo”
El sargento Rolando García dice que la policía de San Juan emplea
fondos federales para educar a las personas en la cultura de la
denuncia. Por ejemplo, ofrecen a los ciudadanos pláticas para que
detecten casas utilizadas por traficantes de migrantes indocumentados.
García argumenta que como las víctimas les pagan a los coyotes, no
los denuncian, así que la autoridad confía más en que lo hagan los
vecinos.
A su vez, González –quien fue entrenado por el FBI– indica que
también han propiciado la instalación de cámaras de vigilancia fuera de
las viviendas, de modo que es más sencillo detener a quienes perpetran
las invasiones de domicilio. Los comercios deben instalarlas por ley.
Como se trata de una zona fronteriza con fuerte tráfico de drogas y
de migrantes indocumentados, señala el sargento García, la policía local
tuvo que reforzar las acciones preventivas y se les destinaron más
recursos federales.
Agrega que el nivel de violencia en la región es el más alto en los
20 años que tiene en la corporación y provocó que los departamentos de
seguridad pública de Pharr, San Juan y Alamo unieran sus fuerzas.
Y aunque han tenido que combatir delitos más frecuentes, como el robo
de autos, para el jefe de la policía de San Juan lo más preocupante es
que con el arresto de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, pueden
intensificarse el tráfico de droga y la lucha entre criminales, pues
otros narcotraficantes pugnarán por ocupar su puesto en México y
buscarán intimidar a sus rivales con actos más agresivos.
“Ojalá que la violencia se quede allá en México, pero cuando hay
cambio de liderazgo (en un cártel), acá los trabajadores de la droga
siguen siendo los mismos. Pero los jefes van a querer subir y se mataran
entre ellos, se robarán los cargamentos para ser los jefes del cártel”,
concluye González.
/ 4 de abril de 2014)
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