miércoles, 31 de octubre de 2012

LA CRISIS DE GUAYMAS-EMPALME.... O LAS POMPAS DE JABÓN DE LA ECONOMÍA SONORENSE

Alejandro Covarrubias V. / Dossier

Fue su manera de despedir el último vuelo de conexión con Arizona de esta gran Perla del Mar de Cortés. Por eso había-hay pena, preocupación e impotencia entre todos. No ha sido para menos. Habían iniciado 14 años antes con la gran expectativa de que serían el primero de muchos otros vuelos internacionales que llegarían. La realidad fue muy en otra dirección de las cantaletas de los políticos, como siempre. Y he aquí que 14 años después con la partida del 200 se perdió el único vuelo internacional del Puerto y de la región turística de San Carlos toda.

Los problemas financieros y la incosteabilidad que llevaron a la firma a cancelar la ruta, en lo inmediato significa que las malas noticias continuarán para esta zona. Con menos conectividad, turismo, e inversiones, luego con menos demanda de ocupaciones, espacios y alimentos de los visitantes, al final de cuentas los empleos y los consumos se encogerán más para los locales. Desde que se asomó por primera y única vez el crucero con el que los gobiernos previos prometieron que Guaymas recuperaría sus viejas glorias–y para cuya recepción paralizaron escuelas y exhibieron cuadros de bienvenida con niños danzantes sacados de las aulas, como en las fiestas de campaña política-- los guaymenses no se habían sentido tan desolados. El crucero no ha regresado nunca más y los niños y las fuentes danzantes han tenido que mudar a engalanar cualquier fiesta de pueblo. Ajuste de expectativas, se le llama.

El Puerto, sus mares y sus bahías de la mano de su gente, pese a sus increíbles riquezas e indecibles hermosuras no ven la suya. Esta temporada cualquier cantidad de pescadores cerrarán el año con sus pangas amarradas, pues la escasez del antiguo “oro rosado”, y el encarecimiento de los insumos de avitualle, tornan más redituable permanecer en tierra que tomar la ribera –ya no digamos el altamar. En el renglón de bienes raíces la demanda está tan deprimida que los baldíos, la maleza y la basura no respetan fronteras y las mejores vistas frente al mar aparecen en remate, a precios de quiebra. Hoteleros han debido destinar las suites y los espacios de hospedaje del gran turismo, a vacacionistas de bajos recursos, también a precios de remate.

Para colmo de males, la administración saliente dejó en bancarrota las finanzas y los servicios públicos para un municipio con calles y banquetas destrozadas y mugrosas, así como déficits escandalosos de alumbrado, recolección de basura, pavimentación, agua, espacios verdes y salubridad.

HacE décadas Guaymas era un ensueño en medio de este el centro del Acuario del Mundo del que Jacques-Yves Costeau vivía enamorado. El mar atraía visitantes que llegaban para quedarse, proveía y daba alimento a los pescadores y sus familias, y a su alrededor se desarrollaba una prospera industria de productos del mar. Más aún, del mar surgió una industria naviera, donde los armadores, ingenieros, obreros y marinos sonorenses demostraban cómo de sus mentes y manos podían salir casas e industrias flotantes capaces de cruzar los siete mares. Por si algo faltara, en su valles floreció una agricultura intensiva y una ganadería extensiva que desde las expropiaciones del General Cárdenas y las obras hidro-agrícolas dio la certidumbre de un campo bonancible a emprendedores e indígenas yaquis.

En ese el Gran Puerto de Altura del Pacífico, en esa la barca que se disputaban por cantar y cantarle Pedro Infante, Antonio Aguilar, Lola Beltrán, Oscar Chávez y muchos más, había empleo y había dinero; había constructores de altura y marinos mexicanos orgullosos; había transbordadores rentables que atravesaban el golfo, en los que no cabía una aguja más y se tenía que trasnochar en las colas para adquirir un boleto; había hoteleros sin más limite para sus planes de expansión que el inmenso horizonte del Cortés; y había –como producto de todo ello—un brillo que salía de sus habitantes. Era el brillo de la alegría de vivir en un lugar que proveía tranquilidad, seguridad y ocupación a los suyos, rodeados de un sitial en el que la naturaleza parece haberse esforzado por dibujar lo más cercano al paraíso.

Todo esto se acabo. Todo esto hoy es pasado. Y prácticamente desde que el Club Med se fue para quedar en manos de Paradiso, en Guaymas San Carlos no ha habido ninguna obra detonadora que sea capaz de volver a poner al Puerto sobre sus pies.

En este punto es como lo que ocurre al vecino Empalme. Con el fin de Ferronales, y el cierre del transporte de pasajeros por riel en la década de los 80s y principios de los 90s, terminó la época de oro de esta localidad nacida para albergar maquinistas, fogoneros, garroteros, maestros y beisboleros capaces y orgullosos. Acostumbrados a comandar y dominar “las bestias de los durmientes”, habituados a ganar buen dinero y distribuirlo generosamente, los empleos de salarios escuetos de la maquila no son una opción para ellos. Por eso el gran esfuerzo expansivo de Maquilas Tetakawi ha debido fundarse en la localización de mano de obra en los valles y puntos circunvecinos al Puerto.

Estamos frente a una crisis regional total que es paradójica. El Valle de Guaymas-Empalme, la hoy llamada Zona Metropolitana del mismo nombre, comparte la misma suerte: vive del pasado, porque en el presente ni gobiernos ni gobernantes, ni aprendices ni líderes formales, han sido capaces de una crisis que es un atolladero asfixiante y dotarlas de nuevas fuentes de desarrollo.

La realidad de Guaymas-Empalme da un claro mentís a las cifras de desarrollo y boom económico que presentan los funcionarios del Nuevo Sonora y sus voceros incrustados en medios y academia. Por que como estas hay otras muchas regiones en la geografía estatal; del sur al norte; de este a oeste. O si se prefiere de Puerto Peñasco a Cananea; de Nogales a Caborca; de Huatabampo a Cajeme; de Ures a Bacadeuachi; etc.

El asunto de fondo es que en Sonora no hay nuevos resortes de crecimiento y se sigue operando de prestado. De prestado del pasado y de prestado del exterior. El asunto es que esto sólo da para levantar burbujas muy finitas que explotan como pompas de jabón –al primer viento. Pero sobre esto hemos de hablar en la segunda parte.

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