Arturo Soto Munguía
Y llegó. El 5 de
junio llegó otra vez con su olor a cirios y velas, con el blanco y el rosa de
los globos que se elevan hasta el cielo, como lo hacen las plegarias y los
rezos, los cantos y los recuerdos.
Llegó otra vez esa
fecha que duele en la memoria y que, dolorosa paradoja, tiene que doler para
que la memoria no flaquee, para que el recuerdo no se extinga; para que el
reclamo siga vivo, para que renazca en los corazones y las gargantas de unas
pequeñas que con sus seis años de vida corean, al paso de la marcha: “Cinco de
Junio/Ni perdón ni olvido”.
Esas pequeñas tienen
la edad que deberían tener hoy, casi todas las víctimas del incendio en la
Guardería ABC. Las 49 que murieron y las 60, 70 que viven amputadas, heridas,
lastimadas física y emocionalmente por las llamas y los gases tóxicos que el 5
de junio de 2009 inauguraron la sucursal del infierno en Hermosillo, Sonora.
Inevitable el
estremecimiento. Imposible el desdén. Difícil, muy difícil hacerse el ‘duro’
para ordenar a la piel que no se erice, cuando se llegan las cinco de la tarde
y se observa en las paredes del abandonado bodegón donde la muerte se cebó en
los más inocentes, los estragos del sol y el polvo y el tiempo.
En la pared frontal
de la guardería cuelga una gran lona impresa, sucia y quebradiza de sol y
tierra. Abajo, sobre una pequeña cerca que la rodea, todos y cada uno de los
rostros de los pequeños muertos. Cruces y flores en un altar cerca de la puerta
principal. Imágenes y leyendas dolorosas.
Aquí llega el 5 de
junio otra vez a Hermosillo, como llegan familiares, amigos, gente cercana y no
tanto, conmovidas por la tragedia; solidarias con los dolientes y convencidas
de que hace cuatro años fueron otros, pero pudieron ser cualquiera de ellos.
II
Toda la noche
anterior hubo vigilia, ofrendas, flores, velas, rezos, llantos, sollozos,
amarguras, dolores mal curados en las afueras del edificio azul ennegrecido por
el humo y el tiempo y el olvido.
Desde un día antes
hubo muestras de solidaridad y las siguió habiendo en muchas ciudades de la
República. En el Distrito Federal fue impresionante, pero igual se registraron
movilizaciones en otras ciudades del país y del extranjero.
Así llegó otra vez,
por cuarta vez el 5 de junio a Hermosillo. Así como comenzaron a llegar desde
las 5 de la tarde, de uno en uno, de dos en dos, de tres en tres; en grupos
pequeños y no tanto, los que poco a poco fueron llenando la calle.
Y a las seis de la
tarde estaban listos de nuevo para recorrer ese camino tantas veces andado,
hasta la Plaza Emiliana de Zubeldía, donde se ha erigido una estructura con 49
cruces que atizan la memoria. Para que no se olvide, claro. Para recordar
siempre que en Hermosillo, el 5 de junio de 2009, la muerte pisoteó los huertos
de todos y de todas…
III
Así llegó otra vez
el 5 de junio a Hermosillo y así salieron, con el sol queriéndose esconder por
el oriente, avergonzado, miles de hombres y mujeres; niños, ancianos, jóvenes.
Adelante va el
redoble de tambores. Enseguida un grupo de zanqueros, niños y niñas del barrio
La Matanza, tan bien entrenados y tan dispuestos a patentizar su solidaridad
que aguantan desde las alturas de los maderos en sus piernas, el recorrido de
más de 8 kilómetros.
Atrás de ellos van
todos. Con leyendas en sus pechos, con el grito en la garganta: “ABC Nunca
Más”. “5 de Junio ni perdón ni olvido”. “Justicia”.
Y a sus flancos, en
todo lo largo del recorrido, la gente que los espera, con las miradas cristalinas,
las manos trémulas y los pies dispuestos para caminar con ellos. Cien, mil,
miles. Todos se van sumando mientras la marcha va así, como un río que comienza
en un murmullo y va creciendo y creciendo y creciendo hasta reventar en un
estruendo: “¡No están solos!”.
IV
Así llega el 5 de
junio a Hermosillo otra vez, y así llega la marcha, otra vez, a la iglesia de
San José, en la colonia Piedra Bola, donde mucha gente espera para sumarse a la
marcha y donde la marcha suelta miles de globos al cielo. Hay aplausos que
suenan a duelo, como las campanas que repican, otra vez, por los niños muertos
hace cuatro años.
Y la marcha sigue.
Nutriéndose de más gente va. Alimentándose de muchos hombres y mujeres va,
rumbo al río, rumbo al cerro, rumbo al destino al que sabe que tiene que
llegar. Allá va.
Y en ese camino más
se suman. Y en ese camino más gritan y más reclaman y más crece la marcha que
exige justicia, como desde hace cuatro años exige lo mismo.
V
Los periodistas otra
vez se quitan la camisa de periodistas. Es decir, las llevan puestas, pero algo
en su ser les dice que debajo de ellas, también son marcha, que también son
grito y que también son consigna de justicia.
La objetividad sigue
siendo una mierda que alimenta el discurso de los que no tienen preocupación
alguna por ser objetivos.
La objetividad es,
para los periodistas que van en la marcha, siempre adelante, el recurso de la
utopía para avanzar, para estar ahí gastando suelas, corriendo, trepándose
donde pueden para hacer el mejor trabajo, para documentar mejor este pedazo de
la historia que nadie debe platicarles porque estuvieron ahí.
Transmiten en vivo,
se parten el alma por las mejores tomas, se la rajan en buscar el mejor ángulo
y la mejor interpretación de lo que suceden. Son la banda, los reporteros, los
que de la calle son y en la calle andan. Y ahí no se puede ser objetivo. Ahí
sólo se puede ser profesional, y documentar todo eso que ocurre: cada gesto,
cada guiño, cada lágrima, cada abrazo.
VI
Así llega el 5 de
junio a Hermosillo y así llega la marcha a la Plaza Emiliana de Zubeldía,
frente al Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora, escenario histórico,
si lo hay, de las manifestaciones sociales más importantes en la historia.
Ahí los recibe
Maribel Ferrales y su poderoso canto. Tan poderoso como el grito de “No están
solos”. Y ahí comienza a acumularse el río de gente que se fue sumando,
sumando, sumando hasta llenar la calle.
En las escalinatas
del Museo, 49 niños y niñas portan los retratos de los que no debieron morir.
Maribel canta y el alma sangra un poquito. Pero cuando un cantor, guitarra en
mano desgrana las notas de Auté, “Ay amor mío, qué terriblemente absurdo es
estar vivo, sin el alma de tu cuerpo sin tus latidos”…, ya no hay espacio para
la rudeza. El alma simplemente se desploma y llora…
Pero así como llora,
así también reclama. Hablan los padres. Agradecen la solidaridad, piden
aplausos para los que en todo el mundo se han sumado; avisan que no están
vencidos y que su lucha no va a parar hasta lograr lo que se han propuesto: la
justicia. Y evitar otra tragedia como la del 5 de junio de 2009.
Tienen claro por
quiénes van: desde el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, los ex directores
del IMSS, Juan Molinar Horcasitas y Daniel Karam Toumeh. Incluyen al ex
gobernador Eduardo Bours Castelo y al ex alcalde de Hermosillo Ernesto Gándara
Camou.
Incluyen, desde
luego, a los socios de la guardería ABC, especialmente a Marcia Matilde
Altagracia Gómez del Campo Tonella, “quien beneficiándose de sus relaciones
familiares, siendo esta prima de la anterior primera dama de México, Margarita
Zavala, recibe una sentencia absolutoria, muy cuestionada, impositiva, con un
gran tono autoritario, y falto de sustento legal de parte del magistrado Pablo
Ibarra Fernández, cómplice de la impunidad que rodea al Caso ABC. Mismo actuar
tuvo el magistrado Evaristo Coria, que nos negó el Amparo directo respecto a
dicha resolución, siendo informados nosotros el pasado mes de marzo del
presente año.
“Pese a contar con
una gran cantidad de elementos probatorios, el Juez Primero de distrito Raúl
Martínez Martínez, no ha llevado a cabo la reclasificación del delito,
actualmente catalogado como delito no grave (culposo), encontrándose esto en el
expediente 126/2009 que lleva sobre este caso”.
Pero incluyen a los
otros socios: Antonio Salido Suarez, Sandra Lucía Téllez Nieves y Gildardo
Urquidez Serrano, a quienes les toca la peor parte, ya que los definen como:
“despreciables seres humanos, cuyo único fin era reducir costos sin ningún
respeto a la vida misma, cargarán toda su vida con el desprecio de miles y
millones de mexicanos, no crean que no pagaran por sus actos, “la justicia los
alcanzara por su imperdonable crimen” la sociedad mexicana en conjunto con el
movimiento 5 de junio se encargara de ello”.
Desde luego, el
reclamo incluye al actual gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías, al
aludir en unas líneas del pronunciamiento:
“Como si esto no
fuera suficiente el compromiso que gritaron en campaña, tanto el actual
gobernador del estado de Sonora Guillermo Padres Elías, quién a la fecha no ha
cumplido la frase que tantas veces difundió, “Habrá Justicia en el Caso ABC a
partir del 13 de septiembre de 2009, cuando sea Gobernador”, a la fecha su
desinterés ha sido exhibido y vergonzoso. En el mismo sentido, el actual
Presidente de México durante su campaña, en varias ocasiones procuró
acercamientos con madres y padres afectados por el incendio de la “Guardería
ABC”; curiosamente hoy, que ya está en el cargo, no ha tenido el suficiente
interés para recibirnos, pese a que ya hemos realizado 2 solicitudes formales
para tener una reunión entorno al actual estado del caso ABC. Nuevamente
emitimos nuestra exigencia de una reunión con su persona, ya que siendo el
máximo representante del estado mexicano, no puede ser omiso en la aplicación
de la justicia que tanto clama toda la sociedad mexicana por este crimen”.
Colofón
Así llegó, así pasó
el 5 de junio por cuarta vez en Hermosillo. Sin dejar sentido a nadie.
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