Proceso
México.- La lucha de
los efectivos del Ejército Mexicano por su propia supervivencia no se libra
sólo en las zonas donde combaten a la delincuencia organizada. En los últimos
años, soldados de todos los rangos han tenido la necesidad de extremar medidas para
cuidar su integridad dentro de las sedes militares.
El número de muertos
en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) desde
2001 supera el centenar; las causas de los fallecimientos incluyen suicidios,
asesinatos y accidentes.
En respuesta a una
solicitud de acceso a la información, Sedena entregó un desglose de 121 muertes
ocurridas en sus cuarteles en toda la República. El Estado de México (con 25
casos) y el Distrito Federal (con 19) encabezan la lista.
SUICIDIO, LO MÁS COMÚN
El 24 de julio de
2011 el cabo José Enrique Mota Solano murió en el dormitorio 18-A de la prisión
del Campo Militar Número 1, en la Ciudad de México (Proceso 1824). Sus
compañeros lo encontraron colgado con una cuerda de plástico que ató por un
extremo a su cuello y por el otro a los barrotes de una ventana.
El cabo había sido
recluido en marzo de ese año, acusado de los delitos de abandono de servicio y
robo de su arma de cargo. Saber que su condena sería de años y no de meses lo
había deprimido.
El de Mota Solano es
sólo uno de los 34 suicidios que entre 2001 y 2012 cometieron efectivos
militares (33 hombres y una mujer) mientras estaban acuartelados. La cantidad
representa 28% de las muertes en edificios del Ejército, según la información
de la Unidad de Enlace de la Sedena.
El primero de esos
suicidios ocurrió el 25 de julio de 2001 en un cuartel del Estado de México; el
más reciente fue en Torreón, Coahuila, el 11 de septiembre del año pasado.
De acuerdo con la
Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila, Francisco Javier Ávila
López, de 22 años, introdujo el cañón de un fusil G-3 en su boca y disparó,
cuando estaba en la caseta de acceso al campo militar La Joya.
El testimonio de sus
compañeros, quienes lo habían observado deprimido la víspera del incidente,
indica que Ávila se encontraba en un ensayo de la banda de guerra del 33
Batallón de Infantería cuando intempestivamente decidió separarse del grupo.
Momentos después
todos escucharon la detonación.
La lista en poder de
Proceso señala que siete de los suicidios de soldados en instalaciones
militares ocurrieron en el Estado de México; en el Distrito Federal sumaron
cinco; tres en Coahuila; con dos casos aparecen Baja California, Jalisco,
Michoacán y Sonora.
ASESINATOS
La información sobre
asesinatos en cuarteles y campos militares es resguardada por la Sedena, por lo
que la información periodística sobre homicidios entre militares dentro de sus
bases es prácticamente nula.
No existe un “parte”
público en el que se informe de este tipo de acontecimientos, dado que al tener
un marco normativo propio la milicia desarrolla sus diligencias judiciales en
un entorno al que no tienen acceso las instancias civiles de procuración de
justicia.
Pero los homicidios
entre militares en sus propias sedes ocurren.
Entre 2001 y 2011 la
Sedena abrió 12 expedientes sobre estos casos; la mayoría de ellos corresponden
a agresiones con arma de fuego.
El primer asesinato
de un militar cometido por otro dentro del periodo referido ocurrió el 27 de
abril de 2001. Fue en la 22 Zona Militar, en el municipio de Rayón, Estado de
México; la Sedena precisó que la muerte fue provocada con un arma blanca.
A partir de entonces
se perpetró en promedio un asesinato por año en cuarteles del Ejército hasta
llegar a 12 homicidios acumulados el 7 de diciembre de 2011, cuando se presentó
el más reciente. La cifra indica que una de cada 10 muertes en esas
instalaciones es por asesinato.
El Estado de México
es, también en este renglón, el que más homicidios en instalaciones militares
reportó, con tres en una década; Jalisco y Tamaulipas cuentan dos ataques
fatales cada uno, mientras que Chiapas, Chihuahua, el Distrito Federal, Sinaloa
y Veracruz tienen uno cada uno.
Pero la muerte
causada por balas no se limita a los combates o asesinatos: En el periodo
revisado hubo más fallecimientos por accidentes al manipular armas que los
derivados de homicidios.
Los registros
indican que disparos accidentales cobraron la vida de 14 soldados en alguna base
del Ejército, lo que ubica a esta causa de muerte como una de las principales,
al alcanzar 11.5% del total reportado.
Muertes por este
motivo se presentaron en Chiapas, Estado de México, Tamaulipas y Tlaxcala con
dos casos en cada entidad; Durango, Guanajuato, Oaxaca, Puebla, Sinaloa y San
Luis Potosí reportaron un caso cada uno.
Las granadas también
resultaron fatales; al manipularlas fallecieron en el periodo cinco militares
más; a la lista se agrega la muerte de un militar, el 10 de marzo de 2005 en el
Distrito Federal, que manipulaba pirotecnia asegurada por el Ejército.
El caso más notorio
tuvo lugar en Durango el 10 de abril de 2008, dentro del Centro de
Adiestramiento Básico de Infantería en el municipio serrano de Pueblo Nuevo.
Dos militares murieron y 17 más resultaron heridos. Las víctimas fueron
identificadas como Víctor Ismael Ramírez y Bladimir Bonifacio Aparicio,
originarios del Estado de México y Veracruz, respectivamente. Ambos tenían 20
años y apenas habían ingresado al Ejército.
(ZOCALO/ Revista Visión Saltillo/ Proceso/ 15/04/2013
- 02:00 PM)
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