El Universal
Ciudad de México.-
Su cuerpo quedó hincado, doblado sobre sí mismo, con la cabeza clavada en el
piso. El joven murió a balazos junto a cuatro más, dos quedaron en la calle y
dos jovencitas halladas en la parte de atrás de un vocho naranja, al parecer por
una venganza.
Además, otros dos hombres tuvieron que ser hospitalizados y
hasta el cierre de esta edición estaban en terapia intensiva, en estado
grave.
La Plaza de El Reloj de Santa María Aztahuacán, en Iztapalapa,
sitio de encuentro de fin de semana de jóvenes de la zona, ayer amaneció con una
tragedia.
Cinco jóvenes fueron asesinados a tiros cerca de las 7 de la
mañana, cuando la convivencia de la noche anterior estaba casi por terminar. En
el lugar, dos autos: un Pointer blanco y un Volkswagen Sedán naranja varados de
frente, junto a unas cadenas negras de fierro colado.
En el asiento
trasero del Volkswagen fueron halladas sin vida, con lesiones de disparo de arma
de fuego, Brenda “N”, de 14 años de edad y Patsy Monserrat Carrillo Mendoza, de
20.
Sobre el pavimento fueron encontrados sin vida tres varones, uno de
ellos identificado como Adán “N” y otro más como José Pedro Espinosa Chora, de
22 años.Un tercer joven se encuentra, hasta el momento, en calidad de
desconocido y se estima que tiene aproximadamente 20 años. Las primeras
versiones oficiales hablan de un enfrentamiento entre ellos, cuando convivían
bebiendo cerveza y tequila; sin embargo, los vecinos quienes conocen las
costumbres de su colonia y a su gente, afirman: “Eso es mentira, al parecer se
trató de un ajuste de cuentas”.
La zona es de narcomenudistas, afirman, y
el pasado jueves estos mismos jóvenes, los asesinados, estaban en una fiesta en
una casa donde adoran al santo de los narcos, Jesús Malverde, ubicada a escasos
50 metros del lugar del multihomicidio.
En esa ocasión, quienes ahora
fueron asesinados habrían golpeado a otros, a muchachos de la colonia Ejidos de
Santa María, que asistieron a la fiesta y quienes, según dice la gente del
lugar, habrían cobrado venganza. Aquel día hubo disparos, pero no hubo muertos
ni lesionados que se sepa.
Los colonos saben cuándo y cómo se juntan los
jóvenes, muchos son adolescentes, quizá hasta sepan quiénes eran los muertos o
quiénes los agresores, pero prefieren no decirlo, tienen miedo.
“Allá,
junto a la palmera, a un lado del kiosco, hay unos que se paran y venden drogas.
Los jueves, viernes y sábados, esto parece Garibaldi, toman, escuchan música a
alto volumen y hasta se drogan”, afirman.
Un vendedor iba llegando a la
plaza, estaba por bajar las mesas, las sillas y todo lo que usa, pero empezó a
oír los disparos y mejor se agachó con su mujer dentro de su camioneta; sólo
intentó observar por el espejo retrovisor, pero no vio nada, afirma.
La
gente dice que a las 5 de la mañana había una camioneta negra con gris
estacionada en el lugar, pero cuando más tarde ya no estaba.
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