Cuatro días después de que el Congreso guerrerense instaló la Comisión de la
Verdad con el propósito de indagar los crímenes de la guerra sucia, el viernes
20 fue ejecutado en la Ciudad de México el general Mario Arturo Acosta Chaparro
Escapite.
Su nombre quedó inevitablemente asociado a la tortura, la desaparición
forzada de cientos de luchadores sociales y aun a las muertes no aclaradas de la
guerra sucia.
Su accionar en Guerrero durante los gobiernos de Rubén Figueroa Figueroa
(1975-1981) y del hijo de éste, Rubén Figueroa Alcocer (1993-1999), lo marcaron
de manera indeleble.
En el sexenio foxista fue uno de los militares sometidos a
indagatoria por la Fiscalía Especial de Movimientos Sociales y Políticos del
Pasado (Femospp), que integró una averiguación previa contra él, el general
Humberto Quirós Hermosillo y el entonces capitán Francisco Javier Barquín por su
participación en la tortura y asesinato de 143 personas.
El caso fue remitido al fuero militar y durante las audiencias se citó a
declarar en calidad de testigos a por lo menos 10 militares, entre ellos Gustavo
Tarín Chávez, quien aseguró que entre 1975 y 1979 trabajó como subalterno de
Acosta Chaparro.
Durante ese periodo se realizaron mil 500 detenciones en puestos de control
instalados por el Ejército en caminos y carreteras de Guerrero. Algunos de los
detenidos fueron trasladados a la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta.
Barquín se encargaba de registrar sus nombres en un libro de “pastas negras”,
según testigos.
Como parte de ese proceso, sostienen las versiones, Quirós Hermosillo y
Acosta escogían a los detenidos y los sentaban en una silla para sacarles “la
foto del recuerdo”.
Luego les disparaban en la nuca con una pistola calibre .380
a la que Quirós nombró “la espada justiciera”.
Los cadáveres eran metidos en
bolsas de lona que se subían a un avión Arava del entonces Escuadrón 301 para
lanzarlos al mar durante vuelos exprofeso.
Según Tarín Chávez, Acosta Chaparro ejecutó personalmente a unas 200
personas, “por supuesto con la autorización del general Quirós Hermosillo”
(Proceso 1356).
Pese a los testimonios incriminatorios, tanto
él como Quirós Hermosillo fueron exonerados.
(Extracto del reportaje que aparece esta semana en la revista
Proceso 1851, ya en circulación)
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