La Viña del Señor
Lo
que ya se veía venir desde hace rato por fin estalló en la reunión
panista de los miércoles ante la presencia del enviado del Comité
Estatal Juan Pedro Montijo, quien se hizo presente en la sede
blanquiazul porteña para otorgar los nombramientos de la nueva mesa
directiva, luego que a raíz de la salida de Omar Núñez Caravantes, de
la presidencia del PAN local, había un vacío en la conducción municipal
del partido, pues Lorenia Ruiz Bustamente, quien fue nombrada
provisionalmente en el cargo y quien es identificada con el grupo de
Francisco Paco Bueno, no supo y así se evidenció ese día, fincar un
liderazgo eficaz en Acción Nacional.
Según
testigos del bochornoso evento, antes de que se endemoniaran todo
transcurría con normalidad, pues se esperaba que dicha directiva fuera
integrada en forma balanceada, con juego para todas las facciones
blanquizaules guaymenses, conformadas por cierto con personajes marcados
por preferencia hacia alguno de los sonantes a la mano de Doña Leonor
en el cada vez más cercano 2015, a saber: Manuel Villegas Rodríguez,
brazo derecho del secretario de Gobierno Roberto Romero López, hombre de
todas las confianzas del gobernador Guillermo Padrés y Lorenzo Chencho
Décima Dworack, conocido armador y agente fiscal en el puerto y gente
muy identificada con el excandidato panista a la alcaldía Manuel Aguilar
Juárez, quien mordió el polvo en la elección de 2012 ante Otto Claussen
Iberri, del PRI.
Todos
dan por sentado que de entre ellos dos saldrá el próximo abanderado
panucho a la alcaldía, de ahí el agarrón que se traen las tribus azules,
alentadas sin duda por las diferencias a nivel nacional entre
maderistas y corderistas.
Eso
ha desesperado y mantiene enfrentadas a sus huestes, situación en
extremo delicada pues podría dividir --¿máaaasss?- al partido, en una
elección en que estará en juego la gubernatura, lo que hace prever que
el jefe del Nuevo Sonora, buscará mantener el control de todos los hilos
de la sucesión para que no se salga de cauce, ahora que los priístas
con un Alfonso Elías Serrano, andan envalentonados.
Omar, el innombrable
Los
demonios se soltaron cuando Román Laborín, quien fue tesorero con Omar
Núñez, expresó que no aceptó repetir en el cargo porque no estaba de
acuerdo en que repitiera la misma mesa directiva y trajo a colación
---craso error-- el caso Omar Núñez y a La China y se soltó hablando
de cuestiones morales.
Sensibles
a morir, los “paquistas”, grupo del que formaba parte El Calamardo, se
lanzaron con todo contra Laborín y ahí se hizo el merequetengue que
rebasó por mucho la capacidad de maniobra del delegado de Juan Valencia,
el pastor estatal del PAN e hizo que brotaran lágrimas de Lorenia Ruiz
Bustamante, quien así dejó ver su falta de trabajo político al interior
del partido con el objetivo de limar asperezas entre las tribus.
Hasta el exalcalde Bernardino El Berna Cruz Rivas, le quiso hacer al “Tyson” en el agarrón.
Del uribismo a la guerra de tribus
Como
es sabido, los panistas a diferencias de los priístas y los perredistas
porteños, responden a otra lógica y doctrina política y tienen sus
propios rituales y maneras de debatir y procesar sus diferencias, pues
teniendo un origen común, que no es otro que el uribismo de 1991, el
cual de ser un verdadero movimiento de masas y de toma de conciencia
ante el avasallador y asfixiante priísmo hegemónico de entonces, con el
paso del tiempo, luego del encarcelamiento del José Ramón Uribe y la
cooptación del Concejo Municipal panista de 1991 a 1994 por el gobierno
de Manlio Fabio Beltrones, la traición al Flaco por parte de Lorenzo
Lencho Ramos Féliix y Armando El Pozole Saucedo Monarque, la frustrante
candidatura en 1994 de Lorenia Ruiz a la alcaldía, la entronización en
la comuna de Mundo Chávez y la “Happy Family”, el triunfo de Sara Valle y
la candidatura testimonial panista en 1997, la nulidad del capi
Garayzar como candidato, la derrota del Paco Bueno ante el Toño
Astiazarán en 2006, el triunfo de César Lizárraga en 2009 y su
desastrosa administración y la victimización del Otto en la campaña de
2012 con su consiguiente victoria sobre Manuel Aguilar y la barrida del
PAN en todo el municipio, la persecución de panistas por el contralor
Héctor Hernández, un panista chepino, hoy empleado del actual alcalde
priísta y el affaire Omar Núñez-La China-Francisco López Lucero-Otto
Claussen-Eduardo Gaxiola, han hecho posible el actual estado de cosas y
que mantiene al partido fracturado, sumido en una fuerte crisis de
liderazgo y friccionado.
Lo
anterior hace que se viva una guerra intestina de baja y alta
intensidad según sea el caso, en donde los grupos cuando menos se espera
se dan hasta con la cubeta y la tensión dentro de Acción Nacional, como
constató este miércoles pasado el propio delegado no tiene para cuando
acabar o al menos aminorar.
Tal
situación, si no se ha pensado, en el futuro influirá en el método que
se habrá de definir para escoger a los candidatos a los cargos de
elección popular para evitar llegar con un partido divido a la justa
comicial, lo que sería un suicido para el proyecto del gobernador y
aminoraría las posibilidades de repetir en la grande y de pelearle
espacios de poder al boursismo en sus bastiones del sur del estado,
cuna del Movimiento No al Novillo.
Por
eso, a nadie en el PAN conviene dejar que los chamucos ronden la casa
de Carlos Castillo Peraza, aquel ideólogo que advirtió sobre los
peligros de ganar el gobierno y de perder el partido.
Los riesgos son muchos…
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Columna la Viña del Señor/ Viernes, 31 de Enero de 2014 11:52)
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