El
Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Guaymas
(SUTSAG), liderado por Martín Ríos Quintero y el ingeniero Higinio
Carrillo Brito, una liebre muy baleada en las lides laborales, hubo de
protestar con mantas y toda la cosa para llamar la atención de un
alcalde como Otto Claussen Iberri, que “gobierna” a control remoto el
municipio, apoyado en una pléyade de funcionarios de origen foráneo
–incluido el contralor Héctor Hernández-- sin ningún compromiso con la
gente del puerto. Esa es la realidad y nadie la puede negar.
Por
lo anterior no debe extrañar, que ante la reiterada ausencia del
alcalde del ámbito territorial de sus obligaciones ¡de Guaymas, pues!,
“el desmadre” –como el llamó a esa forma de administrar el Ayuntamiento,
que se ha puesto de moda durante su gobierno—reine en todos los
rincones de la administración pública municipal y ejemplos sobran:
Héctor Hernández, el Maizenas, trae su “guerrita” en contra de los
hombres y mujeres de la anterior administración panista y en ello ha
fincado su actuar, haciendo oídos sordos al desgarriate de los actuales
servidores públicos; el tesorero Manuel Ibarra, desoye las prioridades
del municipio y se concentra en obedecer las órdenes de su jefe el
alcalde, mientras en la cobranza el germano trajo desde la vieja Cajeme a
una dama, recomendada por su hermano el Kikí, para atender ese rubro,
que se maneja con toda las discrecionalidad del mundo se hace el “loco”
ante tanto “aviador” que cobra sin trabajar con cargo al erario; los
regidores han abandonado cualquier postura crítica –que nunca tuvieron--
y navegan de “a muertito” frente al estado de cosas; el ario sigue
soltando dinero para tratar de apuntalarse un imagen positiva, cuando
nadie olvida sus alucinantes propuestas de campaña; la salida de PASA
del servicio de limpia sumió en el caos a la ciudadanía ante la
deficiente prestación del mismo por parte de las autoridades
municipales, con lo cual resultó peor el remedio que la enfermedad… como
suele suceder.
Y
si a esa anarquía administrativa, sumamos su personalidad más a la
propensión al conflicto que a la solución de los problemas, podemos
fácilmente concluir que Otto Claussen Iberri, va camino al despeñadero y
ni toda la lana del municipio le alcanzará para salir bien librado en
las percepciones públicas, como dicen ahora.
Si
viene es cierto, lo anterior es de todos conocido, pues siendo diputado
local en la anterior legislatura estatal fue uno de los más activos
miembros de la bancada priísta en ponerle piedritas en el camino a la
administración de Guillermo Padres, al grado de dejar sin presupuesto al
gobierno del estado el año 2012 y mandarlo a la reconducción
presupuestal.
Como
si lo anterior no bastara, según la PGJE en el caso de Omar Núñez y La
China, está implicado su secretario particular, Eduardo Gaxiola
Márquez, lo que trae “juido” e hizo perder la tierra, más no la beca al
Chapo y el muy cuestionable caso de José Sánchez Carrasco, el jornalero
fallecido a las puertas del Semeson, lo cual lo contrapunteó --¿maaaas?—
con la gente del Nuevo Sonora.
La Tarasca porteña
Por
eso no sorprende que insinué en su presente diferendo con el SUTSAG,
que detrás de su movimiento se mueven diversos intereses con ánimo de
desestabilizarlo, cuando su gobierno es lo que siempre ha carecido, con
personas como Gerardo Mass –con fama de que le encanta la feria-- en la
Oficialía Mayor, que es la oficina donde se autorizan todas las
adquisiciones municipales y que es una especie de Tarasca –en referencia
a la mítica mina sonorense— por la cual fluyen cuantiosos recursos para
favorecer a los “bendecidos” por el alcalde y que según los
sindicalizados nunca ha querido atenderlos.
Refaccionados
a placer, los dichosos funcionarios se mueven a sus anchas por
palacio, sabedores de que forman parte del círculo íntimo del alcalde,
quien empezó su administración adelgazando la nómina, pero no para darle
un merecido respiro a las mermadas finanzas municipales, sino para
hacerle “campito” a sus allegados, muchos de los cuales no guardan
identificación con el PRI, lo que aunado a la cancelación de pensiones
de algunos extrabajadores, por parte de El Maizenas, provocó malestar en
un buen número de familias de los despedidos y jubilados.
Otto, el alcalde hooligan
Es
sabido que el sindicato del Ayuntamiento ha debido lidiar desde su
constitución con cuanto presidente municipal pasó por el cargo, amén de
que durante la administración de Antonio Astiazarán, un movimiento de
inconformidad interno, encabezado por Higinio Carrillo, sacó de la
dirección al Chino y sus incondicionales y se lanzó a la calle a los
trabajadores del servicio de limpia, al concesionarse a Promotora
Ambiental y la posterior reinstalación ordenada por el Tribunal
Contencioso de lo Administrativo de 21 despedidos costó millonaria
cantidad a la comuna tiempo después de la fatal decisión; en agosto de
2012 desde el gobierno municipal se orquestó una campaña de desprestigio
y guerra sucia en contra de dirigentes del sindicato, a quienes se
exhibió públicamente, dentro de la disputa por la dirección del
organismo gremial entre el actual líder Martín Ríos y el anterior Moisés
Baltazar y casi al final del gobierno de César Lizárraga amenazaron con
tomar palacio para que se cubrieran diversas prestaciones como el pago
de despensas y otras y ya con el Otto en la administración padecieron
presiones internas por parte de sus personeros en un toma y daca que no
cesa.
Por
toda la experiencia acumulada por los miembros del SUTSAG en batallar
con el alcalde en turno, que cree haber inventado el puesto, de nada le
sirve a Otto enojarse, meterse en dimes y diretes y sacer su otro yo
pendenciero y “hocicón”, estando el suelo tan parejo. Y si dice que se
van a ir “a la chingada” los funcionarios buenos para nada, se está
tardando. No hay que engorilarse. ¡Hay tiro!... diría JC Chávez. Al
final se pudieron de acuerdo para zanjar el diferendo.
¿Pa´que tanto berrinche apá?... pregunto.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Agueda Barojas Ontiveros/ Viernes, 31 de Enero de 2014 12:05)
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