MÉXICO,
D.F. (apro).- Pese al magro crecimiento de la economía en 2013 –de 1.3%
contra 3.9% del año previo y 3.5% esperado por el gobierno–, para la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al mando de Luis Videgaray, la
conducción de las finanzas públicas, el año pasado, fue “excelente”:
Se
obtuvieron ingresos tributarios mayores a los esperados. El déficit
público fue menor al aprobado por el Congreso. La creación de empleos
fue superior al crecimiento de la economía. La deuda total del sector
público está por debajo de los niveles de América Latina y, más aún, de
la OCDE. Hasta “sobró” dinero, que irá a las arcas de los gobiernos
estatales, a subsidios y a diversos fondos.
No se puede pedir más.
Sin
embargo, hay muchas verdades a medias en los Informes sobre la
situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública,
correspondientes al cuarto trimestre de 2013, que Hacienda difundió la
noche del jueves 30 –después de las 22:00 horas– y que este viernes
detallaron en conferencia de prensa funcionarios de la dependencia.
Así,
el reporte destaca que en 2013 se crearon 463 mil 18 empleos formales,
con lo que el número de asegurados en el IMSS cerró, en el año, en 16
millones 525 mil 61 personas. Que ese incremento fue de 2.9% en relación
con el año previo, y que significó un aumento mayor al registrado por
la economía, que fue de sólo 1.3%.
Es cierto, pero también lo es
que en 2012 –es decir, el último año del gobierno del panista Felipe
Calderón– se crearon 702 mil 494 nuevos empleos formales, inscritos en
el IMSS. Es decir, casi 240 mil más que en el primer año del gobierno de
Enrique Peña Nieto.
El incremento en 2012 fue de 4.64% respecto
del año previo, muy por encima del 2.9% que presume Hacienda. (Todos,
datos del IMSS y de la Secretaría del Trabajo).
No obstante,
Hacienda alardea que el año pasado los ingresos presupuestarios no
petroleros fueron 4.4% superiores a los de 2012, hasta ubicarse en un
billón 644 mil 467 millones de pesos.
Pero resulta que ese avance
no fue producto de un mayor dinamismo de la economía nacional, de la
fortaleza del mercado interno o de un incremento en la productividad…
sino de tres eventos extraordinarios, atípicos y de una sola vez, que el
propio reporte de Hacienda reconoce:
1) El programa de
regularización de adeudos fiscales, conocido como “Ponte al corriente”,
que le dejó al SAT cerca de 40 mil millones de pesos… a cambio de
condonar ¡160 mil millones! a diversos deudores del fisco, de los que
nunca se ha querido dar el nombre. (Dicho por el propio jefe del SAT,
Aristóteles Núñez).
2) La “extraordinaria recaudación de Impuesto
sobre la Renta proveniente de la venta de Grupo Modelo”. En efecto, la
compañía belga Anheuser-Busch InBev, la cervecera más grande del mundo
–productora de la famosa Budweiser, entre otras– desembolsó unos 20 mil
100 millones de dólares para hacerse del restante 50%, que le faltaba,
de Grupo Modelo y su emblemática e internacional cerveza Corona, y
3)
Por los “resultados mejores a los esperados del Buen fin, el programa
de compras masivas –irracionales en no pocos casos– impulsado por
empresarios de la banca y el comercio y apoyado por Hacienda, que se
llevó a cabo del 15 al 18 de noviembre pasado. Hacienda no ha dicho
cuánto recaudó por ese programa. Lo que sí se sabe es que la dependencia
puso 250 millones de pesos para sortearlos entre los compradores y así
incentivar el consumo disparatado.
También presume Hacienda que el
buen manejo de las finanzas públicas hizo posible que el déficit
público no fuera de 0.4% como se pidió al Congreso, y éste aprobó, sino
de 0.3%. La meta original, planteada por el presidente Enrique Peña
Nieto en su toma de posesión, era un “déficit cero”, que bien pronto en
el año se veía imposible por el descalabro de la economía en los
primeros meses.
Esa décima de punto porcentual menos significó un
“ahorro” de 18 mil 300 millones de pesos, pues el déficit de 0.4%
implicaba un endeudamiento de 65 mil millones, pero como fue 0.3% sólo
se necesitaron 46 mil 700 millones de pesos.
La lana “sobrante” se fue a dependencias de control directo y a entidades federativas.
Una
última: Se jacta la dependencia, también, de que la deuda pública total
del país es muy baja si se le compara con el promedio de los países de
América Latina, y todavía más baja respecto del promedio de los países
de la OCDE.
También es cierto. La deuda pública, en su expresión
más amplia –que incluye la deuda del gobierno federal, la de los bancos
de desarrollo, los fondos de fomento y fideicomisos, el Fondo Nacional
de Infraestructura (Fonadin), la deuda del Ipab, los programas de apoyo a
deudores y los pidiregas–, que entre economistas se conoce como “saldo
histórico de los requerimientos financieros del sector público”
(SHRFSP), asciende –según el informe– a casi 6 billones 500 mil millones
de pesos.
Y eso es 38.3% del Producto Interno Bruto. Dice
Hacienda, y bien, que eso “se compara favorablemente con la deuda bruta
promedio en América Latina de 51.5% del PIB o en los países de la OCDE
de 74.6% del PIB”.
Pero también es cierto que la deuda pública
total del país (el SHRFSP) ha crecido peligrosamente, de manera
exponencial. En 2013 cerró en 6.5 billones de pesos, cuando en 2007,
antes de la crisis financiera internacional, andaba por la mitad, en 3.3
billones, que significaron 27.6% del PIB.
Casi 11 puntos
porcentuales más. Cierto, después de la crisis financiera el gobierno
debió endeudarse más para sortear la brutal caída de ingresos y los
demás efectos de esa crisis. En 2012 la deuda total acabó en casi 5.9
billones de pesos, 36.6% del PIB.
Pero el gobierno actual, sin
crisis y con una buena plataforma económica heredada del anterior, le
agregó nada más 600 mil millones de pesos en su primer año.
/ 31 de enero de 2014)
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