Héctor Moreira, consejero general de Pemex, vende el shale gas
como un milagro que hay que pagar por ver. Es el futuro de México, dice,
incluso por encima del proyecto de aguas profundas. Pero para cumplir
el sueño, la reforma energética debe aprobar capital privado que haga
realidad lo que califica como el Cantarell del siglo 21
"Estamos en el punto donde estaba EU hace diez años. Allá se intentaron
varias tecnologías, hay siete mil empresas que se dedican a shale. Se
requiere capital. Gastar primero para recobrar después”
consejero general de Pemex
El esquema deseable para ser aprobado en esta nueva reforma energética es
exactamente el mismo que propuso el PAN en su proyecto la semana pasada
El riesgo compartido es un esquema de inversión privada, que funciona como
el de concesiones, a excepción de que Pemex no invierte pero tampoco cobra
el derecho; en cambio se dividen las utilidades entre la paraestatal y la
compañía privada
Felipe Calderón promovió la idea de que el proyecto de aguas profundas
sería la solución económica para México
"En Norteamérica se va a caer el precio independientemente de lo que pase,
vamos a ser una zona de bajo costo. Los autos se van a volver híbridos, se
te va a caer el consumo de la gasolina”
"No estamos resolviendo Cantarell, sino nuevas tecnologías, nuevos
depósitos con nuevas características y nuestra legislación debe
reflejarlo"
consejero general de Pemex
El
fantasma de un nuevo tesoro energético ronda los pasillos del Congreso
de la Unión. Su nombre está en inglés y es incomprensible para la
mayoría de los ciudadanos.
La cúpula de Pemex lo tiene claro: shale gas será el gran tema de la reforma que presentará el presidente Enrique Peña Nieto.
Los directivos hablan de un gran trampolín hacia la prosperidad. “El Cantarell de este sexenio”.
Se trata de un negocio de 600 mil millones de dólares que debe quedar
en manos privadas porque “Pemex no puede hacerlo”, asegura Héctor
Moreira, consejero general de la petrolera, quien revela la cara de ese
fantasma en entrevista con Reporte Indigo.
En uno o dos años iniciaría este proyecto en el norte de Coahuila. La
paraestatal pretende abrir 30 mil pozos anuales, cada uno con un costo
promedio de 20 millones de dólares.
Moreira es enfático: el shale gas es el futuro de México, por encima
del proyecto de aguas profundas, que fue el tesoro de la reforma de
2008, la gran bandera de Felipe Calderón.
El consejero acepta que ese “tesoro” ha sido un fracaso porque hasta
ahora no se ha extraído un solo barril de petróleo en aguas profundas.
A pesar de ello, vende el shale gas como un producto milagro y dice: “hay que pagar por ver”.
Afirma que para hacer realidad este sueño, la reforma energética debe
permitir la entrada de compañías privadas que pongan el dinero y la
tecnología en este proyecto.
Si no se hace, reitera, es muy difícil que las grandes petroleras
vengan a México. El país perderá la “oportunidad histórica” de ser una
nación de progreso.
Hasta ahora, la información con la que Pemex sostiene el sueño del
shale gas proviene de Estados Unidos, no de México. Pero para el
consejero, esto no demerita su credibilidad.
Solo se trata de aprobar la reforma, comenzar a abrir pozos y mostrar
en la práctica lo que ningún estudio geológico ha logrado comprobar:
que los depósitos de gas y aceite ligero de las rocas de shale en el sur
de Texas se ubican en este lado de la frontera, desde Coahuila hasta el
sur de Veracruz.
El bálsamo curatodo
Héctor Moreira, doctor en Química por la Universidad de Georgetown,
sonríe cuando habla de shale gas. Sus ojos brillan, se acomoda en su
asiento y enumera las ventajas de esta especie de bálsamo que hará más
feliz y más rica la vida de los mexicanos.
Expone que esta oportunidad “es demasiado importante como para que la
tratemos como una cosa lateral, es el Cantarell de este sexenio.
“Imagínese una nación que produjera el doble, tendríamos que
reconvertir todo nuestro sistema eléctrico a gas, que es más limpio,
tiene menos contaminación y es más barato.
“Estamos en el punto donde estaba EU hace 10 años. Allá se intentaron
varias tecnologías, hay 7 mil empresas que se dedican al shale. Se
requiere capital. Gastar primero para recobrar después”.
En los últimos tres años del sexenio de Vicente Fox, Moreira fue
subsecretario de Planeación Energética y subsecretario de Hidrocarburos
en la Secretaría de Energía (Sener).
Desde 2009 ha sido consejero profesional de la petrolera y miembro del Consejo de su subsidiaria Pemex Exploración y Producción.
Insiste en que el shale es el mejor de los nuevos proyectos que
debería potenciar Pemex, por encima de la exploración en aguas
profundas.
“Es mucho más barato, tiene mucho menos riesgo, lo puedes ir haciendo poco a poco, es mucho más controlable”, precisa.
De cara a la inminente reforma energética, recalca: “(Quisiera) que
los partidos miraran hacia adelante y no hacia atrás. No estamos
resolviendo Cantarell, sino nuevas tecnologías, nuevos depósitos con
nuevas características, y nuestra legislación debe reflejarlo”.
En efecto, se trata de un proyecto muy diferente.
Mientras un pozo tradicional de Cantarell puede explotarse por más de
15 años, el petróleo y el gas de los pozos de shale se agotan antes de
tres años, según el historial de estos yacimientos en Estados Unidos.
Moreira, sin embargo, no es ciego. Sabe lo que representa la entrada masiva de las empresas privadas.
“Van a venir aquí a ganar. El hecho de que vengan se va a traducir en
una renta petrolera. La pregunta es cómo maximizo esa renta petrolera.
“Es un juego de ganar-ganar. Las empresas vienen e invierten, sacan
utilidad, pero la nación les cobró un derecho y les cobró una utilidad.
“Debes tener un nivel que sea comparable con los estándares
internacionales. Una empresa petrolera no va a venir a México si en otro
lugar le va mejor. Nosotros ganamos el capital. Si ellos no vienen,
nosotros tenemos que poner el capital”, explica el consejero de Pemex.
Las opciones que explica coinciden con las que fueron publicadas por
The Wall Street Journal en junio y este fin de semana: se abriría una
nueva subsidiaria, que podría llamarse Pemex Shale, y una Agencia
Nacional de Hidrocarburos, que se encargaría de la regulación a los
privados, que sea “un organismo que tenga más fuerza porque va a
controlar más”.
Pemex al estilo Texas
Una opción para hacer viable el proyecto del gas shale sería comprar
empresas en extranjero, sugiere el ingeniero químico por el Tec de
Monterrey.
“Vete a Texas y compra una compañía. Automáticamente estás comprando toda su experiencia y toda su tecnología”, señala Moreira.
Hace un año, el Consejo General de Pemex aprobó una estrategia de
internacionalización que permitiría comprar una empresa de shale en
lugar de rentar la tecnología.
Esto podría hacerse incluso con la regulación actual, sin la reforma energética.
“Es siempre más barato tener que rentar. El que renta siempre está pagando, y finalmente va a pagar más”, reflexiona.
Asegura que el esquema deseable que debería ser aprobado en la
reforma energética es exactamente el mismo que propuso el PAN la semana
pasada.
Se trata de un sistema de concesiones que funcionaría con el pago de derechos e impuestos.
La empresa privada pagaría un porcentaje por el derecho y otro de
impuestos por el material extraído. Además, tendría que costear sus
gastos de operación. El resto del ingreso que perciba por la venta de
cada barril sería su utilidad.
Moreira no descarta la propuesta de riesgo compartido publicada este
fin de semana por The Wall Street Journal como la “favorita” en el
proyecto que enviaría Enrique Peña Nieto al Congreso.
El riesgo compartido es un esquema de inversión privada que funciona
como el de las concesiones, la diferencia es que Pemex no invierte, pero
tampoco cobra el derecho. En cambio, se dividen las utilidades entre la
paraestatal y la compañía privada.
Esquemas más abiertos
La renta de tecnología no es suficiente. Hay que ir más lejos, hay que “dar incentivos, ligar el éxito”, dice Héctor Moreira.
El funcionario de Pemex no se contiene. Habla de futuro, de ganancias, de triunfos por alcanzar.
En esta visión, los contratos de servicios aprobados en 2008 –cuando
Moreira ya estaba involucrado en la política energética– son ya un
modelo caduco.
“Necesito ligar la producción, el éxito, con los incentivos, para que cuando tú ganes, yo gane.
“Tú le diste valor a algo que yo tenía debajo de la tierra. Pero
entiendo que para una gente de izquierda eso es privatizar. Siguiendo
esa lógica en el esquema que tenemos ahora, entonces ya estamos
privatizados”, advierte.
Aunque no está seguro de que se cumplan al 100 por ciento las
expectativas sobre el shale gas en México, sí cree que será un proyecto
exitoso.
“El shale es verdaderamente transformacional. En Norteamérica se va a
caer el precio independientemente de lo que pase, vamos a ser una zona
de bajo costo. Los autos se van a volver híbridos, se te va a caer el
consumo de la gasolina”, puntualiza.
El esquema
> Se trata de un sistema de concesiones, que funcionaría con el pago de derechos e impuestos.
> La empresa privada pagaría un porcentaje por el derecho y otro de impuestos por lo extraído.
> Tendría que costear sus gastos de operación
.
> El resto de la ganancia por la venta del barril serían sus utilidades.
> El resto de la ganancia por la venta del barril serían sus utilidades.
Inversiones millonarias
> 390,000 millones de pesos se requerirían de inversión anual para shale gas
> 295,000 millones de pesos por año, presupuesta Pemex para todos sus proyectos de exploración y producción
Muchos pozos
> 30,000 pozos anuales propone el consejero de Pemex para shale gas
> 20,000 pozos anuales propuso el PAN para shale gas
> 1,000 pozos anuales abre hoy Pemex en todos sus proyectos
Fuente: Héctor Moreira, consejero profesional de Pemex
Sueños guajiros
Las cifras se contradicen. A principios de julio, el Instituto
Mexicano para la Competitividad publicó un informe a favor de la
explotación de shale gas en México. Aseguraba que generaría un promedio
de 300 mil empleos por año.
Sin embargo, este dato resulta exagerado para Héctor Moreira, quien
asegura que en 10 años, EU ha generado solamente 800 mil empleos, casi
cuatro veces menos de lo que se ha proyectado para México.
Otro de los argumentos de Moreira es que el shale gas debe explotarse
urgentemente para aprovechar el precio bajo que tiene en Estados
Unidos.
Este precio es precisamente lo que el geólogo estadounidense Arthur
Berman pone como ejemplo para demostrar el fracaso del shale en ese
país. Explicó su postura en abril pasado, cuando fue entrevistado por
Reporte Indigo.
Moreira, cuya carrera dentro del sector energético tuvo un desarrollo
notable durante los dos sexenios panistas, insiste en que la caída
actual de los precios es temporal.
Durará mientras EU convierte a gas todas sus industrias que
actualmente usan carbón. Según los pronósticos del consejero de Pemex,
esto deberá suceder en los próximos cinco años.
Concuerda con las recomendaciones de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico contenidas en el libro “Getting it
right”, en el que se señala que México debe hacer que Pemex compita.
“No hay ninguna nación que haya regresado al control total estatal.
Los modelos de control estatal con incentivos de tipo de producción son
los mejores.
“Petrobras vale muchísimo más de lo que valía cuando era una empresa
totalmente del Estado, es una empresa más compitiendo con otras, y la
competencia la ha hecho más eficiente”, asegura Moreira.
Pocos resultados
Los pozos de shale gas que se han abierto en México no han tenido grandes resultados.
Los últimos tres que se abrieron en Coahuila y Nuevo León son
productores comerciales, pero los dos primeros, el Nómada 1 y Montañez
1, son improductivos y productores no comerciales.
Aun así, el consejero de Pemex no se desanima. Asienta que la
tendencia mundial en los pozos exploratorios es que la posibilidad de
fallar o tener éxito es de 50-50, pero la posibilidad de éxito aumenta a
90 por ciento cuando se delimita el área productiva.
Como un alquimista, Héctor Moreira ve el futuro en barriles de petróleo, no de gas, que es lo que se ha extraído hasta ahora.
Propone convertir a crudo las estimaciones de las reservas posibles
de gas que proyectó para México la Agencia de Información Energética de
EU en 2011.
En esta ecuación, la industria del shale gas representaría “casi el doble de las reservas que tenemos ahora”.
No le concede importancia al hecho de que los estudios geológicos que
sostienen el proyecto no se hayan desarrollado en la empresa para la
que él trabaja.
“Ya tenemos muchísima información, aunque sea del otro lado. Obviamente abajo no hay una delimitación fronteriza.
“Si en los primeros pozos empezamos a ver que las estructuras
geológicas son las mismas, podemos empezar a perforar. Entre uno y dos
años, Pemex podría estar explotando en el norte de Coahuila”, revela
Moreira.
Cada pozo explorado hasta ahora en México ha costado 20 millones de
dólares, mientras que en Estados Unidos la cifra ronda entre 4 y 10
millones.
Para justificar este sobrecosto, Moreira sostiene que “los primeros
pozos siempre son un poquito más caros, precisamente porque no tenemos
más información.
“El costo total de sacar el gas es bastante barato comparado con los
otros. En realidad, estamos encontrando una manera más barata de sacar
el gas”, señala el especialista.
Una burbuja financiera
Los críticos del shale en Estados Unidos y Canadá sostienen que se ha
creado una burbuja financiera para sostener las acciones de las
empresas que han invertido en esta industria luego de la crisis
inmobiliaria de 2008.
Moreira no lo niega, pero aclara que no se debe ver el beneficio para
los inversionistas, sino para la nación. “Imagínese las implicaciones,
la electricidad va a costar la mitad”.
Acepta que los pozos de shale gas son más caros porque se perforan
horizontalmente y se les inyecta agua con químicos mediante un proceso
conocido como fracking.
Y se acaban (declinan) entre tres y seis meses después de su apertura
debido a la forma en que está contenida la energía en la roca de
esquisto.
El químico afirma que a pesar de ello, a la larga resultan más baratos.
“Se requieren muchos pozos perforados por la manera en que está el
gas (…). En términos de números de pozos tendríamos que perforar más,
estamos en una tecnología diferente que lleva procesos diferentes”,
explica Héctor Moreira.
La primera acción sería mover la extracción de gas de la cuenca de Burgos a los yacimientos de shale.
El idílico horizonte del que habla el consejero de Pemex no es tan
lejano. Si sus propuestas toman forma en el debate legislativo de las
próximas semanas, la segunda parte del gobierno de Peña Nieto marcará un
cambio en el mapa de Coahuila, Nuevo León y Veracruz.
El fantasma tomará cuerpo de pozo petrolero con leyendas en inglés, pero también en chino.
El tesoro anterior
La administración de Peña Nieto promete lo mismo que la de Calderón con el proyecto de aguas profundas: una mejor vida
Por Peniley Ramírez
Los dos niños aparecen a oscuras, con el ceño fruncido. De repente
sus rostros se iluminan, en sus labios se dibuja un “wooooow”.
Caminan por una playa hermosa, llena de vida, al tiempo que una voz
en off sentencia: “México tiene un gran tesoro, un tesoro escondido en
el fondo del mar”.
Esta es la entrada del video producido en febrero de 2008 por el
gobierno de Felipe Calderón para promover la idea de que el proyecto de
aguas profundas sería la solución económica para México.
Varias de sus frases centrales coinciden con los argumentos de quienes hoy defienden la explotación de shale gas.
En el spot se suceden imágenes de aviones, automóviles, ciudades iluminadas, en movimiento.
La voz en off asegura que el petróleo “ha permitido la modernización y el progreso de nuestro país”.
Describe de manera técnica los retos de aguas profundas al tiempo que
dice: “Esto significa nuevos y enormes retos que otros países del mundo
ya están enfrentando. Brasil logró duplicar su producción y hoy es
autosuficiente”.
En 2008 el gobierno calderonista aseguraba que México “puede
establecer alianzas con quienes ya cuentan con la tecnología y la
experiencia para explotar yacimientos en aguas profundas”.
Ahora la administración de Peña Nieto hace su propia versión de este argumento, con pocas variaciones.
También coinciden cuando enfatizan que “no podemos ni debemos quedar
fuera de esta oportunidad histórica”, como repetía la cápsula
transmitida en televisión en 2008.
Las promesas son las mismas. Estos nuevos proyectos “permitirán vivir
mejor, tener más medicinas, empleos, carreteras, más escuelas y
prosperidad para todos”.
La recompensa prometida también se repite: se garantizará nuestro futuro y el de las nuevas generaciones.
(REPORTE ÍNDIGO/
Martes 6 de agosto de 2013)
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