El Gordo”, detrás del ataque en Fraccionamiento Las Américas
ZETA Investigaciones
Las primeras indagatorias de la PGJE sobre este
atentado contra el narcomenudista Christian Enrique Romero Altamirano
“El Kike”, indican que los agresores pretendían amedrentarlo, pero “el
asunto se salió de control dentro de la vivienda y tuvieron que usar las
armas”
El narcomenudista Christian Enrique Romero Altamirano
“El Kike” regresaba a su casa cerca de las 3:40 pm del martes 28 de mayo
de 2013, cuando fue balaceado dentro de la vivienda localizada en las
calles Rubíes y Universidad, del fraccionamiento Las Américas, en La
Paz.
Los dos sicarios esperaban su regreso en la sala de su
hogar, después de haber obligado a la pareja sentimental de “El Kike” a
hacer una llamada, la cual expuso que era esperado por un grupo de
amigos.
Los pistoleros estaban armados con una pistola 9
milímetros y un rifle de asalto AK-47, amagando a la esposa del
narcomenudista, de nombre Paulete Viridiana Mendoza Lizardi, y a Leydy
Isabel Álvarez Amador.
Amarrados con cinchos de manos y pies -según las
primeras declaraciones de la pareja sentimental-, estaban también Arturo
Ernesto Gómez Espinoza “El Sonrics”, dueño de la casa; Jesús Loreto
Chávez Ortega “El Kicho”, y Roberto Hirales Avilés “El Comix”.
Cuando “El Kike” ingresó a la vivienda “fue derribado al
suelo, y cuando pretendió levantarse recibió dos disparos, uno en el
abdomen y otro en la cara, por lo que cayó al piso y los sicarios
tuvieron que salir corriendo y subirse a una camioneta tipo vagoneta Windstar de color oro, y huir”.
Una vez pasado el peligro, Paulete levantó a su pareja y
de inmediato lo trasladó al Hospital General “Juan María de
Salvatierra”.
En tanto, el resto de sus amigos huyeron de la escena del crimen por temor a ser investigados y detenidos por la Policía.
Según el dictamen médico, “El Kike” presentó dos heridas
de bala, una en la cara y otra en el abdomen, con fracturas en huesos
de la nariz, mandíbula izquierda, pulmón izquierdo y piso orbital
derecho; lesiones que por su naturaleza tardan más de 15 días en sanar y
ponen en peligro la vida.
Dentro de la casa, la Dirección de Servicios Periciales
de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), aseguró la
escena del crimen y levantó las evidencias de los disparos: dos
cartuchos percutidos calibres 9 y 223 milímetros, respectivamente, los
cuales fueron asegurados y trasladados al laboratorio pericial para su
análisis con el sistema de identificación balística.
Hasta el cierre de edición, el lesionado, que al momento
de su agresión vestía pantalón de mezclilla y camiseta azul, permanecía
hospitalizado; su estado de salud era estable. La esposa y dos personas
más fueron los responsables de trasladarlo hacia el nosocomio, en cuyo
caso la PGJE abrió la averiguación previa número LPZ/376/AMP1/2013.
La investigación
Las primeras indagatorias de la PGJE sobre este atentado armado apuntan a un “ajuste de cuentas” en contra del narcomenudista.
Los investigadores del caso establecieron que el
objetivo “no era matarlo”, sino amedrentarlo, pero -según su análisis-
“el asunto se salió de control dentro de la vivienda y tuvieron que usar
las armas”.
Anticipadamente, los sicarios habían levantado a una
mujer y tres hombres -tres de los cuales estaban amarrados-, quienes
ofrecieron datos y pistas de “El Kike”.
Los agentes investigadores de la PGJE tienen la
hipótesis que detrás de este ataque podrían estar cuatro líderes de
bandas de narcomenudistas que actualmente pelean el control de la plaza
en La Paz, tras la ejecución del narcomenudista Héctor Antonio Salazar
Monzón “El Oaxaco”:
- “El Rayo”.
- “El Gordo”.
- “El Pelón”.
- Adelaido Soto Aguilar o Eduardo Salas Martínez “El Güero Layo”.
Luego del ataque, las policías Municipal, Ministerial y
Estatal tardaron en llegar casi 25 minutos desde que algunos vecinos del
fraccionamiento Las Américas reportaron haber escuchado balazos dentro
de una vivienda.
El móvil -según testigos entrevistados por los investigadores- “es una deuda por venta de droga”.
El operativo de búsqueda de los matones se extendió por
toda las colonias Diana Laura, El Progreso y Camino Real, donde la
unidad de color dorado, fue vista circulando a toda velocidad.
El regreso de la violencia
Apenas había terminado el discurso de que “La Paz era el
tercer municipio más seguro de México”, cuando la alcaldesa Esthela
Ponce Beltrán, era debidamente informada del atentado armado en Las
Américas, fraccionamiento de la capital de Baja California Sur.
Este ataque implica el regreso de la violencia a La Paz.
El último incidente ocurrió el 11 de febrero de este año, cuando
sicarios pretendieron fallidamente ejecutar a Ramón Antonio Castro
Castro “El Perro” y Carlos Alejandro Castro Castro “El Bebo”, sobrinos
del ex alcalde de La Paz y ex diputado federal del Partido de la
Revolución Democrática (PRD), Víctor Manuel Castro Cosío.
El retorno de los “ajustes de cuentas” se da
justo en el momento clave, cuando agentes de la Dirección de Seguridad
Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz, pelean un
aumento salarial, así como entrega de uniformes, apoyos de traslado y
alimentación a puntos foráneos a donde son enviados a “comisión”; además
de la reinstalación del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM)
y la puesta en marcha del Sistema de Desarrollo Policial, entre otras
demandas.
En los últimos días, los policías municipales habían
tenido paros escalonados, como una medida de presión para recibir
respuesta a un pliego petitorio entregado al director de esa
corporación, Noé López Ramírez, y a la alcaldesa de La Paz, Esthela
Ponce Beltrán.
Durante un recorrido efectuado por la Dirección de
Seguridad Pública, la edil expuso a los policías que actualmente
gestiona recursos en las secretarías de Gobernación y en la de Hacienda y
Crédito Público, para obtener apoyos extraordinarios a programas y un
mejor desempeño de los agentes.
Mientras eso sucede, los ciudadanos pagan los platos
rotos de la violencia, y tienen que vivir en la incertidumbre sobre
situaciones como el atentado armado del fraccionamiento Las Américas.
“El Kike”, toda una fichita
Christian Enrique Romero Altamirano “El Kike” resultó ser una verdadera fichita.
Datos recabados por Investigaciones ZETA indican
que el narcomenudista de 24 años fue detenido el 1 de mayo de 2009 por
agentes de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y
Tránsito Municipal de La Paz, cuando pretendía robarse un equipo de
sonido de un automóvil de color gris, Nissan Sentra, modelo 1994.
Radicado entonces en la colonia Agua Escondida, perpetró
el atraco en las calles 16 de Septiembre y Belisario Domínguez, Colonia
Centro de La Paz, y fue detenido en posesión de un estéreo Supersonic y un adaptador MP.
Un año después, el 6 de mayo de 2010, “El Kike” fue
detenido, solo que esa vez acompañado de Ricardo Alberto Esparza Soto,
acusado del delito de robo de un estéreo y daños a un vehículo.
La Policía Municipal lo interceptó en un recorrido de
vigilancia sobre el Bordo de Contención y San José de Comondú, Colonia
de Bellavista en La Paz, cuando corría y observaron a una persona que a
lo lejos gritaba “agárrenlo, me acaba de robar mi estéreo”.
De inmediato los oficiales iniciaron operativo y
lograron detenerlo, cuando intentó subirse a un vehículo de color blanco
y pretendía darse a la fuga.
El cómplice lo esperaba en la unidad de color blanco, marca Toyota modelo 1988. Los dos fueron capturados en posesión de un estéreo Pioneer, así como un estuche de plástico de color gris con la leyenda Panasonic, el cual portaba la carátula.
El afectado, de nombre Raúl Cota, de 51 años de edad,
dijo haber observado a “El Kike” robarse su estéreo y salir corriendo
tras quebrar el vidrio de un vehículo Volkswagen Jetta color verde.
Ya con domicilio en el fraccionamiento Las Américas, y
una vez revisada la unidad en que Romero Altamirano fue detenido, los
policías encontraron en la cajuela del carro 20 cuadernos, ocho tapones
para ring marca Nissan, un amplificador con bocina integrada, un estéreo Kenwood, una pantalla marca Pyle, una bocina Alpine, una carátula de estéreo JVC y un extintor de color rojo.
(SEMANARIO ZETA/ junio 5, 2013/ ZETA Investigaciones)
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