MÉXICO,
D.F. (apro).- En los servicios de inteligencia del Estado mexicano más
de un analista tendrá que estar preocupado con la decisión del
presidente Enrique Peña Nieto de liberalizar la relación con China.
En
su expansión económica mundial, China tiene a México como una zona
estratégica. Con Dragon Mart o sin él, el país asiático ve a México como
un gran centro de producción y distribución no sólo para América
Latina, sino para todo el Pacífico. Más aún, a la puerta de Estados
Unidos, al que le disputa el liderazgo económico mundial.
Aunque
aún se está lejos de un tratado de libre comercio entre México y China,
Peña Nieto pavimenta el camino para la liberalización y, con ello, la
entrada de todo tipo de recursos y bienes.
Cuando Carlos Salinas
eliminó las fronteras comerciales con Estados Unidos a partir de 1994 a
través del Tratado de Libre Comercio, entre los más y primeros
beneficiados estuvo la delincuencia organizada.
Desde entonces, el
comercio ilegal de drogas y armas entre México y Estados Unidos se
incrementó tanto que el mismo periódico de negocios The Wall Street Journal se ha referido al North American Free Trade Agreement (NAFTA) como el North America Drug Trade Agreement.
El
Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), que apenas había
sido creado en 1989, fue el principal ausente en ese acuerdo económico
que ha incidido de manera negativa en la seguridad nacional.
No es
que antes del TLC con el modelo de sustitución de importaciones la
seguridad nacional de México estuviera a salvo en pleno periodo de
Guerra Fría, pero la liberación a ultranza de los últimos 30 años ha
generado nuevos mercados ilegales.
La violencia desbordada que
padece México tiene entre sus explicaciones la disputa por esos mercados
ilegales de drogas, armas y personas. Una disputa en la que la
presencia china no está ausente. Según la DEA, Los Zetas se han
relacionado con la mafia china para el tráfico de asiáticos a México y
luego a Estados Unidos.
Invadido de por sí con mercancía de
manufactura china, con los efectos perniciosos en la nacional, México
está por abrir más la puerta al mercado asiático, gran surtidor de
sustancias para la elaboración de drogas ilegales. Zhenli Ye Gon, por
ejemplo, se surtía en China para la elaboración de metanfetaminas, según
lo acusó el gobierno de Felipe Calderón.
Desde Miguel de la
Madrid, a principios de los años 80, el Estado mexicano ha decidido
desregular y liberalizar; es decir, hacerse a un lado. El laisser faire, laisser passez (dejar hacer, dejar pasar) de la religión neoliberal se ha traducido en el caso de México en una ausencia de autoridad.
Si
ya toda una generación de gobernantes mexicanos ha adoptado la idea de
que la mejor regulación es la que no existe, no es extraño que el Estado
mexicano padezca una guerra económica por el control de esos mercados
ilegales.
Con las inversiones prometidas de China en Pemex y en
instalaciones estratégicas como ferrocarriles llegará algo más que
inversión: se desplegarán aún más los efectivos servicios chinos de
inteligencia en el país. Habrá nuevos actores en la seguridad nacional.
Con
la decisión de China de llegar a México, el Cisen y los servicios de
seguridad e inteligencia militares tendrán que ver más allá de que el
tequila podrá entrar a China, por cierto, con la principal empresa
tequilera que ya no es mexicana.
jcarrasco@proceso.com.mx
/6 de junio de 2013)
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